El presidente Barack Obama dio hoy el primer paso para cumplir su promesa electoral de impulsar una reforma migratoria integral, que incluye una vía hacia la legalización de 11 millones de inmigrantes indocumentados, en lo que fue calificado como el intento más ambicioso en este rubro en más de 25 años, pero algo que ha […]
El presidente Barack Obama dio hoy el primer paso para cumplir su promesa electoral de impulsar una reforma migratoria integral, que incluye una vía hacia la legalización de 11 millones de inmigrantes indocumentados, en lo que fue calificado como el intento más ambicioso en este rubro en más de 25 años, pero algo que ha fracasado durante más de una década por una ofensiva política antimigrante cada vez más feroz en este país.
«La hora ha llegado para una reforma migratoria integral de sentido común», dijo el presidente, pero no mencionó que su propuesta, como la presentada el lunes por un grupo bipartidista de senadores, es casi idéntica en esencia a las iniciativas que se han impulsado durante los últimos años con casi la misma retórica.
Durante la última década, los políticos que hoy impulsan estas nuevas versiones de reforma, incluido Obama, son los mismos que habían prometido a los inmigrantes una vía hacia la legalización, con el argumento de que eso sólo se podría lograr políticamente si primero, y a cambio, se imponían mayores controles sobre el flujo migratorio y más seguridad en la frontera. Cumplieron con la primera parte de la oferta y hoy día hay más agentes en la frontera y más deportaciones que nunca en la historia, más leyes estatales antimigrantes en todo el país, más centros de detención y más violaciones a los derechos humanos de los inmigrantes.
En su discurso hoy en Las Vegas, Obama reafirmó que este «es un país de inmigrantes», y que el debate sobre este asunto ha acompañado a Estados Unidos desde sus inicios. Señaló que existe una amplia gama de voces de líderes empresariales, laborales, religiosos, oficiales de seguridad pública y líderes de ambos partidos (algunos de ellos representados en el público ante el cual ofreció su discurso) que «se están uniendo para decir que ahora es el momento para encontrar una mejor manera de dar la bienvenida a aquellos inmigrantes que aún ven a America como la tierra de la oportunidad», y que, por lo tanto, hay una coyuntura en la que finalmente es posible lograr una reforma migratoria.
Alertó que el debate de nuevo será apasionado, pero «es importante que recordemos nuestra historia. Saben… a menos de que uno sea uno de los primeros americanos, un americano nativo, llegaste de algún otro lugar. Alguien te trajo». Indicó que a veces el debate sobre migración se convierte en algo de «nosotros contra ellos», pero que eso suele suceder cuando mucha gente «se olvida que la mayoría de nosotros antes éramos ellos».
Recordó cómo cada ola de migrantes a lo largo de la historia del país enfrentó la resistencia de los que ya estaban aquí, incluido el racismo, pero que con su trabajo y participación, tanto los inmigrantes ahora famosos como los millones anónimos «construyeron este país mano a mano, ladrillo por ladrillo».
Subrayó que el sistema migratorio está «muy descompuesto» y «caduco», lo cual frena el desarrollo económico del país. A la vez, se refirió a los 11 millones de indocumentados de todas partes del mundo que «viven en las sombras», la mayoría integrantes de comunidades que contribuyen al país y que «están entretejidos en la tela de nuestras vidas», pero que siguen trabajando en la «economía de sombras».
Recordó que durante su primer periodo se dieron pasos para fortalecer la seguridad en la frontera y reducir el flujo migratorio, y resaltó que hay «más botas en la tierra en la frontera sur que en cualquier momento en nuestra historia», y que por ello los cruces ilegales se han desplomado casi 80 por ciento desde 2000, y la deportación de criminales indocumentados está en niveles sin precedente. Destacó, a la vez, su orden ejecutiva que permite a quienes llegaron como menores de edad salir de las sombras. Ante ello, instó al Congreso a tomar acción para lograr una reforma que incluya resolver el asunto de los 11 millones de inmigrantes indocumentados.
Declaró que las propuestas de ocho senadores de ambos partidos presentadas el lunes es una señal alentadora de que hay un deseo de proceder hacia una reforma real, y que coincidía en general con esa propuesta, pero que si no avanzaba, él impulsaría su propio proyecto de ley.
Delineó los «principios» de su propuesta: primero, continuar con los esfuerzos de aplicación de las leyes migratorias, que incluyen fortalecer la seguridad en las fronteras, proceder contra empresas que contratan trabajadores indocumentados y establecer un sistema de verificación de la calidad migratoria de empleados.
Segundo, formular una vía hacia la ciudadanía para los indocumentados con precondiciones, incluido un proceso para verificar su historial, el pago de impuestos y de una multa, aprender inglés e ingresar al final de la cola detrás de todos los que intentan llegar a este país de manera legal. «Eso implica que no será un proceso rápido, pero sí justo» para sacarlos de las «sombras» y ofrecerles una oportunidad para ganarse la residencia y eventualmente la ciudadanía.
Tercero, modernizar el sistema de migración legal, que incluye acelerar la unificación de familias y apoyar el ingreso de estudiantes extranjeros a esta economía.
Vale recordar que al inicio de su primer periodo Obama había prometido sacar de las sombras a los indocumentados con una reforma migratoria, y que no pocos líderes inmigrantes aquí señalan que en los hechos hizo casi lo opuesto: fue el presidente que se distinguió por haber logrado más deportaciones que sus antecesores republicanos (más de 400 mil sólo el año pasado, un récord, y más o menos ese mismo número cada año desde 2009), dedicó más recursos que nadie antes al control fronterizo y sólo a finales del año pasado, justo antes de las elecciones, utilizó su autoridad ejecutiva para suspender las deportaciones de aquellos que habían ingresado a este país siendo menores de edad.
Sin embargo, todos coinciden en que este nuevo intento de reforma migratoria es producto de una coyuntura política que resultó en parte del creciente papel del voto latino en las últimas elecciones que contribuyó, por un lado, a la relección de Obama y, por el otro, a la derrota de los republicanos.
Las líneas generales de la propuesta de Obama son un poco más amplias y generosas que la anunciada por el grupo bipartidista de senadores el lunes, al ofrecer menos obstáculos para que inmigrantes se encarrilen en una vía hacia la ciudadanía. La presentada por los senadores impone condiciones más onerosas para lograr este objetivo y agrega precondiciones para que este mecanismo arranque, incluyendo la implementación de mayores controles de la frontera y del flujo migratorio.
Aunque ambas iniciativas fueron generalmente bien recibidas por la amplia gama de organizaciones y fuerzas que han luchado por una reforma migratoria -latinos, sindicatos, empresarios, religiosos y agrupaciones de inmigrantes- no pocos advirtieron que aún se tiene que evaluar la manera en que estas propuestas se formulen en concreto y cómo evolucionan en las negociaciones políticas ya que, como se dice aquí, «el diablo está en los detalles».
La Casa Blanca y el grupo bipartidista de senadores han manifestado su intención de promover todo esto en los próximos meses e intentar alcanzar su meta este año.