Cuando este septiembre sesione en La Habana la XIV Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (NOAL), la agenda sobre los desafíos y tragedias africanos no podrá faltar en los debates. Se trata de una zona geográfica sacudida desde hace siglos por la explotación de los poderosos, y muestra fehaciente de todos los males generados […]
Cuando este septiembre sesione en La Habana la XIV Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (NOAL), la agenda sobre los desafíos y tragedias africanos no podrá faltar en los debates.
Se trata de una zona geográfica sacudida desde hace siglos por la explotación de los poderosos, y muestra fehaciente de todos los males generados por la dependencia, el coloniaje, la ocupación foránea y la prepotencia imperialista.
Suministradora de mano de obra esclava y recursos naturales que calzaron por siglos el desarrollo de las principales metrópolis del orbe, Africa aparece hoy como una suerte de despojo, cuyos problemas apenas son tomados en cuenta, y donde el litigio por el control de sus cuantiosas riquezas naturales sigue rigiendo en buena medida su duro destino.
En su territorio los poderosos cortaron a capricho las fronteras para sembrar problemas tribales y confesionales que muchas veces han generado guerras internas crueles y fratricidas. La sobre explotación agotó recursos, diezmó a la población y ha dejado una secuela de atraso, pobreza y enfermedades que espanta. De cada mil niños africanos 89 padecen en sus primeras horas de azarosa vida. La esperanza de existencia de un africano es de apenas 42 años de edad, y por estos días la pandemia del SIDA desatada sobre aquellas tierras, amenaza incluso con despoblar a más de una nación.
Mientras, los antiguos traficantes de esclavos lo hacen ahora con diamantes, oro, recursos de la flora y la fauna, y se afilan los dientes con los continuos descubrimientos petrolíferos y de gas generados en el continente.
No obstante tantos avatares, Africa se cuenta entre los pilares de NOAL, y así como el Movimiento fue solidario con la prolongada lucha anticolonialista de la región en décadas pasadas, ahora debe promover el cese del injerencismo externo, los planes de desarrollo, la colaboración multifacética y creadora con aquellas naciones, y el reconocimiento y conversión de tan importante zona geográfica en un trascendente baluarte político internacional aliado de las mejores causas.
En ese contexto encajan perfectamente los programas de cooperación y ayuda puestos en marcha por Cuba desde hace muchos años con los pueblos africanos, y la reciente propuesta del presidente venezolano, Hugo Chávez, en el seno de la Unión Africana, para incorporar el continente a la ola integradora y de apoyo Sur- Sur que se genera esencialmente en el hemisferio latinoamericano.
Africa, pese a todos los avatares, puede salir adelante, y para ello resultan invulnerables la voluntad de sus autoridades, el esfuerzo de sus pueblos, y las manos amigas firmes y decididas. La Cumbre habanera de NOAL puede ser otro paso firme en ese sentido.