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Angola: Tras lustro de paz, la lucha por el poder prosigue

Fuentes: IPS

Casi un año y medio después de su destitución como director del Servicio de Inteligencia Exterior de Angola, Fernando Miala puede abrir la caja de Pandora de la clase dirigente de este país, acusada de ser una de las elites africanas que más se ha enriquecido en el ejercicio del poder. La organización no gubernamental […]

Casi un año y medio después de su destitución como director del Servicio de Inteligencia Exterior de Angola, Fernando Miala puede abrir la caja de Pandora de la clase dirigente de este país, acusada de ser una de las elites africanas que más se ha enriquecido en el ejercicio del poder.

La organización no gubernamental Transparencia Internacional ubica en el lugar 22 del listado de países más corruptos del mundo a Angola, que integra además el grupo de naciones africanas más vulnerables a este flagelo junto con Costa de Marfil, Chad, Guinea Ecuatorial, República Democrática del Congo, Sudán, República de Guinea, República del Congo, Sierra Leona y Nigeria.

El presidente del país y líder del gobernante Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), José Eduardo dos Santos, destituyó el 25 de febrero de 2006 a Miala, un militar de carrera con grado de general, tras varios meses de presiones de los dirigentes de su partido, que insistentemente pedían su cabeza.

Tras 13 años de la guerra de liberación nacional iniciada en 1961, esta ex colonia portuguesa del África Austral con 16 millones de habitantes estimados en 2006 y un territorio de 1,3 millones de kilómetros cuadrados vivió uno de los períodos más largos y sangrientos de la historia independiente del continente.

El mismo día en que el último soldado del ejército colonial embarcó de regreso a Portugal estalló la guerra civil entre el MPLA, receptor del poder de manos de Lisboa, y la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (Unita), que se saldó con 1,1 millones de muertos, cuatro millones de desplazados y todo el territorio con infraestructuras en ruinas.

El conflicto armado sólo finalizó en febrero de 2002 con la muerte en combate del líder de la Unita, Jonas Malheiro Savimbi.

Pero la sorda lucha por el poder continúa hasta hoy, en un ambiente de gran promiscuidad entre la política y la economía con su derivación de grandes negocios, en este país que es uno de los principales exportadores de petróleo, rico en diamantes y que recibe gruesas sumas de dinero para la reconstrucción. El caso Miala, estiman observadores en la capital portuguesa, se inscribe en este contexto.

Entre las acusaciones en su contra se destacaban las «graves violaciones» practicadas por su dirección del servicio de informaciones, «usurpando» prerrogativas del jefe del Estado y actuando «al margen del presidente de la República».

Sin embargo, Miala guardó riguroso silencio hasta el lunes, cuando, en un documento divulgado por el semanario privado angoleño Folha 8, el general asevera que no va «a delatar a nadie, pero no me callaré, aunque tengo conciencia de no poder contar con un juicio justo, libre e imparcial».

Miala precisó que no acepta «integrar este elenco de marionetas» y alerta al presidente Dos Santos sobre «este nido de intrigas y para mantenerse libre y no rehén de estos círculos de influencias que desean separarlo de las instituciones y amigos fieles».

Las acusaciones que condujeron a su exoneración «parecen un trabajo de fantoches», apunta el ex director del Servicio de Inteligencia Exterior (SIE), pero a renglón seguido reafirma su lealtad a Dos Santos y rechaza acusaciones de intento de asesinato del mandatario. «Nunca se me pasaría por la cabeza atentar contra la vida del camarada presidente», enfatiza.

El documento titulado «¿Por qué me condenan sin derecho a respuesta?», que comenzó esta semana a circular en Luanda entre altos dirigentes do MPLA y diplomáticos extranjeros, contiene graves acusaciones de Miala al sostener que fue «cobardemente apartado en base a la intriga y la calumnia de ciertos elementos».

El rosario de acusaciones contra el ex general incluyó la creación de estructuras operativas del SIE «en instituciones nacionales en el interior del país, apartadas de su esfera de jurisdicción», así como la confección de expedientes de investigación secreta «sin cobertura legal, sin razón funcional y sin orientación», contra algunos miembros del gobierno y de la presidencia.

Miala admite que su vida está en peligro, «que me quieren ver muerto, un plan encabezado por personas colocadas en organismos claves y todo esto porque piensan que será capaz de denunciar muchas irregularidades, pero, no lo hice ayer ni lo haré hoy, ya que sé cuales son mis responsabilidades y lo que son los secretos de Estado».

El ex militar garantiza su lealtad al régimen, pero entrelineas, deja pasar una advertencia: «Puedo asegurar que no seré yo quien revele los números de cuentas bancarias, inmuebles o inversiones del presidente de la república, como se llegó a inventar, porque yo pienso que de esta forma continúo siendo fiel al ingeniero José Eduardo dos Santos».

El doctor en ciencias sociales y políticas, Eugénio Costa Almeida, especialista angoleño en temas africanos residente en Portugal, dijo a IPS que «el caso Miala presenta la situación paradigmática de un país donde el caciquismo está fuertemente implantado, donde la democracia es constantemente cuestionada por actos que nada tienen que ver con hechos democráticos, sino en razón de intereses personales».

El politólogo, columnista de varias publicaciones luso-africanas, sostuvo que «por alguna razón Miala quiere ser oído acerca del llamado intento de golpe de Estado del que fue acusado, y no por el hecho de que como militar de carrera fue pública y ‘estalinísticamente’ pasado a la reserva sin que las acusaciones fuesen llevadas a un tribunal».

«Una democracia no se afirma con algo como ‘se dijo que se dice’, sino con actos y hechos que la sostengan y la consoliden, porque expulsar militares en un país donde el poder castrense es fuerte, sin razones claras, es un peligro para la consolidación de la democracia», apuntó Costa Almeida.

Entretanto, Francisco Viena, alto dirigente del opositor Frente para Democracia (FpD), fustigó la falta de democracia interna en el MPLA.

En declaraciones a la prensa reproducidas el martes por el periódico electrónico Noticias Lusófonas, Viena deplora que «Angola es un estado de derecho sólo en su Constitución» y «el gran obstáculo para el avance de la democracia continúa siendo el déficit democrático que se registra en el interior del partido de los camaradas», en alusión al MPLA.

Según el dirigente opositor, líder del FpD de la provincia centro litoral de Benguela, el partido de gobierno «no tendrá otra solución sino democratizarse.

«Si el MPLA no se democratiza, entonces no se puede democratizar Angola», indicó.