«Angola, la antigua joya del imperio portugués, es un país aniquilado y sumido en el olvido. Y, de momento, la guerra sigue siendo guerra.» Alfonso Armada, El País 23.10.1994 El pasado día 8 de septiembre de 2008 una observadora internacional de las elecciones angoleñas preguntaba a un dirigente provincial del MPLA (1) su opinión sobre […]
«Angola, la antigua joya del imperio portugués, es un país aniquilado y sumido en el olvido.
Y, de momento, la guerra sigue siendo guerra.» Alfonso Armada, El País 23.10.1994
El pasado día 8 de septiembre de 2008 una observadora internacional de las elecciones angoleñas preguntaba a un dirigente provincial del MPLA (1) su opinión sobre los resultados electorales registrados en las elecciones del día 5 del mismo mes.
El dirigente reiteró su satisfacción por el triunfo de su partido, que atribuyó a que el pueblo lo percibe como el partido de la paz y en el que confía para dar un decidido salto adelante con ayuda de un ambicioso programa de inversiones en obras públicas, educación, salud, etc. El dirigente mencionó asimismo el pobre resultado de UNITA y destacó los resultados de otros partidos. En particular, dijo, los de ND, Nueva Democracia, con quien en su opinión habría que contar en el futuro como potencial actor aglutinador del voto opuesto al gobierno, actualmente atomizado y falto de orientación.
La observadora internacional -ciudadana de un país ex socialista y con un insuficiente dominio de la lengua portuguesa- entendió que el dirigente le había hecho un discurso preelaborado a la manera de los que se hacían en su propio país, esta vez sobre la nueva democracia -con minúsculas- que el MPLA había traído al país, a su amor por la paz, etc. Y lo descartó inmediatamente como pura propaganda, a la vez que la reafirmaba en su idea de que se hallaba ante una situación típica de un régimen de partido único.
¿Lapsus o metáfora?
Victoria esperada pero sorprendente
Dado que en Angola no están permitidas las encuestas electorales, pocos preveían un resultado tan decididamente favorable al partido del gobierno. En general, se daba por favorito al MPLA, que aupado en un crecimiento acelerado del PIB -23% en 2007, y cifras en torno al 20% los últimos años-, ha intensificado su programa de obras públicas y de mejora de las infraestructuras, entre otros, de manera espectacular.
Asimismo, el MPLA cuenta con el valor añadido de ser el partido que proclamó la independencia de Portugal en 1975; el partido de la integración de Angola en el mundo posterior a la división en bloques, con la Constitución de 1991; el vencedor de las únicas elecciones generales realizadas desde entonces, en 1992 (cuyo resultado UNITA nunca aceptó); el partido, por último, de la paz, lograda en 2002 tras la muerte del líder de UNITA, Jonas Savimbi.
Los resultados de estas primeras elecciones en tiempo de paz -con más de ocho millones de votantes – no le han podido ser más favorables. Con un 89% de participación total, los resultados a escala nacional en porcentaje de votos y en número de diputados, sobre un total de 220, han sido muy superiores a los de las elecciones legislativas de 1992, cuyos resultados aparecen aquí entre paréntesis:
% Votos 2008 (1992) Diputados 2008 (1992) MPLA 81,64% (53,7%) 191 (129) UNITA 10,39% (34,1%) 16 (70) PRS 3,13% (2,3%) 8 (6) ND 1,20% (–) 2 (–) FNLA 1,11% (2,40) 3 (5)
Fuente: CNE y African Elections Database, hhtp://africanelections.
Destaca pues también la abultada derrota y la escasa presencia parlamentaria actual de UNITA y FNLA, los dos partidos opositores al MPLA desde la independencia y que combatieron al gobierno con las armas, y el ascenso de dos partidos menores -PRS y ND- que registran buenos resultados -en algunas provincias, muy por encima de su media nacional- y tendrán presencia en la nueva Asamblea Nacional.
No obstante su segundo lugar general, la derrota de UNITA es tanto más completa cuanto que incluso en las provincias en las que se le suponía una mayor base social y electoral, como Bié o Huambo, no ha llegado ni al 20% de los sufragios, y ha quedado en todos los casos muy por debajo del MPLA:
Bié | MPLA | 74,9% | UNITA | 18,3% |
Huambo | MPLA | 82,1% | UNITA | 13,5% |
Fuente: CNE
Hay que señalar también que las elecciones de 1992, a que hemos hecho referencia y que inevitablemente surgen como elemento de comparación, fueron a la vez legislativas y presidenciales. Además de los resultados indicados arriba relativos a la composición de la Asamblea Nacional, la elección de presidente dio como resultado un 49,8% de votos a favor de José Eduardo dos Santos (MPLA), 40,1% para Jonas Savimbi (UNITA) y cantidades por debajo del 3% a favor de otros candidatos. Fue aparentemente la derrota de Savimbi como candidato presidencial la que motivó su rechazo de los resultados electorales, tanto los presidenciales como los legislativos, y la reanudación de la guerra.
Las elecciones han contado con la participación de observadores electorales de la UE, EE UU, la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP) y la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) entre otras, además de las visitas de parlamentarios portugueses y de otros países.
Los informes elaborados por estas misiones de observación no cuestionan los resultados, pero algunos, como el de la UE son lo suficientemente ambiguos como para contentar al gobierno (calificando las elecciones de «imparciales y creíbles») y a la vez dar pie a que la oposición, partidista u otra, haya denunciado fallos y desequilibrios, sobre todo durante la campaña, en particular en el uso de los medios de comunicación. Pero también, y más importante quizás, durante la propia votación, prolongada debido a la apertura retrasada de colegios electorales, en particular en Luanda, y el recuento de los votos especiales, muy poco sistemático.
Pero en ningún caso fueron motivos que permitieran impugnar el abrumador resultado en favor del MPLA, que fue aceptado casi desde el primer momento incluso por el líder de UNITA Isaías Samakuva. La ausencia de actos de violencia o de violaciones flagrantes o sistemáticas de las reglas del juego son datos reconocidos por todos, que han acabado pesando más que las deficiencias registradas, algunas de ellas comprensibles en un país en el que, por ejemplo, no se realiza un censo de población desde hace más de treinta años.
Dos Santos: el dirigente de la paz
Calificado por algunos de persona sin relieve ni carisma, José Eduardo dos Santos tiene sin embargo un pasado de dirigente capaz, por una parte, de dirigir la diplomacia del país o la oficina nacional de planificación económica, cargos que desempeñó en la primera etapa de la independencia, bajo la presidencia de Agostinho Neto; y, por otra, de conseguir ganar la guerra a UNITA mediante acciones diplomático-militares enérgicas, en un entorno hostil.
A finales de la década de 1990, dos Santos obligó a los países vecinos a que retirasen su respaldo a Savimbi: en Zaire, apoyando a Laurent-Desiré Kabila a derrocar en 1997 el régimen mobutista y con ello cortar la ayuda a UNITA; en Congo-Brazzaville derrocando a Pascal Lissouba -otro apoyo de Savimbi- y restaurando en el poder a Denis Sassou-Nguesso, que garantizó la neutralidad con su vecino del sur. Con estas enérgicas acciones dos Santos puso los fundamentos para la derrota estratégica de UNITA.
Desde entonces, Angola ha conseguido una presencia diplomática regional plena en el seno de la Unión Africana, donde forma parte del Consejo de Paz y Seguridad; la Comunidad Económica de Estados de África Central; la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC); la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), etc. además de los diferentes organismos de la ONU, donde ha formado parte por primera vez del Consejo de Seguridad en 2003-2004.
Esta presencia sistemática y relevante de Angola en los foros diplomáticos internacionales africanos y mundiales constituye motivo de orgullo para los sectores de la población políticamente más conscientes y orientados al exterior, y en general ha conseguido difundir a escala nacional general la noción de que Angola está destinada a desempeñar un papel relevante de potencia regional en las relaciones internacionales africanas y más allá, y no sólo por el peso de su producción petrolera, que este año ha alcanzado el primer lugar en África, superando a Nigeria, con una producción en torno a dos millones de barriles diarios.
El presente año 2008, dos Santos ha realizado una campaña volcada en obtener el voto de jóvenes y mujeres, dos colectivos cualitativa y cuantitativamente importantes. Debido principalmente a los efectos de la guerra en el país, se calcula que el voto femenino en Angola representa el 60% del total.
Aupado en su propia militancia, en el poder del aparato del Estado y en una campaña triunfalista y deparadora de optimismo en el futuro, dos Santos ha liderado una victoria que le permite al MPLA no sólo gobernar en solitario esta próxima legislatura sino también modificar la Constitución, al contar con el quórum necesario, aunque por el momento el presidente no ha mostrado sus cartas al respecto. Habrá que esperar a la toma de posesión de la nueva Asamblea Nacional y a su entrada en funciones, en octubre próximo, para conocer la posición del MPLA al respecto.
Además de conseguir resultados tangibles en la reducción de las enormes bolsas de pobreza existentes y de continuar su ambicioso programa de reformas, una de las tareas más acuciantes que tiene ante sí el presidente dos Santos en esta próxima legislatura es la lucha contra la corrupción, en particular la existente entre los cuadros del MPLA, que es percibida así en amplios sectores de la propia militancia del partido que no obstante sigue confiando mayoritariamente en el presidente.
UNITA: una derrota que puede llevar a la marginalidad
UNITA como partido político no ha sabido superar en estas elecciones su imagen de partido de la guerra y del exterior, al utilizar extensamente en su campaña la imagen de Savimbi y la presencia de miembros del lobby de UNITA en el exterior, en particular en Portugal, traídos al país para la ocasión.
El mismo presidente actual, Isaías Samakuva, es también un hombre del exterior, residente durante los años de la guerra en Londres, donde dirigía la representación del partido en el exterior. También lo son Alcides Sakala, ex presidente del grupo parlamentario, y Adalberto da Costa Junior, ambos delegados en Europa durante la guerra.
Con un grupo de cuadros de reciente incorporación y poca experiencia, y los citados altos cargos, entre otros, poco experimentados en la lucha política en el interior, su principal referencia en estas elecciones ha sido la figura un tanto mitificada de Jonas Savimbi, un hombre que en 1992 pudo haber puesto fin a la guerra aceptando el resultado de las elecciones celebradas entonces -mucho más favorables para UNITA que las actuales, como hemos visto- y que en cambio optó por la lucha armada, que desangró al país diez años más.
Cargar el peso de la campaña en el legado de Savimbi ha podido ser una de las causas más directas de su actual derrota. Asimismo, en las últimas semanas antes de las elecciones UNITA sufrió una sangría constante de militantes que manifestaron públicamente su paso a otros partidos, principalmente al MPLA. El 27 de agosto, poco más de una semana antes de las elecciones, 150 militantes de UNITA del enclave septentrional de Cabinda anunciaron su paso al MPLA y pidieron públicamente el voto de sus seguidores para este partido.
El futuro político
Dada la capacidad legislativa ilimitada que le confieren a la mayoría parlamentaria los resultados de las elecciones y la opción del gobierno por una continuación de la política de reconstrucción como motor económico (desarrollo de infraestructuras y potenciación de la educación y los programas de vivienda y salud), queda pendiente la asignatura política, tanto nacional como internacional.
En el plano nacional, en los seis años transcurridos desde el final de la guerra -en realidad ya desde 1997-, Angola ha tenido un gobierno de concentración nacional, (Governo de Unidade e Reconciliaçao Nacional, GURN) con el MPLA como fuerza mayoritaria y con representación a escala de gabinete de UNITA, PRD, PRS, etc. Está ya anunciada una remodelación ministerial que, con las cifras de las elecciones en la mano, podría resultar en un gobierno totalmente monocolor. Está ya también sobre el tapete la posibilidad -más que una posibilidad, seguramente- de una renovación constitucional de escala todavía desconocida. En ambos casos, el gobierno deberá maniobrar de modo que aleje cualquier sombra de régimen de partido único que algunas voces están ya adelantando. El portavoz del MPLA, Norberto dos Santos, se ha apresurado a comparar la situación con otras similares en Europa, en las que, en sus palabras, «las mayorías absolutas no conducen al regreso de partidos únicos.» Los próximos meses de 2008 aclararán esta situación.
En el orden de la representación partidaria, no puede descartarse una continuación de la pérdida de importancia de UNITA como principal partido de la oposición después de estos resultados. La posibilidad de establecer coaliciones está encima de la mesa, y habrá que seguir su evolución en el contexto de la nueva Asamblea Nacional y el nuevo gobierno.
En el plano internacional ha destacado la escasa repercusión de las elecciones angoleñas en las cancillerías europeas y estadounidense. El premier británico Gordon Brown se negó a comentarlas, remitiendo a las conclusiones de los observadores internacionales, en una actitud poco acorde con el papel internacional del Reino Unido y el monto de sus inversiones en Angola. En Estados Unidos la cobertura tuvo asimismo un perfil muy bajo, y el New York Times anunció suavemente que la falta de sorpresas era una buena razón para tener esperanza en el futuro, aunque no dejaba de destacar la importancia de los compromisos de Angola con China. Portugal, primer socio comercial, ha acogido los resultados con normalidad y el resto de cancillerías de países vinculados con Angola salió del paso con comentarios igualmente de escaso relieve.
Otras voces del exterior, en particular de la diáspora, no dejan de poner en guardia ante el mantenimiento de lo que consideran régimen de partido único y de su dependencia de los recursos aportados por China, que en 2003 abrió a Angola una línea de crédito de 9.000 millones de dólares, además de otros 3.000 millones aportados por el China Fund. Como a nuestra observadora, les resulta difícil entender los cambios experimentados por Angola en los últimos 10 ó 15 años y la realidad de un país en el que se vive un clima de esperanza y optimismo, y cuyo objetivo principal sigue siendo la lucha contra la pobreza galopante, para lo que dispone de los medios y la voluntad política necesarios.
Asimismo, un país que está plenamente inscrito en una dinámica de integración regional, gracias a sus buenas relaciones con sus vecinos, en particular con la potente África del Sur post Thabo Mbeki; y en una dinámica mundial cada vez más multipolar y menos vinculada y constreñida por los organismos internacionales de control económico (FMI y Banco Mundial, principalmente). Con una deuda exterior que se ha reducido del 33% al 16% del PIB tiene una de las tasas más bajas del mundo, y su ausencia de endeudamiento con las instituciones prestatarias le permite evitar las condiciones draconianas que conllevan los programas de ajuste estructural que en el pasado con tanta liberalidad se imponían a los países en desarrollo.
- Principales partidos políticos angoleños:
MPLA – Movimento Popular de Libertação de Angola (partido en el poder)
FNLA – Frente Nacional de Libertação de Angola
UNITA – União Nacional para a Independência Total de Angola
PRS – Partido da Renovação Social
ND – Nova Democracia
PDP-ANA – Partido Democrático para O Progresso de Aliança Nacional
PADEPA – Partido de Apoio Democrático Progresso de Angola
PPE – Plataforma Política Eleitoral
PAJOCA – Partido da Juventude Operária e Camponesa de Angola