La vida de cientos de miles de personas en el campo de desplazados internos de Zamzam, asolado por la hambruna, pende de un hilo, ya que las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) han intensificado sus ataques contra El Fasher, la capital del estado de Darfur Septentrional.
Tras superar a las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) en los otros cuatro estados de Darfur, las FAR asedian esta ciudad desde mayo para hacerse con el último punto de apoyo del ejército en la región occidental de Sudán. Las FAR casi han completado su campaña de limpieza étnica en Darfur Occidental.
Mientras las FAR bombardean la ciudad, las FAS apenas se esfuerzan por proteger a la población civil. Al contrario, el ejército ha recurrido a bombardeos aéreos indiscriminados sobre zonas civiles densamente pobladas para atacar a las tropas de las FAR, al parecer sólo interesadas en proteger su cuartel general. De este modo, ha causado la mayor parte de las bajas.
Atrapados en los combates entre los dos antiguos aliados, cuya lucha interna por el poder sumió al país en una guerra civil desde mediados de abril de 2023, decenas de miles de civiles han muerto desde entonces en Sudán. Sólo en El Fasher han perecido miles, según Saleh Mahmoud, presidente del Colegio de Abogados de Darfur (DBA, por sus siglas en inglés).
A última hora de la noche del sábado 14 de diciembre, las FAR atacaron con drones el barrio central de la ciudad, Awlad Al-Reef, matando a 38 civiles e hiriendo a varios más. El día anterior, los médicos se vieron obligados a interrumpir las operaciones en el último hospital estatal en funcionamiento de la ciudad después de que los drones de las FAR dispararan cuatro misiles contra él, inundando las camas de restos de sus paredes y techos dañados.
Anteriormente, el 11 de diciembre, el campamento de Zamzam, en las afueras del sur de El Fasher, sufrió otra ronda de fuego de artillería pesada. El fuego incendió los refugios de varios desplazados y causó ocho muertos. Muchos más están heridos y es poco probable que reciban atención médica. El hospital de campaña de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el campo no funciona desde el 2 de diciembre.
Los pacientes -incluidos los heridos el día anterior, cuando las FAR iniciaron esta última oleada de ataques contra el campo matando a más de diez refugiados– tuvieron «que correr para salvar sus vidas» junto con los médicos que los atendían cuando se reanudaron los bombardeos esa mañana, matando a cuatro más y mutilando a más de una docena.
El «hospital está ahora vacío, con los tres últimos pacientes de la UCI -aún dependientes de oxígeno- evacuados en condiciones peligrosas», declaró MSF en un comunicado más tarde ese mismo día, describiendo la situación como «una pesadilla viviente para los desplazados del campo de Zamzam».
A la sombra de la guerra civil de Darfur
Este campo se creó en 2003, al comienzo de la guerra civil de Darfur, que al final de la década había desplazado a 2,5 millones de personas y se había cobrado hasta 300.000 vidas a causa de la violencia, el hambre y las enfermedades.
Las milicias Janjaweed creadas por las FAS durante esta guerra para cometer atrocidades -incluidos asesinatos en masa, violaciones e incendios de aldeas- se unieron más tarde para formar las FAR en 2013 bajo el mando de Mohamed Hamdan Dagalo alias Hemedti. Abdel Fattah al-Burhan, comandante regional de las FAS en Darfur durante esta guerra, se hizo cargo del ejército más tarde.
Burhan y Hemedti se habían convertido en los confidentes más cercanos del dictador Omar al-Bashir, que había tomado el poder en un golpe de Estado en 1990. Cuando la Revolución de Diciembre -las protestas masivas en favor de la democracia que estallaron a finales de 2018- forzó la destitución de Bashir en abril de 2019, Burhan y Hemedti formaron juntos una junta militar.
Utilizando la fuerza combinada de sus fuerzas, orquestaron una violenta represión del movimiento prodemocrático. No obstante, éste continuó con las manifestaciones masivas hasta el 15 de abril de 2023, cuando la lucha por el poder dentro de la junta entre Burhan y Hemedti estalló en una guerra.
En los veinte meses transcurridos desde entonces, la guerra en curso entre las FAS y las FAR ha obligado a más de 14 millones de personas, casi un tercio de la población de Sudán, a huir de sus hogares, provocando la mayor crisis de desplazados del mundo.
Tras el inicio de los ataques de las FAR contra El Fasher el pasado mes de abril, casi 350.000 personas fueron desplazadas sólo de esta ciudad y sus localidades circundantes. La mayor parte de ellas, junto con muchos desplazados internos obligados a huir de otros campos cercanos que habían sido atacados, acudieron en masa al campo de Zamzam en busca de refugio. Su población pasó de 350.000 habitantes antes de esta guerra a una estimación actual de entre 500.000 y 800.000.
Este aumento de la población del ya abarrotado campo, que depende de la ayuda humanitaria para sobrevivir, hizo que las condiciones fueran aún más precarias, especialmente desde mayo, cuando se quedó sin ayuda alimentaria tras el asedio de las FAR a El Fasher.
Declaración de hambruna
El 1 de agosto, la Red de Sistemas de Alerta Temprana contra la Hambruna (FEWS NET, por sus siglas en inglés) declaró una hambruna en el campo de Zamzam. «Esta hambruna está totalmente provocada por el hombre», declaró Catherine Russell, directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Tres días después, aviones de guerra de las FAS lanzaron dos bombas de barril sobre la población hambrienta del campamento, destruyendo 20 chabolas e hiriendo a muchos, incluidos niños. Más tarde, en noviembre, al parecer instaló posiciones defensivas en el interior del campamento para utilizar a los desplazados internos como escudos, invitando a la FAR a atacarlos.
Mientras tanto, durante casi cuatro meses, desde que se declaró la hambruna en agosto, los camiones de alimentos del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU no pudieron llegar a Zamzam. No fue hasta finales de noviembre cuando el primer convoy del PMA llegó al campo. Con los bombardeos de las FAR desde diciembre, el suministro de alimentos ha vuelto a interrumpirse.
«La mayoría de la población del campo, entre el 60% y el 70%, son mujeres, niños y ancianos», declaró Adam Rojal, portavoz de la Coordinación General de Desplazados y Refugiados de Darfur.
«Ambas partes beligerantes están aprovechando esta guerra para eliminar a los testigos supervivientes de los crímenes de guerra» que las FAS y las milicias que posteriormente formaron las FAR perpetraron juntas durante la guerra civil de Darfur, afirmó.
Los testigos han proporcionado «relatos detallados de asesinatos en masa, torturas, violaciones, ataques contra civiles, incendios y saqueos de aldeas enteras» de Darfur en la década de 2000, declaró el 11 de diciembre el fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, ante los jueces que celebran el juicio en curso.
Para «exterminar» a estos testigos, tanto las FAS como las FAR han «convertido en arma el hambre», afirmó Rojal, añadiendo que la población de más de 100 de los aproximadamente 170 campos de desplazados internos de Darfur padece hambre.
En su alerta de agosto en la que declaraba la hambruna en Zamzam, FEWS NET añadía: «Es posible que la hambruna esté también en curso en los campos de desplazados internos de Abu Shouk y Al Salam, pero las pruebas disponibles son limitadas y reducen la capacidad de confirmar o negar esta clasificación». Continuó advirtiendo que la hambruna amenazaba con envolver «el resto de El Fasher».
El bombardeo de los mercados ha agravado la escasez de alimentos
En los cuatro meses transcurridos desde que comenzó el asedio a El Fasher, la ciudad se ha precipitado rápidamente en la hambruna. Los ataques de las FAR siguen restringiendo el suministro de alimentos desde el exterior y las FAS han bombardeado los mercados rurales cercanos, mermando aún más la disponibilidad de alimentos.
Uno de estos pueblos es Kabkabiya, a unos 180 kilómetros al oeste de El Fasher. Ante el temor de un ataque, los dirigentes locales decidieron cerrar el mercado. Pero la decisión se aplicó demasiado tarde. El 11 de diciembre, día del mercado semanal de la ciudad, aviones de las FAS lanzaron ocho bombas por la mañana, cuando los residentes de los pueblos de los alrededores se habían agolpado en el lugar para comprar artículos de primera necesidad, destruyendo tiendas, matando a más de 100 personas e hiriendo a varios cientos más, incluidos niños.
Las FAS afirmaron que habían destruido un vehículo de combate con su tripulación y «un camión que transportaba armas y municiones». Otras 45 personas, entre ellas más de 12 niños, murieron y más de 200 resultaron heridas el 4 de diciembre cuando las FAS bombardearon el mercado de El Koma. Según informes, esta localidad, que acoge a más de 45.000 familias desplazadas en su mayoría de El Fasher, ha sufrido unos 70 ataques aéreos que han causado centenares de muertos, la mayoría de ellos en octubre y noviembre. El mercado de Melit también se cerró tras una serie de ataques aéreos, entre ellos el del 3 de diciembre, que, según informes, causaron la muerte de siete civiles.
Las instituciones internacionales le están fallando al pueblo sudanés
«Estamos alarmados por los recientes ataques contra mercados e infraestructuras civiles en el norte de Darfur», declaró el viernes pasado el portavoz de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), calificó de «deplorable» el ataque perpetrado el sábado por las FAR contra el último hospital en funcionamiento del estado, en El Fasher.
La coordinadora residente y humanitaria de la ONU en Sudán, Clementine Nkweta-Salami, está «profundamente preocupada por los informes sobre el bombardeo indiscriminado del campo de Zamzam, las clínicas sanitarias y los refugios de desplazados».
«Todos están preocupados, alarmados, conmocionados… Pero nadie hace nada más que emitir declaraciones, que se limitan a describir la situación», declaró el presidente de DBA, expresando una profunda decepción con las instituciones internacionales.
«La situación es bien conocida. Periodistas, activistas y usuarios de las redes sociales la describen. Lo que se espera de la ONU es que actúe para detener la guerra», afirmó, explicando que nada que no sea el despliegue de una fuerza conjunta para detener los combates entre ambos bandos puede poner fin a esta guerra.
«Las instituciones africanas no tienen la voluntad ni la capacidad para dirigir una fuerza conjunta de este tipo», lamentó. Y dividido como está entre los países de la OTAN liderados por Estados Unidos, por un lado, y Rusia y China, por otro, «el Consejo de Seguridad de la ONU se ha vuelto incapaz siquiera de debatir seriamente nuestra situación, por no hablar de alcanzar una posición unificada para detener esta guerra».
Pavan Kulkarni es un periodista de Peoples Dispatch que cubre las luchas sindicales y los movimientos sociales progresistas, principalmente en el continente africano, pero también en India. También ha escrito artículos sobre comercio internacional y geopolítica, algunos de los cuales se han vuelto a publicar en Monthly Review. Es autor de una serie de artículos en profundidad sobre la historia de la extrema derecha hindú de la India y su ideología, que han aparecido en The Wire.
Este artículo ha sido elaborado por Peoples Dispatch / Globetrotter News Service
Texto original: CounterPunch.org, 23 diciembre 2024