«Hablamos de globalización, de la aldea global, pero aquí en África, tenemos la impresión de ser la fosa séptica de esa aldea», así se expresaba el ecologista senegalés, Haidar Ali. Una serie de escándalos de polución, que van desde el vertido de material tóxico en Costa de Marfil hasta los tanques radioactivos en Somalia, muestran […]
«Hablamos de globalización, de la aldea global, pero aquí en África, tenemos la impresión de ser la fosa séptica de esa aldea», así se expresaba el ecologista senegalés, Haidar Ali.
Una serie de escándalos de polución, que van desde el vertido de material tóxico en Costa de Marfil hasta los tanques radioactivos en Somalia, muestran que la pobreza y la corrupción, las democracias que funcionan mal, o directamente no existen, hacen del continente africano el vertedero preferido del mundo.
Según el grupo francés de protección del medio ambiente, ‘Robin de los Bosques’, la basura enviada a África, como los neumáticos viejos o los ordenadores y coches estropeados, que contienen partes tóxicas, son muy difíciles, sino imposibles, de reciclar.
«A Asia se envía todo lo que puede salvarse, y eso le añade un gran valor, como por ejemplo el hilo de cobre, y chatarra», declara la directora del grupo Charlotte Nithart.
En Abidján, capital económica de Costa de Marfil, han muerto siete personas y 24 han tenido que ser hospitalizadas, además de 37.000 afectados, que tuvieron que recibir atención médica, tras el vertido de residuos tóxicos en 11 lugares públicos de la ciudad, en agosto, por parte de la empresa marfileña Tommy.
La compañía había sido contratada para eliminar 500 toneladas de una mezcla, altamente tóxica, de residuos de petróleo y soda cáustica, que se había utilizado para enjuagar los contenedores de un barco griego. En los últimos días de 2004, el tsunami, que comenzó con un terremoto en Asia, impactó contra las costas de Somalia, donde causó daños en contenedores de material tóxico en la costa norte del país, sumido en la anarquía tras 15 años de guerra civil.
Se registraron problemas de salud en la población local, como graves infecciones respiratorias, fuerte tos seca y sangrado por la boca, hemorragias internas, extrañas reacciones químicas de la piel, y muertes repentinas tras haber inhalado materiales tóxicos, según el Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas, UNEP.
Desde principios de los 80 y hasta la guerra civil, los vertidos peligrosos por toda la costa de Somalia van desde residuos de uranio radioactivo, de plomo, cadmio, mercurio, industriales, de hospital, químicos, tratamientos de pieles y otros residuos tóxicos.
En 1996, el Parlamento Europeo pidió oficialmente a los Gobiernos de Reino Unido, Italia y España que repatriase residuos tóxicos que habían sido exportados al sur de África por la compañía Thor Chemicals Ltd. El Parlamento se dio cuenta de que cientos de toneladas de restos de mercurio tóxico habían causado daños en el Medio Ambiente y graves problemas de salud en las habitantes de la región. En Camerún, al oeste de África, alrededor de 5.600 litros de dióxido de cloro fueron vertidos en 2005, en un pueblo cerca de Duala, la capital económica. Las autoridades intentaron diluir el dióxido de cloro en el mar, pero la operación resultó un desastre cuando la mezcla explotó, matando a un soldado e hiriendo a otras diez personas.
África era uno de los lugares favoritos para tratar, o simplemente verter, residuos peligrosos porque el tratamiento de este tipo de desechos en países industrializados es muy caro. El grupo ‘Robin de los bosques’ afirma que el coste de tratamiento de un metro cúbico de residuos peligrosos es de entre 300 y 500 euros. En África es entre 6 y 15 veces más barato, porque no existe en realidad ningún tipo de tratamiento, ni un verdadero almacenaje.
Pero el tráfico ilegal de residuos tóxicos continúa existiendo, porque los ejecutivos intentan sortear las regulaciones para ahorrar dinero. Para los ecologistas senegaleses los residuos a menudo son aceptados por gente corrupta o facciones que quieren dinero para comprar armas. Para terminar realmente a este tráfico, los países afectados necesitan centinelas, gente dispuesta a implicarse en la protección del Medio Ambiente, ya que la falta de controles en África son parte del problema.
Si en los puertos africanos hubiese controles más estrictos para comprobar que estos residuos no lleguen, si los conductos estuvieran cerrados en los controles de Medio Ambiente y de Salud, el Probo Koala no habría llegado a Abiyán. Aunque las autoridades europeas tienen una responsabilidad directa.
Un país europeo como Países Bajos, con una infraestructura, una autoridad portuaria, especialistas en eliminación de residuos, aduanas y todo lo demás, con todo ello, dejó marchar el Probo Koala. Y es que para los expertos no es a su llegada cuando las autoridades europeas deben controlar los residuos peligrosos, sino cuando sale.
Artículo publicado en el diario ‘Business in Africa’, el 26 de septiembre de 2006, y traducido por Rosa Moro, del Depto África de la Fundación Sur