Traducido por Michel Rodríguez, del Equipo de Traducciones de Cubadebate y Rebelión
La implosión de la política de la Casa Blanca respecto de Iraq tiene lugar en tres frentes: en el terreno en Iraq, en el enfrentamiento entre los demócratas y republicanos por la retirada y en los crecientes escándalos que debilitan a la propia presidencia.
En el terreno: El «resurgir» de los EE.UU. solo está redistribuyendo las bajas. Por ejemplo, desde el 14 de febrero han muerto 24 estadounidenses en la provincia de al-Diyala, escenario de un esfuerzo estancado contra la insurgencia. Durante las siete semanas previas al 14 de febrero, solamente habían muerto 10 estadounidenses en la provincia. En general, se ha duplicado la cantidad de bajas estadounidenses en Bagdad mientras que se mantiene igual el número de soldados muertos en todo el país. [véase New York Times, 9 y 25 de abril] Cientos de miles de iraquíes pidieron la retirada de los EE.UU. en el cuarto aniversario de la caída de Saddam, bajo el liderazgo de Moktada al-Sadr. [Los Angeles Times, 10 de abril]. La insurgencia dinamitó el parlamento y un puente histórico en Bagdad el 12 de abril. El muro del general Petraeus en Bagdad es objeto de repudio por sunitas y chiítas. En tanto, 131 miembros del parlamento iraquí [de un total de 275] han pedido un calendario de retirada. El pilar del gobierno de al-Maliki es inestable, incluso se encuentra en peligro de caer.
En el Congreso: los demócratas se han decidido por una posición antibélica mínima, pero que está en profundo desacuerdo con Bush. La interacción con el campo de batalla es evidente; según el general Petraeus «el reloj de Washington avanza más rápidamente que el de Bagdad». Así que obviamente estamos tratando de acelerar un poco el reloj de Bagdad para obtener algunos avances en el terreno que tal vez pudieran… darle más tiempo al reloj de Washington». [National Journal, 24 de abril].
Los progresistas de la Cámara y el Senado continuarán luchando en pos de un cronograma para poner fin a la financiación para el próximo año. Asumiendo que Bush vete la legislación actual, los demócratas continuarán forzando a los republicanos vulnerables a que voten una y otra vez por la guerra. La mayoría actual puede llegar a un arreglo al eliminar los plazos para la retirada a cambio de «puntos de referencia aplicables» para la consternación de la mayoría del movimiento antibélico.
Si faltan votos para la retirada, el centro de la atención recaerá sobre los detalles de «los puntos de referencia», que se verán acogidos con profundo escepticismo. La prueba más difícil es si se pueden aplicar, o al menos colocar en el centro del encarnizado debate por parte de los activistas, los demócratas y los medios de difusión. Entre algunos de los «puntos de referencia» clave del paquete actual figuran:
- la decisión presidencial para el 1 de julio de que el régimen de Bagdad dará permiso a los EE.UU. a «perseguir a todos los extremistas», incluida la insurgencia y las milicias de Moktada al-Sadr. Parece que este resquicio permitiría que continúe la guerra actual.
- la creación de «fuerzas de seguridad balanceadas» y una «seguridad pareja». Es improbable que esto sea un extremo.
- «un fuerte programa de desarme de la milicia»
- erradicación de los «paraísos de seguridad» [muchos lugares en Iraq, incluidas las provincias de al-Anbar y al-Diyala]
- progreso sustancial en pos de «iniciativas de reconciliación», una ley hidro-carbono, elecciones provinciales que puedan beneficiar a los sunitas, reformas de la des-Baathificación, asignación justa de fondos de reconstrucción.
- reducción de la violencia sectaria y garantizar los derechos de los partidos políticos de la minoría.
Es difícil sacar conclusiones a partir de estas propuestas demócratas. ¿Hasta qué punto están seriamente diseñadas o sólo son para una cubierta política? La más peligrosa es la de la autorización abierta de continuar las operaciones combativas contra «todos los extremistas», que deberá encontrar oposición en el movimiento antibélico y sus aliados demócratas. El problema relacionado con la misma es el resurgimiento de los «halcones humanitarios» que se engañan a si mismos y creen que el ejército de los EE.UU. podrá tener éxito en un papel de menos visibilidad donde se combinan la contrainsurgencia y el desarrollo económico. El error en su pensamiento es que los efectivos estadounidenses puedan servir como «entrenadores» de un estado iraquí descrito como sectarista incluso por el informe de Baker-Hamilton.
Sin embargo, de verse el paquete definitivo de los demócratas como parte de una dinámica política, ello aumentará la presión sobre Bush y al-Maliki puesto que los puntos de referencia socavan las bases del actual estado sectario chiíta-kurdo. Si se trata tan solo de una imagen que quieren presentar, se ocasionará mucho daño a la Casa Blanca en la próxima campaña presidencial.
3. Los escándalos. Quizás este sea el fin de la guerra, el momento Watergate para el gobierno de Bush. Como los demócratas ganaron las elecciones de noviembre del 2006, se ha desatado una tormenta de escándalos tras otra sobre la Casa Blanca. Hoy se trata de la mentira acerca de la muerte de Pat Tillman por «fuego amigo». Entre los blancos figuran John Bolton, Alberto Gonzales, Scooter Libby, la Administración de Veteranos, Karl Rove y Dick Cheney. He aquí la comparación con Watergate: Mientras que el Congreso comenzó a formular planes de salida en fecha tan temprana como 1969, habían ganado un impulso crucial cuando se unieron con las audiencias sobre Watergate en 1973. Nixon simplemente se debilitó demasiado a lo interno como para defenderse por lo de Vietnam y Cambodia. A la Casa Blanca de Nixon se le impuso la propuesta de reducir la financiación para las operaciones de combate directo o indirecto para el 15 de agosto de 1973.
El rápido debilitamiento de la Casa Blanca de Bush no muestra señales de amainar. Es una respuesta reprimida a seis años de control republicano absoluto en todas las ramas del gobierno. La dinámica está acelerando. Será difícil insuflar fuerzas a la guerra de Bush si su propio gobierno se ve limitado como respuesta a su arrogancia de poder. Llámelo una impugnación indirecta.
Tom Hayden imparte un curso de sociología sobre Irak en el Pitzer College, Los Angeles. Es el autor de Ending the War in Irak [Akashic books, junio de 2007]
http://www.huffingtonpost.com/tom-hayden/antiwar-dynamic-accelera_b_46743.html