Este sábado el presidente de Túnez, Zine el Abidine Ben Ali, abandonó el país ante la imposibilidad de frenar las protestas y aterrizó unas horas después en Jedda, en Arabia Saudí, tal como ha confirmado la casa real saudí en un comunicado oficial. El mandatario huyó ante la imposibilidad de frenar las protestas populares que […]
Este sábado el presidente de Túnez, Zine el Abidine Ben Ali, abandonó el país ante la imposibilidad de frenar las protestas y aterrizó unas horas después en Jedda, en Arabia Saudí, tal como ha confirmado la casa real saudí en un comunicado oficial.
El mandatario huyó ante la imposibilidad de frenar las protestas populares que exigían su dimisión. El avión que lo transportaba despegó del aeropuerto internacional de Túnez-Cartago escoltado por la Fuerza Aérea tunecina y sin rumbo anunciado. Hacia la medianoche del sábado la cadena Al Arabiya anunció que el avión presidencial había aterrizado en la península arábiga. Los jeques se apresuraron en anunciar que daban la bienvenida al mandatario y a su familia, que se instalarían allí «por un periodo de tiempo indeterminado».
Arabia no fue el primer destino que se le asignó al político en un baile de países y aeropuertos; tras ser rechazado un primer intento de aterrizaje en Francia, alrededor de las diez de la noche del viernes un avión tunecino fue autorizado para tomar tierra y repostar en el aeropuerto de Cagliari, en Sicilia, y durante tres horas se especuló con la posibilidad de que Ben Ali estuviera a bordo. Finalmente la nave despegó de regreso a Túnez escoltado por cazas italianos y dejando tras de sí un halo de misterio.
Presidente interino
En Túnez, en ausencia del presidente, el primer ministro, Mohamed Ghanuchi, asumió las funciones presidenciales de manera interina, como anunció él mismo en la televisión estatal.
En un breve mensaje, Ghanuchi se comprometió a respetar la Constitución y pidió a los tunecinos «de todas las sensibilidades políticas» que muestren sentido patriótico y de unidad. «Como el presidente es temporalmente incapaz de cumplir sus obligaciones, se ha decidido que el primer ministro sea quien asuma esas obligaciones», declaró enigmáticamente.
Un mes de revuelta
El origen de las protestas se encuentra un mes atrás. El paro desbordante entre la juventud más preparada académicamente, el anhelo de instaurar un régimen democrático que garantice las libertades, los salarios de miseria de trabajadores y campesinos, la corrupción desmesurada y el saqueo de bienes públicos perpetrado por la familia presidencial propiciaron un alzamiento popular el 17 de diciembre con consecuencias inéditas en el mundo árabe. En ningún país de la región ha conseguido nunca un levantamiento civil defenestrar a un presidente aparentemente tan bien asentado.