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Andreu Mas-Colell en el Círculo de Economía catalán (II)

Fuentes: Rebelión

Como se indicó anteriormente [1], el pasado 30 de septiembre de 2011, Andreu Mas-Colell [AMC], consejero de Economía y Conocimiento del gobierno de la Generalitat de Catalunya, el denominado por el propio Artur Mas «gobierno de los mejores» (privatizadores se le olvidó añadir), realizó una intervención en el Círculo de Economía catalán. Se trataba de […]

Como se indicó anteriormente [1], el pasado 30 de septiembre de 2011, Andreu Mas-Colell [AMC], consejero de Economía y Conocimiento del gobierno de la Generalitat de Catalunya, el denominado por el propio Artur Mas «gobierno de los mejores» (privatizadores se le olvidó añadir), realizó una intervención en el Círculo de Economía catalán. Se trataba de inaugurar el curso académico. Sin entrar en detalles concretos de política económica, algo así como su programa, su filosofía económica. Toda una declaración de intenciones, un claro aviso para navegantes, empresarios neoliberales y también, desde luego, para la ciudadanía resistente.

La conferencia, editada por el departamento que el propio AMC dirige [2], tiene la siguiente estructura: breve introducción, tres apartados -«Europa», «Espanya» y «Catalunya»-, y conclusiones y propuestas, con una curiosa y significativa cita (que uno, ingenuamente, creía impropia del profesor Mas-Colell) que se desliza en las últimas líneas de su intervención.

En la introducción, AMC delimita los márgenes de su intervención: no va a hablar de temas importantes como el pacto fiscal, la política industrial o las políticas de agilización y disminución del sector público administrativo -estos asuntos, anuncia, merecerán su atención en otro momento-, destacando inmediatamente un mensaje que él cree esencial: en las actuales circunstancias mundiales -que no detalla- «tenemos poco margen de maniobra en la gestión de nuestros asuntos colectivos». Sea como fuere, el reducido margen existente es «decisivo para marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso» y, señala, no se debe dejar pasar una oportunidad que puede ser transformadora (en el sentido que posteriormente hará explícito).

Tras esta breve incursión, AMC se centra en Europa. Breves pinceladas: la crisis está poniendo a prueba una de las grandes realizaciones europeas, el euro (él mismo fue escéptico en su momento, pero ha cambiado de opinión); la voluntad política es un fenómeno que puede alcanzar una enorme fuerza hasta el punto de imponerse en algunas grandes decisiones por encima incluso de la lógica económica de la situación. Hasta el punto que el conseller cree ahora que el euro es, de hecho, indestructible. No da razones para defender su creencia.

La voluntad política inicial, señala con un optimismo que casa mal con muchos hechos y actitudes, no ha disminuido significativamente en este ámbito. En su opinión, también optimista donde las haya, Alemania reaccionará finalmente y asumirá el ligerazo del proyecto europeo. Qué tipo de liderazgo y hacia qué proyecto no son objeto de concreción.

Eso sí, admite AMC que la confianza en Alemania se está sometiendo a duras pruebas: las medidas sobre la crisis y la defensa del euro se están tomando en el último momento. «Las incidencias de la política interna y de una opinión pública alemana muy centrada en ella misma marcan el ritmo», asegura. En estas condiciones, reconoce, los accidentes son posibles.

Para AMC, sin entrar en detalles, es evidente que la salida de la crisis tendría que implicar un aumento significativo de la dimensión europea de la fiscalidad de la eurozona: un mayor presupuesto de la UE, algún tipo de eurobono, que no obligue al endeudamiento de las unidades políticas subestatales (de Catalunya por ejemplo) y, más difícil en su opinión, «mayor presencia y uso de mecanismos de transferencias internas».

Todo ello, añadió el conseller en su intervención, son asuntos tabú para Alemania. Pero hacía allí habría que ir en su opinión. AMC no olvida la dimensión política del escenario: «¿cómo es posible controlar de manera democrática una política económica europea cada vez más potente y relevante?». Es difícil contemplar, por ejemplo, una fiscalidad europea seria con los mecanismos de control hoy existentes admite. Es necesario profundizar en los aspectos de control democrático. Por ejemplo, señala el conseller, «en la elección del presidente por sufragio universal». No hay más ni otras ideas concretas en este punto.

AMC se adentra en España a continuación. Su realidad, la española, está marcada esencialmente por ser una economía de la eurozona. El área del euro, esta es una de las tesis fuertes del responsable económico del gobierno Mas, se consolidará y, con y por ello, España seguirá siendo una economía del euro. Una salida del euro, en su opinión, a pesar de haber sido pensada y defendida con argumentos diversos (entre nosotros, por Pedro Montes, por ejemplo, pero no solo por él) es impensable. No dice más, no explica el conseller las razones de esa imposibilidad.

AMC propone a continuación una pregunta como estimulante ejercicio intelectual. Es la siguiente cuestión: ¿fue una buena idea incorporarse a la eurozona? Desde su punto de vista, la razón profunda para hacerlo en su momento fue «la voluntad de tomar un compromiso irrevocable con Europa y con su disciplina». ¿Disciplina? No aclara más aunque probablemente AMC esté pensando en la disciplina económica con alguna arista política complementaria.

Eso fue lo que se dijo en su momento, señala; nada es escondió añade. ¿Nada? Ni que decir tiene que esa voluntad superaba el ámbito estrictamente económico: la seguridad democrática, finalidad netamente política, era un objetivo básico y romper la excepcionalidad histórica española era una segunda finalidad. El factor europeo sigue vivo en su opinión, aunque AMC advierte que no hemos de presuponer que tenga la misma fuerza en las nuevas generaciones. Hay que trabajar ese territorio no consolidado.

Reducida al ámbito económico, la pregunta sobre la disciplina -«a la disciplina económica europea, o, si se prefiere, a la disciplina económica alemana»-, que hace años hubiera sido considerada ridícula, tiene ahora en su opinión mucho sentido. Su respuesta: depende de la duración del período de estancamiento diferencial, «que no es un factor exógeno y de naturaleza casi física». Si dura poco, no habrá dudas globalmente, pero si dura mucho, «y dura sólo para nosotros, la balanza se podría inclinar en dirección contraria». No es imposible. AMC recuerda que algunos países de UE no adoptaron el euro «y no parece que hayan sufrido las consecuencias de esta decisión».

Para el conseller de Economía catalán, sobre la duración influirá sin duda la evolución de la economía mundial y europea y otros factores de los que «tenemos control». En su opinión, «la influencia decisiva será estrictamente interna e irá estrechamente ligada a la voluntad de reformas».

Explica este punto con más detalle: como ya no es posible devaluar, la posibilidad de reducir el período de recuperación de la crisis «está absolutamente ligada a la flexibilización de la economía» o, dicho en otros términos, a realizar sin más dilaciones las reformas estructurales pendientes. ¿Nos suena la música? Pura tonalidad CEOE y afines.

Tras desestimar la conjetura de que fue un error entrar en el euro,

AMC admite la posibilidad de que «nosotros» hagamos las cosas bien y que Europa no las haga bien en cambio. ¿Cómo? Dominando en Europa ideas, que tampoco concreta, excesivamente ortodoxas sobre fiscalidad y política monetaria. Si este fuera el caso, AMC reconoce que entonces «tendríamos que lamentar que nuestra historia y las necesidades políticas nos hubiesen impulsado hacia una integración en un área económica mal gestionada». Confía que ese no sea el caso. Y ya está, no dice más.

Más concretamente: AMC señala que de todas las reformas pendientes hay una más importante que todas las demás. ¿Se la imaginan? Efectivamente: la (contra) reforma laboral siempre pendiente. Sus consideraciones: 1. La situación actual de paro es insostenible. 2. Esta realidad irrumpirá con fuerza en un discurso dominante que «racionaliza la situación y acaba mirando hacia otro lado, como si fuera una fatalidad». 3. De hecho, ya había irrumpido: el ministro de Trabajo del último gobierno Zapatero había señalado que más vale un contrato temporal, el que fuera, que el paro (AMC añade entusiasta: una observación simple pero sabia»). 4. No es por otra parte correcto relacionar la absorción del paro al crecimiento. 5. El crecimiento ayudará pero sólo si se hacen las reformas la absorción será más rápida.

Pero, ¿qué reformas? Mejor, ¿qué contrarreformas?

MC da algunas pistas: es necesario un marco donde las empresas no sean reticentes a la creación de puestos de trabajo y, el paso es muy importante, «donde la disponibilidad de puestos de trabajo haga evidente al conjunto de los trabajadores… que un sistema en el que el contrato laboral es un poco más inseguro individualmente, dentro de un mercado globalmente más seguro («es el mundo de la plena ocupación»), es mejor que un sistema donde el contrato laboral individual es muy seguro para el que lo tiene pero el mercado, considerado globalmente, es muy inseguro».

Con más calma: ¿un poco más -¡un poco más!- inseguro? ¿Contratos laborales aún más inseguros? ¿Conoce realmente el conseller la situación del mundo de trabajo en estas últimas décadas? ¿Mundo de plena ocupación? ¿Dónde se ubica? ¿Otro cuento de la lechera? ¿Por qué sólo cabe registrar esos dos escenarios? ¿Un todo globalmente positivo que aplasta aún más a sus partes? ¿Esa es la receta del conseller? ¿No es pensable un escenario donde el «mercado» considerado globalmente sea seguro y también lo sea el contrato individual de los trabajadores? ¿No es ésta acaso una aspiración más que legítima? ¿No es un mínimo incluso? Si no es el caso, si es un imposible económico-político, ¿por qué lo es? ¿Qué estamos aceptando como si fueran postulados geométricos o axiomas de partida?

AMC no tiene ningún problema en explicitar sus coincidencias: comparte las ideas del primer informe Carec y aprovecha de paso la ocasión para agradecer «la colaboración desinteresada con el gobierno de la Generalidad del grupo de profesionales que lo forman, empezando por su presidente, el señor Salvador Alemany». ¡Qué cortés que se muestra el señor AMC con este grupo de «profesionales desinteresados»!

Catalunya pasa a ser a continuación el nudo de atención de Mas-Colell.

Notas:

[1] «Andreu Mas-Colell en el Círculo de Economía catalán (I)» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=142114

[2] Andreu Mas-Colell, «Les oportunitats d’aquesta crisi». Generalitat de Catalunya-Departament d’Economia i Coneixement.

[3] Se cree que Mas ofreció a Alemany -actual presidente de Abertis y del Círculo de Economía de Barcelona-, cuando formó gobierno, la cartera que ahora ocupa precisamente Mas-Colell.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.