Más que un intento fallido de golpe de Estado contra el legítimo gobierno de Venezuela, lo ocurrido en ese país suramericano el fin de semana anterior ha sido un aparatoso ridículo para la derecha fascista estadounidense y específicamente para algunos de los más grotescos personajes del imperialismo estadounidense y varios de sus parásitos mas desprestigiados. […]
Más que un intento fallido de golpe de Estado contra el legítimo gobierno de Venezuela, lo ocurrido en ese país suramericano el fin de semana anterior ha sido un aparatoso ridículo para la derecha fascista estadounidense y específicamente para algunos de los más grotescos personajes del imperialismo estadounidense y varios de sus parásitos mas desprestigiados.
Ha sido lastimoso observar cómo el gobierno del país que ha representado el papel de gran potencia única global desde el fin de la Guerra Fría y pudo haber sido líder del mundo en una ruta de recíproco respeto y armonía dentro de las diferencias, ha ido cayendo en lo más hondo de la escala de valores políticos universales. Es cierto que Washington nunca ha mostrado mucho respeto por la verdad y la honestidad en los momentos más críticos de la historia de las relaciones internacionales, pero sorprende que entes políticos tan probadamente carentes de prestigio fueran convocados a conducir la diplomacia de esa nación a un lugar tan inmerecido por su noble pueblo trabajador.
Es difícil hacerse a la idea de que Donald Trump, quien se considera a sí mismo un «ganador permanente» en virtud de su mal habida fortuna y su picardía para los negocios, pueda vencer en cualquier tarea con asesores políticos corruptos de la calaña de Elliott Abrams, Mike Pompeo, Elliott Abrams, Marco Rubio, Rick Scott, Peter Navarro, Juan Guaidó, y el prófugo permanente de la justicia Leopoldo López, que integran, entre otros, la tropa que le fuera asignada por la siempre perdedora mafia miamense para esta batalla para tragarse a Venezuela. Ninguna de las falacias que el equipo de asesores le fabricó se podía sostener, lo que prueba que quienes las idearon pretendían lanzar a Trump al suicidio político.
Los medios de comunicación dispuestos para la farsa dieron inicio a ésta con la difusión de una declaración de Secretario de Estado, Mike Pompeo, asegurando que Guaidó había sido elegido «debidamente», para ajustar la narrativa de la intromisión de Estados Unidos en Venezuela a ese nuevo curso mentiroso del golpe. Las autoridades, y buena parte de los medios estadounidenses de comunicación comenzaron a referirse al farsante Juan Guaidó como el «presidente debidamente elegido de Venezuela».
En realidad, Guaido no había sido debidamente elegido como presidente, ni tampoco participó en la elección venezolana alguna para ese máximo cargo. Fue apenas elegido a un escaño en el parlamento en 2015, y desde ahí ascendido a una posición de poder sustancial dentro del parlamento en virtud del apoyo de los Estados Unidos. Luego, en enero, los asesores de Trump comenzaron a presionar a Guaidó para que intentara apoderarse del país. El falso pretexto legal era que la constitución permitía que el jefe del parlamento sea nombrado «presidente interino» en caso de no presentarse el electo a su toma de posesión.
Lo cierto y conocido por la totalidad de los ciudadanos de Venezuela es que el Presidente Maduro tomó posesión el 10 de enero, después de haber sido electo en limpias elecciones. La toma de posesión tuvo lugar ante la Corte Suprema en vez del edificio de la Asamblea donde la oposición obtuvo una reducida mayoría, lo que fue pretexto para que los que preparaban el golpe afirmaran posteriormente que ello no era lo legal. El reconocimiento por Estados Unidos de la legitimidad de la toma de poder por Guaidó fue un movimiento cínico y llamarle «presidente debidamente elegido» una absoluta mentira.
«Conociendo lo que aprendí cuando el intento de destituir al presidente venezolano Hugo Chávez en 2002, no me sorprendió cuando el esfuerzo fue renovado por la administración Trump, particularmente cuando personajes como Elliott Abrams, Marco Rubio y Rick Scott -por no mencionar a John Bolton- comenzaron a aparecer en la nómina de la Casa Blanca». Así lo ha declarado Larry Wilkerson coronel retirado del Ejército de Estados Unidos (retirado) y ex Jefe de Estado Mayor del Secretario de Estado Colin Powell. «Pero el derramamiento de sangre en Venezuela -militar y civil- y los soldados y marines estadounidenses muertos y heridos no le darán ningún consuelo a este viejo soldado», afirmó. «Conozco a los militares venezolanos, he entrenado a algunos de ellos. La mayoría de ellos, si el ejército estadounidense llegara a Venezuela, se adentrará en las muy formidables colinas con telones de fondo selváticos. Acosarán, matarán, harán prisioneros de vez en cuando y, en general, aguantarán para siempre o hasta que se vayan los gringos. Podríamos recordar cómo lo lograron los norvietnamitas y los talibanes; Así también lo harán los venezolanos».
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