El otro día participé en el debate sobre la crisis del ébola, del programa Fort Apache. Se emitirá en unos días. Resultó muy interesante para mí porque la mesa estaba compuesta, entre otros, por profesionales médicos y sanitarios que sabían muy bien de qué hablaban. Lógica y naturalmente el debate enseguida se tornó en «Sanidad […]
El otro día participé en el debate sobre la crisis del ébola, del programa Fort Apache. Se emitirá en unos días. Resultó muy interesante para mí porque la mesa estaba compuesta, entre otros, por profesionales médicos y sanitarios que sabían muy bien de qué hablaban. Lógica y naturalmente el debate enseguida se tornó en «Sanidad pública o sanidad privada» en España, tras la cadena de malas decisiones políticas, errores e incompetencias que han llevado a nuestro país a la situación actual. Yo iba «a hablar de mi libro», de ese tema en el que me intento especializar cada día, en el que no soy experta ni mucho menos, que es el punto de vista desde África. Me quedé con muchas cosas en el tintero, dado que no venían a cuento y el tiempo se hace breve cuando el tema es tan interesante.
Continuamente leo a periodistas, corresponsales y analistas que sí son expertos, que conocen en primera persona el terreno del que hablamos. He llegado a asumir, inconscientemente, que la mayoría de la gente los lee también y conoce estas cuatro cosillas sobre el ébola que yo he aprendido de ellos. Resulta que no, que la mayoría no las conoce porque no se abordan en los principales medios (sobre todo la televisión). Incomprensible. Pues allá van.
En primer lugar no es toda África la afectada por el ébola. Padecemos un racismo endémico que nos hace estigmatizar a los 1.100 millones de africanos que viven en 55 países cada vez que pasa algo a alguno de todos ellos. Sólo son tres países: Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia.
No sólo nuestros personajes públicos-mediáticos están rasgándose la camisa ante las cámaras de televisión por datos manipulados, falsos y/o incompletos, en Estados Unidos la histeria es mucho mayor. Se ha llegado a referirse a Obama como President Ébola, porque su padre nació, aunque apenas vivió, en Kenia, un país que está a unos 10.000 kilómetros de los países afectados, es decir muchísimo más lejos que Madrid de Moscú. En EEUU se habla del ébola no como enfermedad sino como agente, parece que en lugar de educarse en escuelas se eduquen en Hollywood.
En septiembre de 2014, solamente en los tres países afectados, insisto, no en toda África, al día han muerto:
- 13 personas de ébola
- 14 personas de otras fiebre víricas como la lassa
- 110 de tuberculosis
- 404 de diarrea
- 552 de malaria
- y 685 de sida.
Este virus ni siquiera debería llamarse ébola, como el pequeño río del norte de la República Democrática del Congo, donde se dice que apareció por primera vez, porque esta información es falsa. El primer brote de ébola se produjo en Alemania en 1967. En un laboratorio de la ciudad de Marburgo. Hasta el 76 de hecho se llamaba Marburg virus. Este primer brote ocurrió a la vez en otro laboratorio de la ciudad de Frankfurt, enfermaron más de 30 personas y murieron, oficialmente, 7.
Después se han producido brotes en el norte de Congo, efectivamente en 1976, donde enfermaron unas 550 personas y murieron unas 340; en Sudán en 1979, donde enfermaron 34 personas y murieron 22; en Reston, un suburbio de Washington, en 1989, brote del cual no se conocen cifras, al igual que los dos subsiguientes en las mismas instalaciones, opacidad característica de las «investigaciones» de los estadounidenses; de nuevo en la República Democrática del Congo, esta vez 3.000 kilómetros al sur del anterior, en 1995, donde hubo cientos de muertos. Casualmente, sobre este brote se habló en la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Sudáfrica, cuando un agente del régimen racista del apartheid confesó que había realizado experimentos criminales con agentes biológicos en colaboración con el Departamento de Estado Norteamericano, Estados Unidos lo niega todo; y después se han producido brotes periódicos en diversos países de África, pero son controlados con habilidad y rapidez por los eficientes y mal-equipados médicos y sanitarios africanos. Todo esto para desmontar las mentiras tan retransmitidas de que nuestra enfermera infectada es el primer caso que se produce fuera de África y que se llama ébola porque allí se produjo el primer brote.
Las reacciones de la comunidad internacional, mal informada, manipulada o mal intencionada, no sé por cuál de las tres opciones decantarme, o si quedarme con todas, ha reaccionado con una irresponsabilidad épica. «Mientras las cosas de africanos queden en África… pasamos del tema», parecen haber pensado algunos responsables. Desde que surgió el brote de la actual cepa, llamada de Guinea (no es la misma que la de Congo), en diciembre de 2013, casi todo el mundo ha mirado para otro lado, cuando la ONU creó en Ébola Fund para dotar de recursos a los países afectados, muchos gobiernos, como hacen siempre, prometieron millonadas que luego no han dado, sólo India y Australia han aportado 10 millones de dólares, ni siquiera la Unión Africana ha dado recursos, ¡vaya club! Cuba ha mandado 1.500 médicos con una experiencia muy útil, ya que en su país combatieron y controlaron un brote similar de Dengue, y Estados Unidos ha enviado más de 4.000 militares. Al estilo hollywoodiense, donde todo lo arreglan los mamporreros. También Reino Unido y Francia han enviado militares, tan prestos siempre a seguir las indicaciones de su amo.
Parece ilógico mandar militares a combatir una enfermedad, pero en este caso tiene toda la lógica. El Instituto del Ejército de EEUU de Investigación Médica de Enfermedades Infecciosas -el USAMRIID, siglas en inglés- es pionero y el principal, si no el único, en investigaciones sobre «agentes biológicos». Realizan investigaciones duales, es decir, tanto para encontrar vacunas contra virus, como para utilizar esos mismos virus como arma de guerra. Tan preocupados andan con la bioguerra, que solo ellos podrían librar, que incluso han llegado a patentar el virus del ébola. El gobierno de los Estados Unidos posee la patente del ébola desde 2010. El congreso estadounidense aprobó en 2004 una ley curiosa, la Project Bioshield Act, que básicamente garantiza más fondos públicos para este tipo de investigaciones, siempre dentro del ámbito militar, y más opacidad sobre dichas actividades, en nombre del sancto sanctorum de la seguridad.
Precisamente estos militares pioneros en investigaciones con el ébola, y otros virus, del USAMRIID están presentes en los tres países afectados, Liberia, Sierra Leona y Guinea, desde 2006. Es decir, llevan 8 años «investigando» el ébola en estos tres países y no otros, donde casualmente ha surgido el brote, y no en otros. Será por casualidad también que se han producido incidentes de gente que ha linchado a equipos sanitarios de estos centros médicos (financiados por el ejército que posee la patente del ébola) cuando iban a sus pueblos, porque los consideran responsables de la enfermedad.
Existen varios ensayos de «vacunas» contra el ébola, que han realizado farmacéuticas relacionadas con el USAMRIID, la Tekmira Farmaceuticals, que, casualmente, antes de este brote ha recibido un inversión multimillonaria de Monsanto, y Mapp Farmaceuticals, la fabricante del famoso serum ZMapp. Los sueros mágicos solo han sido probados en monos y ratones. No había, hasta ahora, razón para probarlo en humanos. Este brote les ha venido de perlas a las farmacéuticas. Con la histeria colectiva, creada más mediática que informadamente, el mundo entero empieza a suplicar a estas multinacionales que le venda a cualquier precio estas vacunas, cuyos efectos en humanos se desconocen porque están siendo probadas ahora mismo. Hay que abastecer al mundo entero de vacunas, esto ha hecho que las acciones de dichas farmacéuticas estén subiendo como la espuma en la bolsa.
No sería la primera vez que se experimenta impunemente con el cuerpo de los africanos, en secreto o a voces, ni la primera vez que la OMS, irresponsable, baila al son de «creemos una alarma mundial con una enfermedad que solo se cura con un medicamento que venden unos amiguetes nuestros». ¿Alguien se acuerda de la histeria mundial creada con la gripe aviar, también «investigada» por el USAMRIID, y el tamiflú vendido al todo el mundo generando beneficios multimillonarios a la farmacéutica en la que el ex vicepresidente de los Estados Unidos, Dick Cheney, tenía muchas acciones? pues eso.
Recomiendo encarecidamente leer cualquier cosa de Horace G. Campbell, pero especialmente este análisis sobre el ébola , del que he sacado muchos de los datos que acabo de aportar.
Fuente: http://africaenmente.blogspot.com.es/2014/10/algunas-cosillas-sobre-el-ebola.html