Desde 1996, el este de la República Democrática del Congo (RDC) es el escenario de un conflicto armado donde el cuerpo femenino es parte del campo de batalla. Para combatir las violaciones y el esclavismo sexual, las mujeres congoleñas se han agrupado en asociaciones donde acompañan a las víctimas y logran hacer escuchar sus voces. […]
Desde 1996, el este de la República Democrática del Congo (RDC) es el escenario de un conflicto armado donde el cuerpo femenino es parte del campo de batalla. Para combatir las violaciones y el esclavismo sexual, las mujeres congoleñas se han agrupado en asociaciones donde acompañan a las víctimas y logran hacer escuchar sus voces. «Creo que trabajamos para restaurar la justicia y ayudar realmente a las víctimas, y no las consideramos objetos para recaudar fondos», aseguran Julienne Lusenge y Émérite Tabisha Mongelwa, miembros de la Campaña de las mujeres congoleñas contra la violencia en la RDC (www.rdcviolencesexuelle.org).
Esta campaña es un grito de auxilio nacido de la necesidad de reforzar la eficacia de la lucha contra la violencia sexual. Su objetivo es desarrollar una mejor coordinación de la ayuda a la población procurando que el dinero llegue realmente a las víctimas y que se resuelvan sus necesidades. La campaña describe las diversas iniciativas sobre el terreno y favorece la difusión de la información a todos los implicados. La sensibilización en el extranjero es igualmente uno de los objetivos de Julienne Lusenge y Émérite Tabisha Mongelwa. Especialmente exigen un reconocimiento total por parte de las ONG internacionales y de la ONU sobre la importancia que tiene el papel de las asociaciones locales. Con demasiada frecuencia, las entidades congoleñas no consiguen financiación y se las margina en beneficio de las ONG extranjeras, que se van rápidamente cuando la situación empeora.
Finalmente, al exigir una reforma del sistema jurídico nacional, pretenden que los autores de delitos sexuales sean condenados. En definitiva, no puede existir un proceso de pacificación en la RDC sin justicia: objetivo primero de las asociaciones locales.
Miles de víctimas anuales
Al margen de la persistencia del conflicto y de las muertes que ha provocado, lo que más sorprende es la intensidad de la violencia sexual. Estos crímenes los cometen tanto los guerrilleros como las fuerzas gubernamentales. En octubre del 2007, el coordinador de urgencias de la ONU, John Holmes, declaró que desde el 2005 se habían registrado más de 32.000 casos únicamente en la provincia de Kivu del Sur, y eso sólo es la punta del iceberg.
La violencia sexual incluye las violaciones, pero también actos que sobrepasan este horror. Entre otros, el esclavismo sexual en los campos de las tropas armadas donde grupos de mujeres de todas las edades sufren las perores atrocidades. También se han registrado casos de violaciones colectivas en los pueblos, como por ejemplo en el 2006, cuando 200 mujeres fueron violadas durante una incursión en Songo Mboyo, en la provincia ecuatorial.
Para las víctimas, las consecuencias son múltiples: el rechazo de la familia y de la comunidad, las enfermedades sexuales, los traumas sicológicos… Un contexto escalofriante, como lo confirma Julienne Lusenge de Solidarité Féminine pour la Paix et le Développement Intégral: «Vivimos de cultivar los campos, pero no podemos ir por miedo a ser violadas o asesinadas». En su asociación ofrecen apoyo directo a las víctimas.
Contra la pasividad
Desde 1996, las asociaciones de mujeres y las organizaciones de defensa de los derechos humanos se han multiplicado en el país. Si la comunidad internacional tardó en reaccionar en la RDC, estas mujeres rechazaron muy pronto la pasividad, como lo subraya Émérite Tabisha Mongelwa de la asociación Actions des Femmes pour le Droit et le Développement: «Somos activistas y víctimas al mismo tiempo. Realizamos actividades de sensibilización, de movilización, de reinserción, de mediación familiar, de acompañamiento médico y jurídico para las víctimas de violencias sexuales». Asimismo, estas asociaciones documentan los casos, un trabajo realizado con pocos medios. Según Julienne Lusenge: «No tenemos un sueldo ni apoyo psicológico. Escuchamos las historias de estas mujeres, pero a nosotras no nos apoya nadie».
Su papel es imprescindible al situarse en primera línea de fuego, allí donde las ONG internacionales no quieren desplazarse. Según estas mujeres, antes del 2002-2004, las organizaciones internacionales no se interesaban por los crímenes de carácter sexual, sino que se ocupaban estrictamente de los desplazados por la guerra. Con el tiempo, los proveedores de fondos han comenzado a interesarse por este problema y las ONG internacionales los han seguido. «Llegaron a las asociaciones de mujeres para recopilar información sobre nuestra situación. Las organizaciones internacionales y las agencias de las Naciones Unidas han escrito informes y han elaborado proyectos para obtener fondos. Cuando han conseguido el dinero, han vuelto sobre el terreno apartando a las asociaciones locales de mujeres», asegura Lusenge. Sin embargo, en la RDC los efectos de los proyectos internacionales todavía se están esperando, con la consiguiente indignación de estas asociaciones por la actitud de los organismos internacionales.
Frágil progreso
Aunque la justicia en la RDC está corroída por la corrupción y la ingerencia política, la acción de las mujeres congoleñas está dando sus frutos. En julio del 2006, debido a una propuesta de varias entidades en defensa de los derechos de las mujeres, el gobierno promulgó una ley sobre la violencia sexual para rectificar su código penal. Sin embargo, todavía queda mucho camino para que cese la impunidad. «Entregamos muchos informes a los tribunales y algunos agresores han sido encarcelados. Pero ¿por cuánto tiempo? Salen y vuelven a amenazar a las víctimas en los pueblos. Existe mucha inseguridad», afirma Lusenge.
Según estas mujeres, las instituciones jurídicas deben rehabilitarse, y piden a los países extranjeros implicados en la financiación de las últimas elecciones que contribuyan a esta reforma. «Hace falta proteger a la población. No hemos votado para morir, sino para sentirnos protegidas», concluye Julienne Lusenge.
Para más información sobre estas asociaciones y su lucha, véase: www.rdcviolencesexuelle.org
Asociaciones que integran la campaña:
Arche d’Alliance (ARAL) (Sud-Kivu) Association des Femmes pour les Droits et la Démocratie (AFD) (Sud-Kivu) Association des Femmes pour le Progrès Social et Culturel (AFPSC) (Est de la RDC) Association des Mamans Chrétiennes pour l’Assistance aux Vulnérables (AMCAV) (Sud-Kivu) Association pour la Défense des Droits des Femmes (Nord-Kivu) Collectif des Associations Féminines de Beni (CAF/Beni) (Nord-Kivu) ESSAIM (Cadre de concertation et d’action pour la défense des droits des femmes) (Est de la RDC) Forum des Mamans de l’Ituri (FOMI) (Ituri) Initiative des Femmes pour le Développement et l’Autopromotion (IFDA) (Sud-Kivu) Réseau Femmes Développement / Ituri (Province Orientale) Solidarité des Femmes Activistes des Droits Humains (SOFAD) (Sud-Kivu) Solidarité des Femmes en Difficultés (SOFED) ( Sud-Kivu) Solidarité Féminine pour la Paix et le Développement Intégral (SOFEPADI) (Nord-Kivu, Ituri) Solidarité et Paix pour le Développement Intégré (SOPADI) (Sud-Kivu) Syndicat des Femmes Défavorisées (SYFED) (Sud-Kivu) Synergie des Femmes contre les Violences Sexuelles (SFUS) (Nord-Kivu)
Con el apoyo de:
Coalición por los Derechos de las Mujeres en Situación de Conflicto http://www.womensrightscoalition.org/site/main_es.php