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Agricultores de Nigeria rehabilitaron casi 3 millones de hectáreas de bosques

Fuentes: www.ecoportal.net

Los Agricultores de Níger han rehabilitado casi 3 millones de hectáreas que parecían muertas. Replantar árboles con técnicas sencillas que no dañan el ecosistema ha sido la clave del éxito. Un viajero que conozca este país, situado en África Occidental, encontrará la zona más verde que hace treinta años. Hoy crecen diez árboles donde sólo […]

Los Agricultores de Níger han rehabilitado casi 3 millones de hectáreas que parecían muertas. Replantar árboles con técnicas sencillas que no dañan el ecosistema ha sido la clave del éxito. Un viajero que conozca este país, situado en África Occidental, encontrará la zona más verde que hace treinta años. Hoy crecen diez árboles donde sólo había uno en 1980. Día a día se reduce un desierto que amenazaba con sepultar valles, ríos y ciudades. Níger es la muestra de que la Tierra tiene otra oportunidad si el ser humano deja de abusar de ella.

El freno a las dunas desérticas permite al país africano mantener la sabana de la zona norte. Hoy más que nunca, los árboles y la vegetación son vida en un país donde el 80 por ciento de la población habita en zonas rurales y se abastece de ellas. Los habitantes de Níger comercian y se visten con el algodón que recolectan. Comen de las cosechas de arroz y maní, cereal típico de la zona, que en Occidente se consume comprimido en una barra energética de supermercado o en cualquier producto dietético de farmacia. Las instituciones empiezan a ayudar a este pequeño país, y el Consejo de Administración del Banco Africano (BAD) ha aprobado una medida para el saneamiento de agua potable y el refuerzo del riego destinado a la agricultura.

El ejemplo de Níger se extiende. Otros países como Australia empiezan a trabajar por dar una pincelada verde al planeta azul. Las autoridades han firmado un acuerdo para reducir los niveles de dióxido de carbono en cinco años. La idea del Gobierno Australiano es la prohibición progresiva de bombillas tradicionales con el fin de sustituirlas por fluorescentes de bajo consumo antes del año 2010.

La reducción de gases contaminantes se antoja fundamental. Uno de los elementos que deteriora el planeta es el efecto invernadero producido por determinados gases, como el CO2, que aumentan la temperatura del planeta. El problema de la bombilla de Edison, la que quiere sustituir Australia, es que el 85 por ciento de su energía se difumina en la superficie por medio de efluvios caloríficos, mientras que las lámparas de bajo consumo o también llamadas frías, convierten la potencia energética en luz y ahorran el 80 por ciento de lo que gastan las otras. Con que una persona cambie en su casa cinco bombillas tradicionales por la nueva variante reduciría el efecto invernadero en 340 kg.

El pasado mes de diciembre, España aprobó una medida para reducir el CO2 en el periodo navideño con 8 millones de lámparas que, según las autoridades, contaminaban la mitad.

Parece que ir de verde se pone de moda. Es un buen camino para salvar el planeta, aunque quizás las urnas tengan algo que ver. El reemplazo de bombillas de Australia o la reforestación de Níger no dejan de ser medidas a corto plazo, pero la subida de temperaturas reclama políticas más eficaces por parte de todos los gobiernos.

Para que no sea demasiado tarde, para no llorar a la Tierra, para no lamentar como W.H. Auden y pedir «Que se paren los relojes, que se corte el teléfono. Ya no quiero las estrellas, que las apaguen, que empaquen la luna y desmantelen el sol. Que sequen el océano y barran los bosques. Que se callen los pianos y con redobles en sordina llegue el féretro, pues ya nada de lo que venga ha de ser bueno». Aún estamos a tiempo. 

* Carlos Limón Periodista www.solidarios.org.es