En noviembre de 2021 un convoy militar francés se dirigía a Mali pasando por Burkina Faso y Niger. No llegó muy lejos. Lo detuvieron en Tera, Níger, y antes en varios lugares de Burkina Faso (en Bobo-Dioulasso y Kaya, así como en Uagadugú, la capital del país). Murieron dos civiles a consecuencia de los enfrentamientos entre el convoy francés y manifestantes que estaban “indignados por el fracaso de las fuerzas francesas a la hora de controlar el terrorismo en la zona”. Cuando el convoy entró en Mali fue atacado cerca de la ciudad de Gao.
El corone Pascal Ianni, portavoz del jefe del Estado Mayor del ejército francés, declaró a Julien Fanciulli de France 24 que circulaba “mucha información falsa” acerca del convoy francés. Se culpó de los ataques a “terroristas”, es decir, a grupos islámicos que siguen controlando gran parte de Mali y Burkina Faso. La guerra de 2011 contra Libia, librada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y alentada por Francia, ha envalentonado y fortalecido a estos grupos. Lo que no iba a admitir el coronel Ianni es que las protestas que acompañaron al convoy mostraba el profundo sentimiento antifrancés que existe en todo el Norte de África y la zona de Sahel.
Durante más de dos años ha habido golpes de Estado en la zona, desde el golpe en Mali en agosto de 2020 al golpe en Burkina Faso en septiembre de 2022. El sentimiento antifrancés que existe en el Sahel es lo que en gran medida ha motivado los golpes de Estado en la zona, incluido el golpe en Guinea en septiembre de 2021 así como los otros dos golpes en Mali (agosto de 2020 y mayo de 2021), y otro golpe en Burkina Faso (enero de 2022). En mayo de 2022 los dirigentes militares de Mali expulsaron las bases militares francesas que se habían establecido en 2014. Al mismo tiempo, el proyecto político de Francia (G5 Sahel) se tambalea en este ambiente de animadversión. Las protestas por la presencia francesa en Marruecos y Argelia no han hecho más que aumentar el sentimiento antifrancés que se extiende por el continente africano. En agosto de 2022 el presidente francés Emmanuel Macron recibió una lluvia de insultos cuando intentaba recorrer las calles de Orán, en Argelia.
Animadversión
“La situación en las antiguas colonias francesas (Burkina Faso, Chad, Costa de Marfil, Níger y Mali) es diferente de la situación en el Norte de África”, me dijo Abdallah El Harif del partido marroquí Vía Democrática. “Las malas relaciones entre el régimen de Marruecos y Francia se debe a que el régimen marroquí ha establecido unas importantes relaciones económicas, políticas y de seguridad con los regímenes de África Occidental a costa de los franceses”, afirmó. En particular respecto a las antiguas colonias francesas ubicadas a lo largo del Sahel El Harif afirmó que “muchas insurrecciones populares” han tenido lugar en contra de la continua presencia colonial francesa en estos países. Marruecos se está distanciando de Francia y París está furioso por los vínculos cada vez mayores que está estableciendo con Estados Unidos, mientras que en la zona del Sahel la población quiere expulsar a Francia de sus vidas.
La monarquía marroquí ha reaccionado de forma discreta ante los golpes de Estado en el Sahel, sin querer asociarse con el tipo de sentimiento antifrancés que existe en la zona puesto que dicha asociación atraería la atención hacia la estrecha relación que Marruecos mantiene con Estados Unidos. Esta relación entre Estados Unidos y Marruecos ha proporcionado dividendos a la monarquía: equipamiento militar de Estados Unidos y permiso para que Marruecos continúe con su ocupación del Sáhara Occidental, incluida la extracción de los preciosos fosfatos de la región (a cambio de que Marruecos establezca relaciones con Israel). Cada año desde 2004 Marruecos ha acogido unas maniobras militares estadounidenses llamadas African Lion [León africano]. En junio de 2022 participaron en “African Lion 2022” diez países africanos y por primera vez hubo observadores de Israel y de la OTAN. Según me dijo El Harif, “Marruecos ha desarrollado enormemente sus relaciones militares con Estados Unidos”. Estas maniobras han excluido a Francia, lo que ha molestado a París. Cuando dejaba atrás a las multitudes que le abucheaban en Orán, Argelia, el presidente Macron afirmó que iba a visitar Marruecos a finales de octubre.
A diferencia de Marruecos, en la zona del Sahel hay un sentimiento popular cada vez mayor contra la injerencia colonial francesa (la denominada Françafrique). El expresidente de Chad Idriss Déby Itno, que falleció en 2021, declaró a Jeune Afrique en 2019 que “la Françafrique ha terminado. La soberanía es indiscutible, tenemos que dejar de pegar a nuestros países esta etiqueta de patio trasero de Francia”. El Harif me dijo que “los franceses controlan la moneda de estos Estados. Tienen muchas bases militares [en la zona del Sahel] y sus corporaciones saquean los recursos naturales de estos países, mientras pretenden luchar contra el terrorismo”. Siempre que surge una oposición política, los franceses han actuado en connivencia para asesinar a los líderes que desafían su autoridad (como el líder de Burkina Faso Thomas Sankara en 1987) o han hecho que los detuvieran y encarcelaran (como le ocurrió al de Costa de Marfil Laurent Gbagbo en 2011).
¿Por qué ha terminado la Françafrique?
El exembajador de Francia en Malí, Nicolas Normand, culpaba una reciente entrevista concedida a Atalayar del aumento del sentimiento antifrancés a “las reiteradas acusaciones antifrancesas del primer ministro de Malí y a la virulenta campaña mediática que ha llevado a cabo Rusia en las redes sociales con vídeos falsos acusando a Francia de saquear Malí mientras que, en realidad, apoyaba a los yihadistas con el pretexto de luchar contra ellos”. En efecto, el que fuera primer ministro de Mali antes del 22 de agosto de 2022, Choguel Maïga, hizo unas duras declaraciones contra la intervención francesa en su país. En febrero de 2022 Maïga declaró a France 24 que el gobierno francés “había intentado dividir su país alentando las reivindicaciones de autonomía del Norte”. El cantante maliense Salif Keïta publicó un vídeo en el que decía “¿no os dais cuenta de que Francia financia a nuestros enemigos en contra de nuestros hijos?” y acusaba a Francia de colaborar con los yihadistas.
Por lo que se refiere a la acusación de que el grupo ruso Wagner opera en Mali, Maïga declaró en esa entrevista a France 24 que “son los franceses los que dicen la palabra Wagner. Nosotros no conocemos a ningún Wagner”. No obstante, en febrero había declarado que Mali trabaja con “cooperantes rusos”. Tras una investigación de Facebook en 2020 Maïga eliminó varias cuentas en las redes sociales rastreadas hasta Francia y Rusia, y que “se enfrentaban en la República Centroafricana”».
En un importante artículo publicado en Le Monde en diciembre de 2021 el veterano investigador del Centro de Estudios Africanos de la Universidad de Leiden, Rahmane Idrissa, indicaba tres razones del aumento de sentimiento antifrancés en Sahel. En primer lugar, afirmaba, Francia “paga en el Sahel la factura de un siglo de intervenciones militares en el África subsahariana”, incluida la protección que Francia ha ofrecido a unos regímenes “a los que generalmente la población odia”. En segundo lugar, el fracaso de la guerra contra los yihadistas ha desilusionado a la población respecto a la utilidad del proyecto francés. En tercer lugar, y es un punto clave, Idrissa afirmaba que la incapacidad de los gobernantes militares de la zona “para movilizar a la población contra un enemigo (los yihadistas)”, contra el que no tienen una verdadera estrategia, ha hecho que esa ira se vuelva contra los franceses. Idrissa indicaba que, por muy bienvenido que sea, el hecho de que los franceses se vayan “sin duda no resolverá la crisis yihadista”. Y añadía “el pueblo se sentirá «soberano», aunque parte del territorio siga en manos de las bandas terroristas”.
Vijay Prashad es un historiador, redactor y periodista indio. Es miembro de la redacción y corresponsal jefe de Globetrotter. Es redactor de LeftWord Books y director de Tricontinental: Institute for Social Research. Es miembro no residente de Chongyang Institute for Financial Studies, Universidad Renmin de China. Ha escrito más de veinte libros, entre los que se incluyen The Darker Nations and The Poorer Nations. Sus últimos libros son Struggle Makes Us Human: Learning from Movements for Socialism y (con Noam Chomsky) The Withdrawal: Iraq, Libya, Afghanistan, and the Fragility of U.S. Power.
Fuente: https://rozenbergquarterly.com/charting-the-rise-of-anti-french-sentiment-across-northern-africa/
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