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Asamblea «Sí se puede»: culminar un gran trabajo con una organización plural y cohesionada

Fuentes: Rebelión

El equipo que ha creado y guiado a Podemos hasta donde nos hallamos ahora ha hecho un trabajo fuera de lo común. Es cierto que la sociedad española y sus movimientos sociales han facilitado las cosas, pero hacía falta una conjunción extraordinaria de bagaje, trabajo y aciertos para llegar a cabalgar la ola de una […]

El equipo que ha creado y guiado a Podemos hasta donde nos hallamos ahora ha hecho un trabajo fuera de lo común. Es cierto que la sociedad española y sus movimientos sociales han facilitado las cosas, pero hacía falta una conjunción extraordinaria de bagaje, trabajo y aciertos para llegar a cabalgar la ola de una manera tan brillante y depositar el invento en un terreno propicio para disputar en serio el gobierno del país a la casta que lo ha monopolizado hasta el momento. Lo han hecho tan bien que es obvio que tienen que seguir al frente. No imagino que haya nadie en condiciones de capitanear el proyecto mejor. Y digo «capitanear» porque tenemos que ganar las elecciones generales y tengo claro que yo soy un soldado raso que está a las órdenes, orgulloso de acatar una dirección democráticamente elegida por todas las gentes que se han interesado por una organización que, gane quien gane, va a gozar de procedimientos de participación y decisión democrática impensables en los partidos tradicionales, tales como la posibilidad de referéndums revocatorios para cualquier cargo representativo, la posibilidad de someter a consulta ciudadana propuestas de todo tipo para que puedan ser adoptadas por Podemos por votación mayoritaria de todos los inscritos, o la posibilidad de que una minoría relativamente pequeña de participantes de a pie de la organización pueda forzar la convocatoria de una asamblea general extraordinaria que lo ponga todo patas arriba.

Yo quiero que Podemos sea un partido político que esté a la altura de lo que la sociedad espera de nosotros. Por eso, pase lo que pase, quede como quede, voy a apoyar la propuesta de Pablo Iglesias y su equipo. Lo que más me importa es poder seguir soñando con la posibilidad de que Pablo sea un Presidente del Gobierno ampliamente respaldado por una mayoría social incontestable. Por eso, me parece muy razonable aceptar sus condiciones. Los organizadores de la Asamblea «Sí se puede» nos han dicho: Abrimos un proceso para que Podemos sea lo que queráis que sea, y nosotros vamos a participar en él con la propuesta que consideramos adecuada y nuestra pequeña mochila cargada del éxito y la popularidad incontestables ganados en estos meses. Vamos, que han dejado el invento en las manos de todo el mundo, sabiendo que apuntarse es de lo más simple. Y ha habido un entusiasmo increíble, se han presentado borradores a porrillo a la discusión. Luego, Pablo Iglesias y su equipo nos han hecho saber que ponen una condición muy clara: vamos a representar al Podemos en el que nosotros podamos creer; si el planteamiento es otro muy distinto, que asuman otros la dirección. Sencillo, claro, limpio. El procedimiento de la Asamblea ha sido tan democráticamente impecable que es perfectamente posible que las propuestas de los organizadores sean rechazadas. Nada que ver con las típicas ponencias oficiales de los congresos de los partidos tradicionales, que imponen un contexto discursivo por anticipado que suele hacer imposibles las sorpresas… A mí esto me hace pensar que Pablo Iglesias y su equipo son auténticos demócratas, pero no tienen un pelo de ingenuos y pujan duro por una organización fuerte, capaz, cohesionada, que esté a la altura de los retos que tenemos por delante.

No me cabe duda de que ahora toca, desde luego, compaginar la contundencia y la cohesión con la pluralidad y la democracia interna. No podemos olvidar que una parte, probablemente no muy grande, de los más de ciento treinta mil inscritos en Podemos constituimos lo que podríamos denominar su fuerza militante. Es un contingente humano especialmente versado en la participación política y constituye los círculos presenciales. Somos los organizadores del microPodemos, el que tiene presencia real, no mediada, en centenares de pueblos, ciudades pequeñas y barrios. La confrontación electoral (recordemos que ya no se trata de las europeas, que son claramente de tercera división) exige cultivar la musculatura organizativa a pie de calle y en un país amplísimo. Se nos va a presentar un zafarrancho en el que la militancia presencial es un punto de referencia clave en el territorio. En las batallas que nos esperan, tenemos que ser muchos los peones, no se ganará sólo con buenas reinas y alfiles, más cuando los medios de comunicación más importantes encaren en serio la guerra contra nosotros… esa que, créanme, aún no ha empezado de verdad y cuya arma más ruidosa es el silencio. Lo queramos o no, Podemos depende de su masa militante, que tiene que crecer y llegar con ilusión y entusiasmo a la hora de la lucha, que está a la vuelta de la esquina. No se ganan las elecciones sólo con votaciones por Internet y apariciones por televisión (que dependen en última instancia de la buena voluntad de un puñado de millonarios); hacen falta muchos brazos que peguen carteles, muchas bocas que difundan convocatorias. Hay una campaña de lo pequeño, de contacto carnal con la realidad social, que implica miles de horas de trabajo, mucha gente de base con un alto grado de compromiso. Llamamos cohesión en la organización precisamente a que toda esta gente que milita en Podemos se sienta plenamente partícipe del proyecto y se implique a fondo en que funcione.

Sabiendo esto, tras seguir atentamente muchas discusiones y muchos documentos en un proceso que ha alterado de manera obsesiva mi vida familiar y cotidiana, con los párpados hinchados de sueño (igual me falta lucidez, quien sabe, tras tantas horas ante la pantalla del ordenador) y una pila de trabajos de mis alumnos que ya acumulan días de retraso en la corrección, tengo que decir que el equipo de Pablo Iglesias tiene la responsabilidad de saber ganar cohesionando. No sólo se trata de hacer valer la estrategia que parece más correcta. Si para algo ha servido lo que llevamos de Asamblea «Sí se puede» ha sido para tomarle el pulso a la fuerza militante de que efectivamente dispone la organización, y creo que es necesario aceptar que es la que es y hay que cuidarla en lo que se pueda. Es una militancia con ganas de protagonismo, en gran parte muy «democratista», forjada con cierta frecuencia en el 15M y su resaca posterior. Hay gente que procede de distintas tradiciones de la izquierda, y gente que nunca se había arrimado a la política, pero que ahora ha decidido implicarse porque siente que su voz vale más de lo que nunca había sospechado. Buena parte de esa gente ha presentado una cantidad notoria de borradores pidiendo que se busque una fórmula, aunque sea restrictiva y muy controlada, para que sea posible concurrir como Podemos en sus pueblos y ciudades pequeñas a las elecciones municipales si sienten que sus círculos están a la altura de afrontar semejante batalla. Lo he visto incluso en mi círculo, en un pueblo pequeño en el que hay gente con ilusión de acabar con el nepotismo y la malversación que sufrimos en el día a día. Yo voy a apoyar los textos de Claro que Podemos sí o sí, pero siento que sería mucho mejor para la organización que se hiciera un esfuerzo especial en converger en esto que tan importante es para una parte nada desdeñable de la militancia de la que hoy por hoy disponemos.

Por último, afirmo que a mí no me parece nada mal que Podemos tenga un solo secretario general, y espero que si se decide que así sea, Pablo Iglesias, por favor, asuma esa responsabilidad. Pero entiendo que sería también sensato disponer una cabeza colegiada de tres personas (probablemente más ya sea demasiado). Un triunvirato, con las mismas atribuciones que se plantean para el hipotético secretario general, es una figura rompedora y llamativa, que puede dar un mensaje democrático muy positivo de cara a la cohesión de la militancia y a la coherencia con nuestro discurso democratizador. Y puede ser funcional si somos capaces de elegir a tres personas de valía contrastada de entre las que ya representan con brillantez a Podemos. No debería ser una hipótesis desdeñable a priori, merece deliberación, plantearse negociar la transacción… Igual es bueno asumir algunos riesgos para salir del proceso asambleario con una organización más cohesionada en su pluralidad, la semilla de una maquinaria política capaz de dar la batalla en los espacios públicos reales de la ancha geografía de nuestro país.

Javier Mestre. Escritor, profesor de Lengua Castellana y Literatura y activista del círculo Podemos de Candeleda (Ávila).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.