El pasado 25 de octubre, algunos medios de comunicación argelinos informaron de que el presidente Abdul Aziz Buteflika había dado luz verde a varios líderes del ilegal Frente Islámico de Salvación (FIS) para que crearan un nuevo partido político a cambio de su apoyo a su Carta por la Paz y la Reconciliación Nacional, que […]
El pasado 25 de octubre, algunos medios de comunicación argelinos informaron de que el presidente Abdul Aziz Buteflika había dado luz verde a varios líderes del ilegal Frente Islámico de Salvación (FIS) para que crearan un nuevo partido político a cambio de su apoyo a su Carta por la Paz y la Reconciliación Nacional, que fue aprobada por más del 97% de los votantes en el referéndum del 29 de septiembre. Walid Tulmasani, corresponsal de Islamonline en Argelia, señala que este nuevo partido está casi creado y sólo necesita ser reconocido por las autoridades.
El nuevo partido podría liderar a la corriente islamista moderada en el país en los próximos años. Aunque algunos de los líderes de este nuevo partido son caras nuevas sin ninguna relación con el viejo FIS, otras de sus figuras más prominentes habrían ocupado altos cargos en el partido a principios de los años noventa. Uno de ellos sería el antiguo líder del Ejército Islámico de Salvación (AIS), la rama militar del FIS, Madani Mizraq. Cabe señalar que la iniciativa de Buteflika recuerda otra similar promovida por los líderes del FIS a mediados de los años noventa, pero que fue rechazada por el gobierno argelino. El Ministerio del Interior se negó entonces a legalizar al partido islamista Movimiento por la Justicia y la Lealtad porque el 80% de sus miembros habían pertenecido al FIS.
Los orígenes del FIS se encuentran en la rebelión de la juventud argelina en Argel, la capital, y otras ciudades en octubre de 1988. Los jóvenes manifestantes llevaron a cabo entonces manifestaciones para pedir la arabización de la sociedad, empleos y libertad. El ejército reprimió violentamente dichas protestas. El FIS fue fundado en marzo de 1989 y legalizado en septiembre de ese año.
El FIS ganó las elecciones locales de junio de 1990 al obtener el 65% de los votos y la victoria en las principales ciudades de Argelia. El partido del gobierno, el FLN, que había gobernado el país desde su independencia en 1962, consiguió el 28% de los sufragios.
A principios de 1992, los militares anularon los resultados de las elecciones parlamentarias de 1991, en las que el FIS iba a conseguir una victoria abrumadora. El régimen prohibió el partido y lanzó una severa represión contra sus miembros, enviando a un gran número de ellos a campos de concentración situados en el Desierto del Sahara. El gobierno provocó, de este modo, un conflicto armado que se prolongó durante más de una década y costó la vida de unas 200.000 personas, en su mayor parte civiles. En enero de 2000, el FIS disolvió a su rama militar y una gran parte de sus militantes abandonaron la lucha armada acogiéndose a un programa de amnistía gubernamental.
En realidad, el FIS estaba dividido en dos facciones, los que querían seguir el camino de las elecciones y la democracia, que eran llamados «nacionalistas» o «yazairs» (argelinos) y estaban liderados por Abdel Qadir Hachani -que murió asesinado en 1999- y los «afganos», es decir, los veteranos de la guerra de Afganistán contra las tropas soviéticas. Los «afganos»eran salafíes, una rama conservadora del Islam. Su líder era Ali Belhay, el «número dos» del partido.
Las noticias sobre un posible acuerdo entre el gobierno argelino y algunos líderes del FIS quedaron confirmadas por el retorno de Anuar Haddam, un líder del ilegalizado partido islamista, a Argelia tras más de una década de exilio en EEUU. «Anuncio al pueblo argelino que he aceptado una invitación del presidente de la República para regresar a casa y continuar la acción política desde dentro con el fin de lograr una auténtica reconciliación. Lo que me llevó a aceptar esta invitación es que creo que existe ahora el mínimo de libertad suficiente que nos puede permitir contribuir de una manera efectiva a los esfuerzos nacionales en pro de la reconciliación, que exige el establecimiento de la justicia y el fin del hostigamiento a los activistas por causa de sus ideas y posturas políticas,» señaló Haddam en declaraciones recogidas por el Washington Times.
Sin embargo, algunos de los dirigentes del FIS, tales como el «número uno», Abbasi Madani, que vive en la actualidad en Qatar, han rechazado públicamente la posibilidad de otorgar algún tipo de apoyo al régimen a cambio de un papel político para los antiguos miembros del FIS. Madani cree que la Carta de Buteflika es una ley que busca conceder una amnistía a los oficiales y soldados argelinos que han cometido serias violaciones de los derechos humanos, incluyendo asesinatos en masa y torturas. Abdul Qadir Bujamjem, otro líder del FIS, afirmó, por su parte, no saber nada acerca de la creación de ese nuevo partido. «Un partido que ignora a los veteranos líderes del FIS, como Abbasi Madani, está condenado al fracaso, ya que no tendrá ninguna credibilidad entre los argelinos,» señaló. Ali Belhay no está tampoco dispuesto a apoyar dicha iniciativa. De hecho, él fue brevemente detenido hace algunas semanas, después de que alegara presuntamente que el asesinato de dos diplomáticos argelinos en Bagdad estaba «justificado.»
Otra pregunta sin respuesta es cuál será la actitud de los dos partidos islamistas moderados legales hacia el nuevo partido. Uno de ellos es el Movimiento para la Reforma Nacional, que está considerado como el principal partido de oposición en el país y está liderado por el carismático Sheij Abdullah Yaballah. El partido ha apoyado la carta de reconciliación de Buteflika, pero ha añadido que ésta ejercerá ahora una gran presión sobre el gobierno en lo referente al cumplimiento de sus promesas. El otro partido islamista es el Movimiento de la Sociedad por la Paz, que fue fundado por el fallecido Sheij Mahfuz Nahnah.
Los partidos islámicos afirman que ellos obtendrían una abrumadora victoria si se celebraran unas elecciones auténticamente «libres y justas.» De este modo, ellos han llamado repetidamente a los votantes a acudir a las urnas para infligir una derrota a aquellos que quieren que Argelia «esté siempre viviendo en un período transitorio, con el fin de conservar el poder durante tanto tiempo como puedan.»