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Entrevista a Kamel Aïssat (PST)

Argelia. Las libertades son un problema de clase para los trabajadores

Fuentes: Viento sur

Con motivo del 60 aniversario de los acuerdos de Evian, hemos propuesto a Kamel Aïssat, miembro de la dirección del Partido Socialista de los Trabajadores, que responda a nuestras preguntas.

L’Anticapitalisteen marzo de 1962, los acuerdos de Evian pusieron fin a la guerra argelina y allanaron el camino para la independencia del país. ¿Cómo se vive esta fecha hoy en Argelia y qué significado se le da cuando en Francia hay un discurso desinhibido de la derecha y la extrema derecha sobre la colonización y el racismo?

Kamel Aïssat: Paradójicamente, en Argelia nunca se celebró el 19 de marzo porque originalmente quienes tomaron el poder en 1965 habían atacado al gobierno provisional que llegó al poder en 1962 tras la guerra. Por lo tanto, denunciaron los acuerdos de Evian, diciendo que eran acuerdos neocoloniales. Era una forma de disminuir la legitimidad del gobierno provisional salido del FLN. Así que solo han pasado diez años desde que empezamos a celebrar el 19 de marzo. En Argelia es mucho más el 5 de julio el que sigue siendo el símbolo importante de la independencia. Este nuevo día simbólico solo ha sido reconocido oficialmente hace unos diez años, porque ha sido una herramienta en la pelea por la legitimidad histórica a partir de los años 60 y 70.

Actualmente, el 19 de marzo consagra sobre todo el alto el fuego con una dirección del FLN que estaba debilitada militarmente y que llevó a la firma de lo que consideramos acuerdos neocoloniales, en la medida en que los propios acuerdos de Evian consagraron la garantía de la continuidad de los intereses de la burguesía colonial en Argelia.

Así que fue solo porque se produjo el levantamiento espontáneo de las masas populares en general (especialmente en el sector agrícola y en parte en el sector obrero), y porque muchos campesinos llegaron a las ciudades, por lo que los acuerdos de Evian fueron cuestionados automáticamente, mediante la ocupación de los centros de trabajo, etc, en el llamado proceso de autogestión que comenzó en julio del 62.

¿La Argelia actual se ha liberado por completo del legado de la colonización o sigue sufriendo los efectos?

Aprovecho tu pregunta para decir que el periódico El Watan le hizo la misma a nuestro camarada Alain Krivine cuando llegó a Argelia en 2007. Él respondió: «Sí, Francia se ha ido, pero sus intereses siguen presentes». Esta fue su respuesta en noviembre de 2007, durante un viaje al congreso PST.

Quince años después, esto es aún más profundo. Debemos darnos cuenta de que en las instituciones internacionales, Bretton Woods, el FMI o el Banco Mundial, en la distribución de la dominación mundial es un representante del imperialismo francés quien decide por Argelia. No son estadounidenses ni ingleses; hay una reproducción de las colonias en estas instituciones y a menudo es el imperialismo francés el que se encarga de su coto privado, Argelia en este caso. Incluso y de forma especial en las reformas que experimentamos en la década de 1990. Ya no hay colonización de poblamiento pero los intereses, la forma de dominación sigue presente; continúan de una manera u otra con cambios, por supuesto.

¿Explica esto, a propósito de este aniversario, que tenemos la sensación de un ejercicio de equilibrismo tanto por parte de Macron como de Tebboune? ¿Qué te sugiere como reflexión sobre las relaciones todavía ambiguas entre Francia y Argelia?

Las relaciones entre Francia y Argelia han tenido varias fases desde 1962. Debe entenderse que es una de las pocas colonizaciones de poblamiento y que es muy importante. Es la única colonia en la que no ha habido burguesía indígena. La burguesía vino de la metrópoli para instalarse aquí. La colonización no se basaba en una burguesía local, sino en la burguesía de poblamiento.

Esto es totalmente diferente de los ejemplos marroquí, tunecino o egipcio en los que el colonialismo se apoyó en las burguesías indígenas, locales. Y la guerra de liberación, en su radicalismo, en su dignidad, expresó fundamentalmente la voluntad del pueblo argelino de salir de estas relaciones. La colonización de poblamiento es realmente una forma de esclavitud, porque la colonización comenzó con la expropiación y, a veces, con el exterminio de las poblaciones locales para apoderarse de las  mejores tierras. La resistencia duró más de 50 años y solo en la década de 1920 la resistencia se reanudó en el seno del movimiento obrero, especialmente en los círculos de inmigración. Pero desde 1870-1880, con la derrota de la resistencia del emir Abd el-Kader y otros combatientes de la resistencia, se produjo la colonización de poblamiento. La gran violencia y los crímenes del colonialismo tuvieron lugar especialmente durante ese período.

Tendemos a reducir la guerra argelina al período 1954-62, pero es mucho más profunda. Desde 1962 hemos tenido la impresión de que hay una especie de teatro entre el imperialismo francés y sus gobernantes, y el régimen argelino que, para nosotros, está subordinado al imperialismo. Es decir, el poder local surfea sobre el sentimiento nacionalista con la ayuda de «minicrisis» que se resuelven bastante rápidamente. El último ejemplo es lo que experimentamos desde 2013, cuando Argelia permitió que la potencia colonial usara su espacio aéreo para bombardear en Malí, cuando Argelia, practicando su «filosofía antiimperialista», siempre se ha resistido las presiones dirigidas a la ingerencia extranjera en los países vecinos o en otros lugares. Pero en 2013 se dio la autorización, que Tebboune suspendió durante unos meses, y que aparentemente se reanuda. Porque, para entender completamente la relación entre el imperialismo francés y las burguesías atrasadas como la nuestra, los poderes locales, el imperialismo tiene interés en tener un régimen en Argelia (y en otros países) que mantenga bien sujetas las riendas de su población, porque de lo contrario habría un riesgo de explosión.

Por lo tanto, tienen interés en apoyar un régimen fuerte, ya sea aquí o en otro lugar (por ejemplo, Mohammed VI en Marruecos). Esta relación permite la continuidad de la dominación imperialista sobre las riquezas en el sur.

Así que la relación entre Argelia y Francia es ahora aún más complicada. Porque el movimiento nacional nació en el movimiento obrero en Francia, precisamente dentro de la CGT de Renault en la década de 1920. La idea primera de la independencia proviene de la Estrella del Norte de África, nacida junto con el Partido Comunista Vietnamita de Ho Chi Minh. Se reunieron gracias a la Tercera Internacional, una de cuyas condiciones de adhesión era exigir que socialistas y comunistas apoyaran la liberación de los pueblos. El movimiento nacional nació en Francia; la llamada inmigración desempeñó un papel central.

Hoy tenemos más de 3 millones de argelinos y argelinas viviendo en Francia. Es una inmigración que comenzó en la década de 1920, creada para trabajar en la metalurgia y la minería. Estamos en la 4a o 5a generación, y los vínculos son fuertes. Hay enfrentamientos porque estos vínculos se han convertido en parte del chantaje del imperialismo y del gobierno argelino, como los asuntos de los visados, por ejemplo, de la libre circulación… porque es inaceptable que los padres no vayan a ver a sus hijos, o viceversa, o que se impongan condiciones para viajar a personas que han tenido una conexión con el territorio durante generaciones.

Si continuamos con la historia, hay nombres de organizaciones antagónicas que reaparecen: el FLN (Frente de Liberación Nacional), la OAS (Organización del Ejército Secreto, de extrema derecha colonialista francesa, ndt), que a menudo se ponen espalda con espalda en los discursos pronunciados por la derecha y la extrema derecha. ¿Cuál es tu análisis sobre este tema?

De hecho, creo que siempre ha sido así. Las y los nostálgicos del colonialismo o, para decirlo claramente, de la burguesía colonial, que han perdido sus intereses y su base material en Argelia, alimentan este discurso y se benefician de él. Pero no podemos comparar a la OAS con el FLN, que fue la herramienta que permitió a Argelia arrebatar una victoria democrática elemental, a saber, el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos. Eso era originalmente el FLN. Nos hubiera gustado que hubiera sido la Estrella del Norte de África o una organización del tipo del Partido Comunista Indochino, por ejemplo, o alguna así que nos llevara a una revolución socialista.

Pero lo que sucedió fue que el FLN, formado por la pequeña burguesía argelina, se aprovechó del fracaso y la traición del movimiento obrero encarnado por el estalinismo o la socialdemocracia (Léon Blum dijo que Argelia era «una nación en formación» y que era necesario que esperara para exigir la independencia) y pudo influir mucho en la ausencia de una corriente progresista en el desencadenamiento de la guerra de liberación.

Por su parte, la OAS era una organización, por supuesto, criminal. He señalado que la colonización es un crimen de lesa humanidad, y Macron también lo dijo en 2017, pero no dijo más que eso. La memoria dirá el grado de atrocidad de estos crímenes. La OAS no hizo sino asesinar. Rechazaron los acuerdos, que consideramos neocoloniales, porque la OAS encarnaba el brazo armado de la burguesía local. Estaba armada, por supuesto; los militares desempeñaron un papel importante en Argelia. Eran ellos el brazo armado de la burguesía «feudal», los grandes terratenientes en Argelia en particular y propietarios de parte de la industria.

Hoy en día la extrema derecha no hace sino retomar un discurso, que ha sido desarrollado incluso por parte de la izquierda, sobre los beneficios del colonialismo. Tendrían que explicarnos cuáles son los «beneficios del colonialismo», además de haber construido carreteras y casas en las que ellos vivían. Porque no era el pueblo argelino, los autóctonos, los indígenas que no tenían derecho a nada, el que los habitaba. Durante la guerra hubo muchos abusos y masacres.

Hay un lado que ha defendido los derechos de su pueblo, su emancipación democrática y social, frente al poder dominante. ¿Se puede poner en pie de igualdad la violencia revolucionaria y la violencia reaccionaria? Ahí está toda la cuestión. Son las y los nostálgicos de este período, quienes ahora se aprovechan del fracaso de las soluciones racionales a nivel mundial, de una falta de perspectivas de esperanza a nivel de la humanidad, para volver a discursos medievales muy peligrosos o incluso «inhumanos», fascistoides.

Queda otro punto delicado y doloroso, es el tema de los harkis. ¿Cómo se trata en Argelia y qué opina de las solicitudes  al gobierno francés de reconocimiento y restauración de su honor presentadas por los harkis?

Durante la guerra, los harkis eligieron su campo, el del colonizador, y por lo tanto se fueron junto al Estado colonial. Por lo tanto, desde este punto de vista, es una cuestión franco-francesa que no afecta a Argelia. Ahora bien, se han dicho y exagerado muchas cosas entre los harkis. Como en todas las guerras, incluida en Francia en 45, por supuesto ha habido muchos ajustes de cuentas y la memoria colectiva ha registrado estas cosas, incluidos los linchamientos. Este fenómeno no es específico de Argelia y su guerra de liberación.

Los harkis tomaron las armas con el ejército francés contra los argelinos; pero también hay muchos franceses que tomaron las armas en el lado argelino. Hay una corriente de la Cuarta Internacional que apoyó plenamente la lucha: el primer congreso al que asistió el FLN fue el de la Cuarta Internacional en 1957. Construyeron una fábrica de armas en Argelia.

Hoy en día hay muchas aldeas con harkis que no hicieron la guerra, que no eligieron su campo. Por lo tanto, aunque haya habido casos de linchamiento, nunca ha habido genocidio masivo. Por otro lado, los harkis en Francia son instrumentalizados. Eligieron un campo, es doloroso, estamos de acuerdo. Pero sigue siendo un asunto que no afecta ni directa ni indirectamente a Argelia.

¿Puedes hoy describirnos la situación actual, cuando las libertades democráticas están siendo atacadas por el gobierno argelino? Decirnos en qué situación están las luchas sociales y sus medios de acción frente a la suspensión del PST.

En primer lugar, me gustaría aclarar una cosa sobre la cuestión social y Argelia: debe comprenderse que los logros democráticos y sociales están íntimamente vinculados a la guerra de liberación y a la esperanza de emancipación social despertada por el propio movimiento nacional. Si las y los argelinos se unieron a la guerra de liberación, fue principalmente porque tenían ante sí un ejemplo de vida confortable encarnada por los colonos (incluida la parte de la clase obrera entre los colonos, que tenía apartamentos, estaba bien establecida y tenía tiempo libre, lo que no era el caso de los llamados indígenas argelinos). La referencia de las y los argelinos era vivir como esa gente; el sueño social estaba encarnado por los colonos, eso es la colonización de poblamiento.

El movimiento de 1962, llamado «movimiento autogestionario», despertó mucho interés a nivel mundial, aunque resultara deformado porque no había un partido de vanguardia y las fuerzas organizadas en 1962 eran principalmente el ejército de defensa, y no había dirección política. Así pues el movimiento autogestionario fue llevado hacia una vía muerta y quedó roto bastante rápidamente al cabo de tres o cuatro años, aunque hubo militantes que contribuyeron a teorizar sobre la cuestión. Pero no hemos integrado la importancia de la ausencia de una organización revolucionaria, tal como la entendemos en nuestro país, en relación con el movimiento de autogestión que no ha proporcionado salidas.

Así que hoy, y desde el 62 en referencia a la guerra de liberación, se dice que Argelia es un Estado social, que debe garantizar la justicia social, en referencia a la declaración de noviembre de 1954.

En Argelia la vivienda es un derecho; el trabajo es un derecho; la salud es gratuita; todos estos aspectos han sido garantizados por el Estado desde el 1962. Pero en las últimas décadas ha habido un proceso de liberalización y hemos sido testigos de un cuestionamiento permanente de todos los logros sociales. Y ha ido empeorando desde hace uno o dos años, con las últimas políticas que se han llevado a cabo: la Ley de presupuestos de 2022 y la reforma de los hidrocarburos que la precedió; la ley sobre las asociaciones en IED (inversión extranjera directa) que ha suprimido el monopolio estatal del 51-49%.

Quieren revisar las llamadas transferencias sociales y están preparando una ley para poner fin a los subsidios a las necesidades básicas (leche, pan, aceite…). La mayoría de las y los argelinos viven actualmente gracias a esto y, si se toca, agravaremos un empobrecimiento que ya se está produciendo, llevando al resurgimiento que ya estamos observando de enfermedades vinculadas a la desnutrición, erradicadas por nuestro sistema de salud desde el 62.

Actualmente estamos viendo una política ultraliberal, que prepara acuerdos para en primer lugar complacer a las multinacionales. Acuerdos que les dan mucho poder y facilidades. Tebboune, en su primer discurso, prometió 18.000 millones de dólares para el sector privado en Argelia. El sector privado en Argelia es la burguesía compradora, es decir, la que vive a costa de los contratos públicos. No tenemos una burguesía productiva autónoma o constituida. Tan pronto como hay una crisis del petróleo, la burguesía tiene menos mercados.

Hoy en día tenemos muchas violaciones de las libertades, pero debemos entender que no se hacen solo con el propósito de detener el Hirak, lo cual es obvio. Pero las libertades están siendo atacadas en todo el mundo. Cuando miramos lo que ocurre en el mundo, podemos hablar de «Hirak» en todos los países, el término puede integrar el movimiento de los Chalecos Amarillos en Francia, por ejemplo. Por todo el mundo hemos visto que las respuestas de los gobiernos son autoritarias y violentas. Hoy, en Argelia, estamos siendo testigos de una violencia cuyo objetivo es aplastar a la juventud politizada que ha aparecido y también aprobar su proyecto de reformas económicas y sociales.

Porque no pueden revisar los logros históricos relacionados con la guerra y la memoria colectiva sin que haya una reacción. Se trata de dar miedo para que se apruebe su política. El objetivo de esto es el establecimiento de un nuevo orden económico y social en Argelia. Es el cuestionamiento de todos los logros.

En Argelia, la represión es muy violenta. Se han aprobado leyes, un Código Penal en el que se han introducido enmiendas que establecen que cualquier persona que quiera cambiar el sistema es un terrorista. A menos que digas: «Voy a votar para cambiar el sistema».

Han decretado que organizaciones como el MAK (Movimiento para la Autonomía de la Kabilia) serían organizaciones terroristas. Esta caracterización del terrorismo no es exclusiva de Argelia. Esto se ve en Palestina, en contra de las organizaciones de derechos humanos. Pero también en Francia, cuando vemos que las organizaciones pro-palestinas están acusadas de estar vinculadas al terrorismo, o cuando el antisionismo es acusado de antisemitismo.

Así que la represión es dura en Argelia, y contra el PST en particular, pero también es mundial.

El PST fue atacado, recibimos la solidaridad internacional y damos las gracias a las y los camaradas que contribuyeron a ello. El PST está suspendido, pero la sentencia judicial aún no se ha pronunciado. Escuchamos el pronunciamiento, pero no hemos tenido la sentencia en nuestras manos. A primera vista, es comprensible que su objetivo sea cumplir con la ley que dice que la disolución debe hacerse si hay reincidencia. La primera vez que el poder lo requirió se presentaron todos los documentos, pero se negaron a recibirlos, fueron enviados a través del alguacil, pero actuaron como si no hubieran recibido nada. Fuimos a verles, pero no nos recibieron. Quieren paralizar a todo el mundo, a todas las organizaciones que han participado en el movimiento y en las campañas sobre las cuestiones democráticas.

No podemos quedarnos atrás en estas campañas, pero hoy estamos bajo la amenaza de disolución, de prohibición. Tenemos camaradas que están siendo procesados. No hablamos demasiado de ello porque no queremos alimentar el miedo que se produce como consecuencia en la sociedad. Más bien, queremos construir núcleos de resistencia y estamos presentes en iniciativas para lanzar frentes por las libertades y contra la represión, para la liberación de los detenidos. Estamos presentes, desempeñamos nuestro papel militante.

¿Es esta forma de respuesta la que adoptaréis?

En un caso de represión como éste, es bastante complicado. La gente tiene miedo a escribir en Facebook, a hablar, a expresarse, por lo que es importante reunirse porque es colectivamente como nos enfrentamos al miedo, no podemos vivirlo individualmente. Se trata de preservar formas de organización que permitan afrontar el miedo colectivamente.

Creemos que la urgencia de las urgencias es la liberación de las personas detenidas, la defensa de las libertades y del derecho a organizarse.

Estamos presentes en las luchas sociales. Hay un descontento significativo, pero las luchas son muy débiles porque no están acompañadas por un movimiento sindical, porque hay un desgaste significativo. El movimiento sindical de la clase obrera en Argelia nació históricamente en el movimiento nacional, no en la lucha de clases clásica.

Hasta ahora, la lucha de clases más importante ha sido la lucha de los trabajadores de Numilog, una confrontación directa de los trabajadores de las secciones sindicales con un patrón privado, uno de los más grandes de Argelia, el amigo de Macron, el Sr. Rebbrab. Han sido despedidos y ahora están siendo procesados por organizar concentraciones para defenderse.

Hay luchas sociales que pueden provenir de un frente popular, de un vínculo entre la clase obrera y las luchas populares que existen en los barrios. Es esta conexión la que debe ser seguida y ayudada. Estamos presentes como PST, con nuestras debilidades.

Corremos el riesgo de ser disueltos en cualquier momento, hacemos campaña contra la disolución del PST. Hemos recibido firmas y una petición que se transmite por Mediapart. Se ampliará aún más para interpelar a las autoridades públicas sobre la base de peticiones porque también tenemos legitimidad histórica en este país. Somos parte de las corrientes que pueden reivindicarse de la red Curiel, de portadores de maletas[1], de simpatía con una de las pocas corrientes que apoyaron la guerra de liberación nacional, la Cuarta Internacional. Nuestros camaradas desempeñaron un papel que no es en absoluto insignificante en el movimiento nacional e incluso después de la independencia, como cita el historiador Mohammed Harbi, en sus libros, o como dicen los camaradas Benoits en su libro L´Algérie au coeur (Argelia en el corazón).

Para concluir, nuestras prioridades hoy son resistirnos a las reformas liberales, construir redes de resistencia, pero defender las libertades porque, sin libertad, no podemos organizarnos. Si no tenemos derecho a reunirnos, si no tenemos derecho a expresarnos, la que más poder tiene es la burguesía, que puede adaptarse a una dictadura o a excesos autoritarios, como hemos visto en muchos países. ¡Pero no las y los trabajadores! Las libertades son fundamentales para la clase trabajadora y se puede decir que se trata de un problema de clase.

Nota:

[1] Nombre que se  dio a la red que proporcionaba un apoyo en Francia al FLN. Recogía y transportaba dinero y documentación falsa para las y los agentes del FLN argelino que operaba en la metrópoli. Ver https://es.wikipedia.org/wiki/Redes_Jeanson  ndt.

Revue L’Anticapitaliste n°134 (abril de 2022)

Texto original: https://lanticapitaliste.org/actualite/histoire/algerie-les-libertes-sont-un-enjeux-de-classe-pour-les-travailleurs

Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

Fuente: https://vientosur.info/argelia-las-libertades-son-un-problema-de-clase-para-los-trabajadores/