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Asia occidental, de oca a oca y tiro porque me toca

Fuentes: Gara

La semana saliente ha sido decisiva para vislumbrar cuales son los parámetros prácticos que la «diplomacia» estadounidense «sugiere» tras la segunda toma de posesión de Bush el pasado mes de enero. No es casualidad que desde el atentado contra Hariri en Líbano hace dos semanas, todo el tablero de Asia Occidental u Oriente Próximo se […]

La semana saliente ha sido decisiva para vislumbrar cuales son los parámetros prácticos que la «diplomacia» estadounidense «sugiere» tras la segunda toma de posesión de Bush el pasado mes de enero. No es casualidad que desde el atentado contra Hariri en Líbano hace dos semanas, todo el tablero de Asia Occidental u Oriente Próximo se haya movido. Siria, Líbano y Palestina chirrían a un mismo compás, el que marcan EE.UU junto a sus aliados israelíes. Los medios de comunicación, por otra parte, tratan de transmitir la idea de que se abren «ventanas para la paz» cuando lo que estamos vislumbrando con nitidez son los prolegómenos de un nuevo «proceso de pacificación» táctico como fueron Oslo I y II.

La zanahoria
La oferta de ayudas a la ANP en los ámbitos de seguridad, instituciones y economía, anunciada en el encuentro de Londres del día 1 de marzo, con objeto de que cundan las reformas anunciadas por Abu Mazen en la ANP, son en realidad un listado de imposiciones que éste, «el hombre de Occidente», habrá de cumplir, para que Israel «se digne» a sentarse a negociar un «Acuerdo de Paz». Abu Mazen debe desactivar la resistencia, si quiere lograr algo en esos foros, y para ello, Occidente le vuelve a ofrecer «su compromiso» para impulsar definitivamente «el estado palestino» a cambio del «fin del terrorismo».

El Acuerdo de alto el fuego que logra Abu Mazen en los territorios ocupados con diferentes grupos de la resistencia, en parte debido a que la sociedad palestina está exhausta y necesita algún movimiento que permita una tregua a tantos meses de brutal represión genocida, trata de ser el formato sobre el que Mazen quiere sustentar su «valía» ante Israel y EE.UU. Pero Condolezza Rice ha dicho claramente que la «lucha contra el terrorismo» es de prioridad absoluta para que cualquier horizonte negociador sea vislumbrable. Es decir, Mazen estará cada vez más presionado para que las diferentes fuerzas de la ANP intervengan en la desarticulación de las formaciones armadas de la resistencia, lo que probablemente conlleve a un enfrentamiento fratricida, hipotético escenario sobre el que Israel y EE.UU idearon la Hoja de Ruta y que llevan meses tratando de impulsar. Hoy por hoy, Israel y EE.UU no aceptan una tregua como elemento catalizador de conversaciones, buscan la derrota militar definitiva de la resistencia para luego implementar «su plan de paz».

Políticamente, la zanahoria del «estado palestino» sigue siendo una quimera con la que quieren ilusionar a Mazen y su entorno. La vertebración de dicho estado, de modo estricto, es hoy, inviable, y el uso de dicho término para definir el estatus de Gaza y parte de Cisjordania a corto plazo, es una engañufla del mismo tipo que la que fueron los famosos Acuerdos de Oslo. Pero aun así, se sigue hablando de «estado» con el objeto de hacer ver que «se dará a los palestinos lo que quieren» y demostrar que «hay negociación» y que no se trata de una nueva imposición de «paz» o pacificación táctica.

Bien es cierto que, la transformación del conflicto ha supuesto que algunos elementos de resolución clave hayan sido superados. Pero es indiscutible que hay una serie de variables resolutivas indispensables que no pueden ser obviadas. Desgraciadamente, la posición de fuerza de Israel impone parámetros deficitarios que obvian tales elementos de resolución. Al igual que en Oslo, hoy, la Hoja de Ruta o toda propuesta que se haya sugerido omite en su agenda puntos clave para la verdadera constitución de un estado palestino soberano como: las fronteras del 67, incluido Jerusalén Este; los refugiados, recursos naturales como los hídricos, la creación y regulación de colonias, la vigencia de las leyes coloniales, como la detención administrativa, las expropiaciones etc. Es decir, cuando EE.UU e Israel hablan de «Estado palestino», se refieren a un escenario en el que exista un ámbito administrativo palestino sumiso a las directrices de estos estados, sin ninguna opción de ser independiente políticamente, ni viable técnicamente. Para ello es obvio que es vital la inexistencia de resistencia nacional alguna que impida tales propósitos.

Por eso, para crear este «escenario de paz» EE.UU e Israel han de neutralizar los dos ejes sobre los que la resistencia palestina se sostiene, dejándola así aislada en el interior de los Territorios Ocupados: el apoyo de Hezbolla en Líbano, y Siria a la causa palestina.

«Casualidades libanesas»
Siria ha sido la garante de la independencia libanesa desde que terminó la guerra civil. Su apoyo al proceso de normalización ha permitido que Líbano pudiera ser reconstruido desde cierta estabilidad. El papel crucial de Hezbollá, que logró la retirada israelí, ha permitido también que la independencia libanesa fuese un hecho. Pero especialmente hoy, como hasta ahora, ese Líbano independiente es un obstáculo para los planes de Bush y Sharón. Nada se puede gestar en los Territorios Ocupados, mientras Hezbollá y Siria sigan ahí. De ahí que no sea casualidad que tras el atentado a Hariri y la subsiguiente campaña contra Siria, ésta haya valorado la retirada de Líbano, al albor de las manifestaciones de maronitas falangistas, y Hezbollá quede ahí sola, sin coberturas inmediatas. De Oca a Oca y tiro porque me toca.

Tanto el atentado contra Hariri, como el último atentado de Tel Aviv, son acciones que claramente sustentan la campaña internacional contra Siria, que inciden en el acoso hacia ésta, lo que permite que Hezbollá «se ponga más a tiro» y de paso, apuntalan los planes de EE.UU e Israel respecto a Palestina y «su estado de nueva creación, que todos vamos a impulsar».

Mientras se cuecen las artimañas diplomático-terroristas contra Siria, oficialmente «con objeto de que algún día llegue la democracia» y se va asentando el escenario propicio en Líbano con la colaboración de las formaciones cristianas para «democratizar definitivamente el país» y «disolver a formaciones totalitarias como Hezbollá», Palestina «avanza hacia horizontes de paz» sobre todo desde que desapareció el «obstáculo para la paz, Arafat». Al final, hasta le echaremos de menos.