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Apoyen nuestras tropas: traiganlas a casa

Fuentes: Cubadebate

Debemos retirar a nuestros militares de Irak, cuanto antes mejor. La razón es simple: nuestra presencia allí es un desastre para el pueblo Norteamericano y un desastre aún mayor para el pueblo Iraquí. Es una rara lógica declarar, como tantos lo hacen en Washington, que cometimos un error al invadir a Irak, pero que hacemos […]

Debemos retirar a nuestros militares de Irak, cuanto antes mejor. La razón es simple: nuestra presencia allí es un desastre para el pueblo Norteamericano y un desastre aún mayor para el pueblo Iraquí.

Es una rara lógica declarar, como tantos lo hacen en Washington, que cometimos un error al invadir a Irak, pero que hacemos bien en permanecer allí. Hace poco un editorial del New York Times resumía con exactitud esta situación: »casi 21 meses después de la invasión americana, las fuerzas militares de los Estados Unidos permanecen esencialmente solas combatiendo lo que parece ser una creciente insurgencia, sin la clara perspectiva de éxito en un futuro nada previsible.»

Y luego, la extraordinaria falacia: »A falta de otros países deseosos de prestarse como voluntarios, la única respuesta parece ser; más tropas americanas y no para la primavera, como se había planificado… Las fuerzas necesitan expandirse por lo que incrementamos el reclutamiento. »

He aquí la lógica imperfecta: »Estamos solos en el mundo con esta invasión. La insurgencia estaría creciendo. No hay perspectiva posible de éxito. Por tanto, enviaremos más tropas? .»

La definición del fanatismo es que cuando ud. descubre que va en una dirección equivocada, redobla la velocidad. En todo esto, existe una premisa que no hemos analizado: la victoria militar conduciría al »éxito».

Presumiblemente, Estados Unidos, poseído de su enorme arsenal, podría aplastar finalmente la resistencia en Irak. El costo sería grande. De hecho, decenas de miles han perdido la vida (y no debemos diferenciar entre »sus » bajas y las »nuestras» si creemos que todos los seres humanos tienen igual derecho a la vida). ¿Sería esto un »éxito»?

En 1967, los mismos argumentos que escuchamos ahora se esgrimieron contra la retirada de Vietnam. Los Estados Unidos no sacaron sus tropas hasta seis años después. Durante ese tiempo, la guerra mató por lo menos a un millón más de vietnamitas y quizá a
30,000 efectivos militares norteamericanos.

Debemos permanecer en Irak, se dice una y otra vez, para llevar la estabilidad y la democracia a aquel país. ¿No está claro que después de casi dos años de guerra y ocupación sólo hemos llevado caos, violencia y muerte a aquel país y nada que se parezca a la democracia? ¿Se puede cultivar la democracia destruyendo ciudades, bombardeando, desplazando personas de sus hogares?

No hay certeza de que lo que pudiera pasar allí en nuestra ausencia. Pero sí una absoluta certeza del resultado de nuestra presencia – incremento del número de muertes de ambas partes.

La pérdida de vida de civiles iraquíes es alarmante. Lancet, diario británico de Medicina, informa que 100,000 civiles han muerto como consecuencias de la guerra, muchos de los cuales son niños. El número de bajas mortales por la parte americana incluye más de 1,350 y miles de soldados mutilados, algunos han perdido sus miembros otros han quedado ciegos. Y decenas de miles más enfrentan daños psicológicos como secuelas.

¿Es que no hemos aprendido nada de la historia de las ocupaciones imperiales, todas pretendiendo ayudar a los pueblos ocupados?

Los Estados Unidos, el más reciente de los grandes imperios, es quizá el que más se engaña a sí mismo, al olvidar la historia, incluyendo la nuestra; 50 años de ocupación de Las Filipinas, o nuestra larga ocupación de Haití (1915-1934) o la de República Dominicana (1916-1924), nuestra intervención militar en el sudeste Asiático y nuestra repetida intervención en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.

Nuestra presencia militar en Irak nos hace menos seguros, basta con eso! Esto está enardeciendo al pueblo en el Mediano Oriente y acrecentado el peligro de terrorismo. Lejos de luchar »allá más que aquí ,» según ha afirmado el Presidente Bush, la ocupación aumenta la posibilidad de que infiltrados enfurecidos nos agredan en nuestro propio país.

Al retirarnos, podemos mejorar las rarezas de paz y estabilidad estimulando a un equipo internacional de negociadores, mayormente árabes, a que medien entre los Sunnitas, Shiítas y Kurdos y procuren un compromiso federalista que proporcione cierta autonomía a cada grupo. No debemos subestimar la capacidad de los iraquíes de construir su propio futuro, una vez libres tanto de Saddam Hussein como del ejército de ocupación norteamericano.

Pero el primer paso es apoyar a nuestras tropas de la única forma que el apoyo verbal puede tener verdadero sentido: -salvando sus vidas, sus cuerpos, su cordura. Trayéndolos de regreso a casa.

Traducción María Elena Letford, de la Redacción de Cubasí

Howard Zinn autor del best-seller Una Historia del Pueblo de los Estados Unidos.