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Apuntando a Teherán

Fuentes: GAIN

La creciente tensión dialéctica entre Washington y el gobierno iraní ha situado a Irán en el centro de las especulaciones informativas en torno a un posible ataque estadounidense. A pesar de que no es nada nuevo este deseo involucionista de Bush y sus asesores, e incluso analizando las similitudes que se pueden encontrar con el […]

La creciente tensión dialéctica entre Washington y el gobierno iraní ha situado a Irán en el centro de las especulaciones informativas en torno a un posible ataque estadounidense. A pesar de que no es nada nuevo este deseo involucionista de Bush y sus asesores, e incluso analizando las similitudes que se pueden encontrar con el caso de la agresión a Iraq, la respuesta del pueblo iraní todavía frena cualquier intento militarista de Estados Unidos.

El guión neoconservador norteamericano lleva varias décadas fraguándose, y en los últimos años estamos asistiendo a su materialización a escala mundial. El diseño del puzzle internacional obedece a ese guión prefijado desde los despachos de Washington y los ataques a Afganistán, Iraq, y otras intervenciones son buena prueba de ello.

El argumento utilizado para atacar al régimen iraní ha sido la posibilidad de que éste esté desarrollando capacidad nuclear. Teherán afirma que sus proyectos tienen una finalidad pacífica e industrial, pero desde EEUU e Israel se afirma que se busca generar armamento nuclear. A partir del 2002, este debate ha estado centrado en la política relativa a la región, condicionando muchas actuaciones en la zona. Basándose en afirmaciones de la oposición iraní en el extranjero, los gobernantes norteamericanos y los ideólogos neoconservadores han venido utilizando esos datos para atacar a Irán.

A partir del 11-s, los portavoces norteamericanos situaron a Irán como «uno de los mayores obstáculos para la paz y la seguridad del mundo», y desde enero del 2002, este país ha ocupado, junto a Iraq y Corea del Norte, un lugar en el llamado «eje del mal», verdadero dolor de cabeza de la estrategia de los neoconservadores. Calificaciones como «el mayor estado impulsor del terror» y otras por el estilo adornan los discursos neoconservadores estos últimos tiempos. En estos momentos en Washington están trabajando en una ley llamada «Acta de Apoyo a la Libertad de Irán», al tiempo que buscan una mayor definición y ampliación de las sanciones contra Teherán.

Uno de los objetivos desestabilizadores de Bush, es lograr un «cambio de régimen» en Irán. Para ello no descarta la fuerza militar, pero consciente de las actuales dificultades que ello supondría, se están decantando por una desestabilización de carácter más político, llamando a la población iraní a que se posiciones contra su gobierno. No debemos olvidarnos que las elecciones presidenciales se celebrarán el próximo mes de junio, y tal y como están las cosas no se vislumbra la posibilidad de que algún candidato del gusto de EEUU acceda al poder.

Paralelismos

El guión aplicado antes de la agresión militar contra Iraq se está repitiendo en el caso de Irán. Para ello el discurso oficial ya ha comenzado su campaña manipuladora. Afirman que Irán posee o va a hacerlo en breve armas nucleares, que apoya las redes «terroristas» por el mundo, que desestabiliza la región, amenaza la existencia de Israel, y que la mejor solución sería un cambio de régimen. Para ello se comienzan a elaborar las «pruebas» necesarias. Se señalan los lazos con al Qaeda (cuando en realidad son dos enemigos declarados), la existencia de armas de destrucción masiva en Irán (los inspectores, en tres años, no las encuentran), el régimen islamista y fundamentalista de Irán pretende extender su acción y dominar el mundo (la posición de Teherán es otra evidentemente). Y como en el caso iraquí se nos ocultan deliberadamente otros datos que sí son reales, como la riqueza del país (las mayores reservas del gas natural del mundo, abundante petróleo, minerales y una crecien
te infraestructura industrial).

Y si la operación militar contra Iraq se apoyó en este tipo de excusas, la realidad iraní es todavía más contraria a los deseos de EEUU. Irán tiene tres veces más la población que su vecino, el terreno es mucho más complicado, asemejándose más al de Afganistán, y su extensión geográfica es superior a la de Iraq, por lo que cualquier escenario bélico complicaría mucho los planes estadounidenses, tal vez por eso apoyan el cambio de régimen «político», y utilizan las amenazas militares en esa línea.

Parejo a todo ello en los últimos años, desde Teherán se está desarrollando una política exterior más «pragmática», por eso es más fácil entender el papel que busca Irán, convertirse en una potencia regional con peso en la zona. Por eso señalan el papel meramente defensivo e industrial de su programa nuclear, o la participación de su país en la búsqueda de «estabilidad» en Iraq o Afganistán, el acercamiento a Europa, presentando a ésta como un importante alternativa al unilateralismo norteamericano. En la misma dirección pragmática, Irán ha establecido importantes acuerdos con los estados vecinos de la región , como Qatar u Omán o su cooperación con Turquía y Azerbaiyán, buscando una región estable, y permitiendo la circulación de las producciones de petróleo hacia el mercado internacional.

Su postura expectante en los recientes acontecimientos en torno al conflicto palestino-israelí, y la cooperación con la agencia de Naciones Unidas, la Agencia de Energía Atómica Internacional, cuyos inspectores han estado más de tres años en el país siguiendo de cerca toda la actividad en torno al programa nuclear, y que han concluido su labor sin poder presentar pruebas que apoyen las tesis de Washington.

Israel

En este complejo escenario aparece nuevamente la mano de Israel. La amenaza que puede percibir este estado hacia Irán está basada principalmente en una importante rivalidad por la primacía económica en la región. Una situación normalizada podría poner a cualquiera de esos dos estados al frente del desarrollo de la misma, y el gobierno israelita es consciente que la mayor amenaza para sus intereses en estos momentos, y tras la ocupación de Iraq, proviene de Irán.

En estos momentos el debate en ciertos círculos de analistas gira en torno a quién se aprovecha de quién. «Estados Unidos de Israel o al revés». Los primeros podrían intentar utilizar al estado judío para lanzar un ataque militar «selectivo»contra las instalaciones iraníes, como aviones F-16 de Israel hicieron hace más de veinte años en Iraq. Sin embargo, ahora la situación es diferente. Por un lado las instalaciones iraníes están diseminadas por todo el país, por lo que cualquier ataque militar generaría muchas víctimas civiles y la consiguiente respuesta de Irán. Además Israel duda de la reacción mundial que podría dejarle en una difícil situación.

Nuevamente en este escenario se pone de manifiesto la política de «doble rasero» tan al uso hoy en día. Que Israel hable contra la capacidad nuclear de Irán suena a cinismo, si tenemos en cuenta su propia capacidad, ocultada a los observadores internacionales, y que para mantener su «secreto» es capaz de encarcelar y secuestrar en el extranjero a sus propios ciudadanos, como fue el caso del científico Mordechai Vanunu. Y qué decir de Estados Unidos, que con sus críticas hacia el sistema electoral iraní pretende que no veamos el reciente «montaje democrático» que ha tenido lugar en Arabia Saudí, su aliado de la zona.

En estos momentos es difícil desechar cualquier futuro escenario, más todavía si tenemos en cuenta las recientes declaraciones de un importante analista israelita, quien señalaba que después de todo no podemos olvidar que «Bush es un presidente ideológico y no tiene que presentarse a una tercera reelección».