¿Es aún Marruecos un país de tránsito para los inmigrantes subsaharianos (ISS) que quieren llegar a Europa? Ahora como es más difícil pasar hay más gente esperando para cruzar y se quedan temporadas más largas en Marruecos. Además, actualmente, hay ISS que llegan a Marruecos con la intención de quedarse o cuanto menos no les […]
¿Es aún Marruecos un país de tránsito para los inmigrantes subsaharianos (ISS) que quieren llegar a Europa?
Ahora como es más difícil pasar hay más gente esperando para cruzar y se quedan temporadas más largas en Marruecos. Además, actualmente, hay ISS que llegan a Marruecos con la intención de quedarse o cuanto menos no les supone un drama no lograr pasar a la península. Probablemente eso es debido, por un lado, a la postura un poco mas «suave» de las autoridades y, por otro lado, a la cantidad de ISS presentes en medio urbano, que provoca un efecto imán. En todo caso, la situación sigue siendo muy difícil para ellos ya que les resulta casi imposible encontrar trabajo.
¿Dónde están los inmigrantes subsaharianos (ISS) ahora?
En Oujda, en la frontera con Argelia a donde son expulsados. Desde ahí se van a los bosques de Melilla, donde se esconden por miedo a ser descubiertos. Cuando llega el momento para cruzar, se van a Nador y de ahí con una zodiac llegan a Almería. No tenemos acceso directo a ellos cuando están en estos bosques, quieren ser invisibles, y sólo nos llaman cuando hay una urgencia médica.
Al quedarse más tiempo, mucha población se ha convertido en urbana y, según los últimos datos de los que disponemos, habría unos 5.000 concentrados en Rabat y Casablanca. En estas ciudades, al haber más, son más tolerados y pueden ir solos al centro de salud aunque también están en manos de mafias a la hora de cruzar a Europa.
¿Puedes explicarnos ese cambio de actitud de las autoridades del país?
Desde hace unos meses la postura del gobierno ha cambiado, al menos en zona urbana. Hace un año los subsaharianos estaban expuestos a una actividad represiva mucho más dura. Había redadas y los militares entraban durante la madrugada en las casas de los inmigrantes y se los llevaban a todos indiscriminadamente, incluso a las mujeres embarazadas, a Oujda. Ahora hacen controles de papeles en las calles. Y sólo detienen y envían a la frontera a los hombres, mientras que a las mujeres y los niños les dejan en paz. Si hablamos de la época de los acontecimientos del desierto (en octubre 2005 las autoridades marroquíes abandonaron a un grupo de ISS en el desierto a su suerte), cuando la primera reacción del ministro de interior frente a la denuncia de MSF fue negar la evidencia y que las redadas en aquella época se hacían siempre de forma totalmente brutal, podemos constatar que, efectivamente, mucho ha cambiado. Además, hace un año, el acceso al sistema de salud era más difícil que ahora y había muchas probabilidades de que los ISS fueran discriminados por su raza. Creo que la presencia de MSF ha contribuido a este cambio de actitud de parte de las autoridades.
¿Cómo les afecta a la salud mental el hecho de que se queden más tiempo sin poder moverse en Marruecos?
Hay una gran diferencia entre medio urbano y medio rural. En medio urbano las condiciones de vida son difíciles, pero no son tan «imposibles» como lo son en Oujda y sus alrededores. Allí hay ISS que no han logrado pasar a España en los años pasados y se encuentran bloqueados sin poder ir para adelante ni para atrás, y esto les afecta bastante desde un punto de vista psicológico. Yo, personalmente, conozco unas personas que están allí desde hace cuatro años y he visto como, a lo largo del tiempo, han cambiado sus miradas. Antes eran casi descaradas, mostraban seguridad ya que estaban convencidos de que en un futuro próximo lograrían llegar al «paraíso» europeo. Luego, poco a poco, la mirada se fue apagando y, ahora, se quedan mirando al vacío. Por supuesto hay también las necesidades más agudas debido a violaciones sexuales, secuestros y violencia intra-grupal. Esta última ha aumentado en los últimos meses y esto podría ser un signo más de deterioro psicológico a nivel de las comunidades ISS.
La confianza es un componente importante para trabajar con estas poblaciones tan móviles?
Es básica. Un día encontré un paciente en la Facultad de Oujda durante una de las visitas periódicas que venía de Casablanca. Su patología era tan grave que tan solo una mirada fue suficiente para hacer el diagnostico: sufría una cirrosis hepática muy avanzada. Lo llevamos en seguida al hospital y mientras esperábamos al médico de las urgencias le pregunté cuando lo habían detenido. Me contesto que había venido por iniciativa propia a Oujda. Que desde hace tiempo estaba enfermo y un responsable de una asociación de derechos humanos marroquí le dijo: «Vete a Oujda que están los Médicos sin Fronteras que se harán cargo de ti». Y así fue.
Supongo que en estos años habrás vivido momentos duros y otros más reconfortantes, ¿nos puedes contar alguno?
Napoleón era un chaval nigeriano de 25 años que habíamos tratado por una fractura en una pierna que se había hecho intentando pasar la valla. Luego le perdimos de vista. Una noche estábamos con el equipo en Oujda cuando recibimos una llamada anónima de alguien que nos dice que Napoleón está ingresado en el servicio penitenciario del hospital de Oujda. Decidimos ir a verificar la información. No teníamos acceso al servicio penitenciario pero después de mucho insistir nos permitieron echar un vistazo. «¡Doctor!» gritó Napoleón desde su cama. Sus ojos empezaron a llorar de alivio. Ya no se sentía totalmente abandonado como hasta hacía un minuto. Son momentos en los que nuestra labor realmente compensa. Para él, que había encontrado a gente que iba a ayudarlo, y para nosotros, que sentimos el cansancio de un duro día de trabajo desvanecerse en un instante.
Otro día recibimos una llamada desde el bosque del Gourougou, un monte cerca de Melilla. Una mujer nos dijo que su hija de cuatro meses estaba enferma, había nacido en el bosque. Tenia fiebre y estaba gravemente deshidratada con los ojos cerrados y la cabeza abandonada, sin energía. La llevamos en seguida a l’hospital de Nador donde fue ingresada en pediatría. Al día siguiente, cuando fuimos a ver como estaba, no la veíamos. Su madre nos indicó donde estaba y nos quedamos sin palabras. Durante la noche se había trasformada en otra persona que nos miraba llena de curiosidad. Me acerqué y la acaricié. Me hizo una sonrisa que me llenó de emoción. Cuando le dieron de alta fuimos a buscar madre y hija para llevarles otra vez al bosque. No teníamos manos suficientes para llevar los bolsos llenos de comida y ropa que las madres de los niños marroquíes ingresados les habían regalado. Un signo entre otros de la gran diferencia entre un trato fuertemente humano de la población marroquí y de los trabajadores de la salud y, por otro, la represión más dura y ciega posible.
¿Qué planes tiene MSF en Marruecos?
La proyección futura para MSF sería poder irse del país dejando unas costumbres adquiridas. Ahora mismo estamos en el proceso de firmar un convenio con una asociación marroquí y con el Gobierno de Marruecos para oficializar la relación entre el sistema de salud marroquí y los ISS en Casablanca. Una vez firmado, queremos extenderlo a Rabat y a Oujda para que puedan ir solos a los centros de salud sin problemas.