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Tejiendo sociedad civil

Bamako: riqueza social

Fuentes: www.oozebap.org

Ansiosos por llegar al Mali «auténtico», Bamako no atrae a los turistas. Pocas veces permanecen en la capital más de lo necesario (el tiempo para gestionar el visado o para esperar el medio de transporte que los lleve al interior del país): «En Bamako no hay nada que ver», repetirán como un mantra incluso sin […]

Ansiosos por llegar al Mali «auténtico», Bamako no atrae a los turistas. Pocas veces permanecen en la capital más de lo necesario (el tiempo para gestionar el visado o para esperar el medio de transporte que los lleve al interior del país): «En Bamako no hay nada que ver», repetirán como un mantra incluso sin haberla visto. Por el contrario, jóvenes de las zonas rurales de Mali, y también de los países vecinos como Burkina Faso, Níger y Guinea, viajan a la capital con el objetivo de trabajar o de estudiar en la universidad: «En Bamako hay algo que hacer». En todo el continente africano siempre han sido frecuentes las migraciones internas por razones diversas, y hasta hace poco en Mali nadie pedía los papeles. Todavía hoy es fácil conseguir permisos de residencia, y eso hace de Bamako una ciudad cosmopolita y muy activa, que, a pesar de todo, todavía mantiene una identidad propia: comparada con otras capitales del continente, Bamako se ve pequeña.

Formada por barrios tranquilos de calles sin asfaltar y con mucha actividad vecinal, es fácil topar con pequeños rebaños de ovejas, gallinas, niños jugando y mujeres lavando la ropa y los platos en los límites relativos del exterior y el interior de las casas. Contrariamente a los lugares más turísticos de Mali, en Bamako ningún niño pedirá regalos al ver a un tubabu (blanco): pedir por pedir es una costumbre muy común, generada por los turistas y su obsesión del regalo caritativo a los niños, como bolígrafos o caramelos, quizá para aliviar sus conciencias y condicionados claramente por un imaginario del niño africano, creado y monopolizado desde las campañas «humanitarias». Como en Bamako no hay turistas, no hay niños con el mono, auténticos yonkis del regalo: aquí, al ver a un tubabu, los niños se limitaran a saludarlo. Estos barrios están rodeados por grandes avenidas rebosantes de tráfico y de actividad comercial en sus márgenes, con numerosos talleres mecánicos, vendedores ambulantes de tarjetas para recargar el móvil y puestos de comida. Dos puentes extensos enlazan las dos orillas del majestuoso Níger, que parte la ciudad en dos. Cruzarlos a pie, en un trayecto de unos veinte minutos, permite ver concentrada toda la actividad y las características de los habitantes de Bamako: un movimiento constante durante todo el día, con las cargas de mercancías usando todo tipo de transporte (en la cabeza mientras se camina, en pequeños carros empujados por niños o tirados por animales, en bicicletas donde lo acarreado ocupa tres veces más que el vehículo, en motos, coches y camiones que rebosan paquetes…), circulación intensa de cualquier modelo de coche (desde los más viejos hasta las últimas novedades de lujosos 4×4 con cristales ahumados), autobuses, taxis o los incontables minibuses verdes, los sotramas, con unos encargados que dominan a la perfección la técnica de colocar a los pasajeros como si fuéramos sardinas enlatadas… En este alargado espacio para peatones y vehículos no puede faltar el transporte característico de la ciudad: la motocicleta. En ellas circulan hombres y mujeres que dejan ver su culto por la limpieza y la elegancia -de ellos mismos y de sus vehículos-. Esta importancia por el aspecto provoca que, a pesar de unas condiciones sociales variadas, la imagen resultante sea más homogénea. Mali tiene desde principios de los años 90 una democracia parlamentaria. La fuerte presión popular logró acabar con algo más de veinte años de dictadura, lo que significó una victoria de todo el trabajo asociativo de base. En estos años la sociedad civil se ha ido consolidando gracias principalmente a la fuerza y a la creatividad de las propuestas asociativas, en especial las que provienen de las mujeres y los jóvenes. Con un sistema neoliberal asfixiante, sumado a una mala gestión pública y de corrupción, estas redes ofrecen propuestas que incumben todos los niveles de lo social, cultural, económico y político, creando una alternativa que se expande poco a poco por todos los rincones de Mali. Cuando el Forum Social Mundial (FSM) escogió Bamako como una de las tres sedes (con Caracas y Karachi) para celebrar la «edición policéntrica» del 2006, entre el 19 y el 23 de enero, reconocía mundialmente la labor constante y minuciosa de cada una de las personas de este país, y también de todo el continente, que nos ofrecen opciones reales al neoliberalismo y luchan contra la corrupción de los bienes públicos y por la defensa de los derechos humanos. África se mueve, y la poca representación del movimiento social africano en las ediciones anteriores del FSM en Porto Alegre hacía necesario un desplazamiento de éste. Bamako ha sido la primera, en el 2007 Nairobi tomará el relevo.

¿Quién es el rico?

Contrariamente a lo que se dice, Mali no es uno de los países más pobres del mundo, sino uno de los más ricos. La riqueza no puede medirse tan sólo por los niveles económicos. Aún así, sus recursos naturales, como el oro y el algodón, demuestran que no es la pobreza sino las imposiciones del FMI, el Banco Mundial y la OMC, juntamente con la corrupción, las que impiden la gestión y el acceso de la mayoría a esos bienes. Pero a este criterio, fundamentado estrictamente en parámetros monetarios, debemos añadirle otras fuentes de riqueza igual de vitales. Culturalmente es una de las regiones del mundo con más creatividad. La diversidad cultural de sus pueblos lleva generando desde hace siglos todo tipo de expresiones artísticas de gran valor, especialmente en la literatura, la danza, la escultura y, como no podía ser de otra manera, en la música. Mali es hoy un gran importador musical, con incontables figuras que han triunfado internacionalmente sin por ello dejar de ser referentes nacionales, como Salif Keita, Ali Farka Touré, Oumou Sangaré, Amadou & Mariam, Toumani Diabaté… Estilos como el hip hop y el reggae son también una realidad y no sólo entre los más jóvenes: la proliferación de grupos que incorporan la crítica social facilita la circulación de mensajes y la concienciación. Tiken Jah Fakkoli, el cantante de reggae más popular de Mali, no se cansa de denunciar todo tipo de situación ilegal, como por ejemplo en su casete titulado explícitamente «Françafrique». Este término se utiliza para designar la relación criminal de Francia con sus antiguas colonias, apoyando a las dictaduras y desviando los fondos de «cooperación». En una de sus canciones, Tiken Jah hablará de la intervención militar francesa en toda la región de esta forma: «Primero son los pirómanos y después quieren ser los bomberos». Durante la edición del FSM, su concierto en el estadio Modibo Keita a un precio popular era una de las cosas más esperadas por los jóvenes de Bamako. Otro tipo de riqueza es la espiritual. Como país musulmán, Mali ha estado tradicionalmente alejado de las posiciones más distorsionadas del Islam. A pesar de esto, el wahabismo de los multimillonarios saudíes y el materialismo desenfrenado del consumismo atacan constantemente los fundamentos religiosos. Mali es una comunidad espiritualmente fuerte, y aunque la resistencia resulte difícil cuando la agresión es así de constante, todavía persisten elementos regenerativos trasmitidos de generación a generación. Si decíamos que el hip hop se nutría de crítica social, ésta sabrá separar el Islam de las personas que lo pervierten, convirtiéndose en muchos casos en un hip hop musulmán que rechaza una tradición represiva y patriarcal.

CAD-Mali, tejiendo la sociedad civil

Para los movimientos sociales de Mali, especialmente los agrupados por CAD-Mali, la red de organizaciones de la sociedad civil, con federaciones, sindicatos, ONGs, organizaciones profesionales y asociaciones (www.cadmali.org), la celebración del FSM en Bamako supuso una oportunidad para mostrar, discutir y coordinar iniciativas a nivel internacional. Pero eso no significa que fuera la primera vez: tan sólo en los últimos siete meses se han celebrado, entre otros, el IV Forum de los Pueblos (en Fana, julio del 2005, www.forumdespeuples.org) y la Cumbre Cívica Alternativa África-Francia (en Bamako, del 30 de noviembre al 1 de diciembre del 2005). Mientras el primero permite a organizaciones y colectivos tanto del país como de todo el continente reunir esfuerzos, compartir experiencias, debatir estrategias periódicamente, y servir de apoyo y refuerzo al Forum Social Africano (www.forumsocialafricain.org), el segundo acontecimiento fue la respuesta a la cumbre Francoafricana de jefes de estado que se realizaba durante los mismos días en Bamako. Esta cumbre paralela a la oficial se había celebrado siempre en Francia, y ésta era la primera vez que la acogía un país africano. Organizada por CAD-Mali, contó con más de 100 asociaciones francesas y africanas que luchan contra el neocolonialismo francés. Entre sus conclusiones, la hecha pública poco después en el llamado «Manifiesto de Bamako»:

«En este año de 2005, Francia ha legitimado el golpe de estado electoral de Faure Gnassingbé Eyadéma en el Togo, ha continuado con su juego turbio en Costa de Marfil, apoya al régimen agonizante de Idriss Deby en Chad y a los poderes dictatoriales de Paul Biya en Camerún; Denis Sassou N’Guesso [presidente de Congo y de la Unión Africana] es una ofensa para los pueblos, y no va a ser él quien desarrolle una nueva envoltura europea y multilateral con la que Francia trata de hacer creer que va a cambiar la naturaleza del sistema, cuya lógica conduce a la pobreza, a la desesperación y, por lo tanto, al éxodo y a la emigración forzada de los jóvenes. Los participantes a la Cumbre Cívica Alternativa han expresado su indignación ante las políticas de represión y estigmatización [en Francia] de las poblaciones inmigrantes o de origen inmigrante, reflejos de un pasado colonial que nunca fue bien asumido y de un presente neocolonial ocultado. Constatando la quiebra de tales políticas y el rechazo a dialogar de los participantes en la Cumbre oficial, la Cumbre Alternativa ha decidido convertirse en portavoz de las aspiraciones de la masa de los ciudadanos, organizar redes asociativas internacionales de movilización para facilitar la creación de resistencias, y llevar a cabo acciones para expresar el rechazo y, así, obtener transformaciones radicales con y para los pueblos.» (www.survie-france.org)

Entre los lujosos 4×4 de cristales tintados que circulan por Bamako, muchos llevan los anagramas de organizaciones internacionales de ayuda al «desarrollo». Las sedes de todo tipo de organizaciones se reparten por los barrios de la ciudad, normalmente en casas espaciosas y vigiladas, bien indicadas desde las avenidas principales para no perderse una vez se entra en la trama de calles sin asfaltar. Esta abundancia abruma: ¿realmente hay tanta gente trabajando en este terreno? Aminata Traoré, una de las figuras del movimiento altermundialista y presidenta de CAD-Mali, es muy clara: «No creo en las ONG caritativas. El problema es que las asociaciones y ONG que trabajan con fondos públicos se niegan a preguntarse por las malas acciones de la globalización» (entrevista de Fernando Gotilla, Rebelion.org, 03-02-2006). Esto nos ayuda a entender por qué, pese a esta gran cantidad de organizaciones con sede en Bamako, el cambio no es radical. Un 4×4 pasa rápido, dejando una nube de polvo que llega hasta nosotros. Tosemos…

El Forum Social Mundial es una de las muchas oportunidades para reunir esfuerzos, a pesar de su tamaño algo desproporcionado que intentaron solventar este año con la división de las sedes. En este sentido podemos pensar que otro tipo de reuniones, como las que hemos citado, son más útiles para fortalecer la sociedad civil africana. Pero para lo que sirvió el FSM de Bamako, con una asistencia de unas 10.000 personas y centenares de actos (www.fsmmali.org), fue para enlazar estas luchas con el resto del planeta y de forma recíproca (dando y recibiendo), así como para confiar en la capacidad del continente para organizar manifestaciones de este tipo (como la siguiente en Kenya). Y para eso no sólo involucró a las asociaciones y colectivos: el estado de Mali (que tiene un presupuesto de los más bajos del mundo) aportó al FSM 150 millones de FCFA (unos 230.000 euros) y cedió los espacios necesarios. En la televisión nacional se retransmitió en directo la inauguración del Forum en el estadio como si se tratara de unas olimpiadas, donde en las gradas la «afición» había sustituido las banderas por pancartas como «Freedom for Sahara».