Acostumbro a tomarme con precaución las proclamas que se lanzan en las campañas electorales, sobre todo cuando éstas se refieren al compromiso con los derechos de las mujeres; demasiadas experiencias y manipulaciones me tiene ya algo escaldada y descreída. Y a pesar de ello, reconozco que generan expectativas que invitan a pensar que el cambio […]
Acostumbro a tomarme con precaución las proclamas que se lanzan en las campañas electorales, sobre todo cuando éstas se refieren al compromiso con los derechos de las mujeres; demasiadas experiencias y manipulaciones me tiene ya algo escaldada y descreída. Y a pesar de ello, reconozco que generan expectativas que invitan a pensar que el cambio es posible, con formas alternativas de hacer las cosas, cambiando el orden de prioridades y el código de valores que sirve de base a la acción política. De ahí el aliento refrescante que ha ido generando la llegada de Obama al gobierno del imperio.
…hemos escogido la esperanza por encima del miedo, el propósito común por encima del conflicto y la discordia. Hoy venimos a proclamar el fin de las disputas mezquinas y las falsas promesas, las recriminaciones y los dogmas gastados que durante tanto tiempo han sofocado nuestra política. Obama dixit.
Me gusta la política de gestos, aunque prefiero que se conviertan en hechos, palpables, realizables y medibles. Y algunas de las decisiones que ya ha tomado Barack Obama, refuerzan la perspectiva de que el nuevo gobierno de estadosunidos puede representar una alianza de interés para el feminismo. Así lo han manifestado ya algunas de las organizaciones feministas norteamericanas más reconocidas como la Organización Nacional para las Mujeres (NOW), la Fundación por una Mayoría Feminista (FMF), el Congreso Nacional de Mujeres Negras (NCBW), así como Mujeres Empresarias y Profesionales de los Estados Unidos (BPW/USA). Todas ellas coinciden en que la llegada de Barack Obama y de Hillary Clinton al gobierno puede ser una buena oportunidad para alcanzar algunas de las reivindicaciones feministas:
Obama fue ponente de un anteproyecto que condujo a legislación que garantiza la inclusión de anticoncepción de emergencia en los servicios médicos de emergencia para mujeres violadas y estuvo detrás de una ley que protege los derechos de las mujeres a igual salario por igual trabajo. Biden fue el autor de la Ley sobre la Violencia contra las Mujeres (VAWA),una ley histórica que contiene fuertes medidas para afrontar la violencia doméstica, entre otras cosas.
Durante su campaña, Obama prometió continuar protegiendo a las mujeres contra la discriminación, promover conciencia respecto a los cánceres de mama y cervical, incrementar el apoyo financiero a víctimas de violencia doméstica y brindar más apoyo a madres trabajadoras por medio de un mayor financiamiento para guarderías y la garantía de pago en caso de ausencia laboral por enfermedad.
El nombramiento de Hillary Clinton como Secretaria de Estado, aliada de las feministas desde hace mucho tiempo, es otro estímulo renovado por su propia confirmación ante el Senado de su compromiso con los derechos de las mujeres.
Todo esto configura un escenario futurible, desde una base pro-feminista; habrá que ir viendo qué es lo que se materializa, qué papel desempeñan las mujeres y hacia dónde se dirige la acción política.
De momento me quedo con los hechos que ya proclaman que las ONGs de Estados Unidos que han estado trabajando durante años en temas de Derechos sexuales y reproductivos, contracepción y derecho al aborto volverán a recibir de nuevo fondos, lo que representa un mensaje claro del nuevo gobierno respecto a los derechos sexuales y al derecho a decidir de las mujeres, que contrasta con las polítcas antiabortistas de Bush, – responsables, en gran medida, de 36 millones de embarazos no deseados-
¿Será la ratificación de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) el siguiente hecho firme que oriente la política del equipo de Obama?
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