Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Podrán seguir viviendo rodeados de lujos, pero que no quepa la menor duda, el ex presidente de Túnez, Zine al-Abidine Ben Alí y su familia son prisioneros.
Como pájaros en una jaula dorada, languidecen en un palacio en uno de los distritos más exclusivos de Jedda pero la verdad es que Ben Alíy su familia igualmente odiosa y corrupta no tienen otro sitio donde ocultarse.
Debería ser una advertencia para todos los demás déspotas y dictadores de la región -especialmente de Egipto- de que no importa que se crean muy cercanos a Occidente, en tiempos de dificultad los dejarán caer como si fueras brasas ardientes.
Cuando uno de los opresores más crueles del planeta se apresuraba a subir a un avión para escapar a lo que algunos pensarán que habría sido un linchamiento bien merecido, la verdad es que no tenía la menor idea de adónde dirigirse.
Tan rápida fue su caída.
Nos dijeron que partía a Malta, luego a Francia, Dubai y media docena de países más, pero la verdad es que nadie quería recibir al sujeto de 74 años.
Desesperado, terminó por encontrar refugio el viernes en la ciudad portuaria de Jedda, en el Mar Rojo. Llegó cerca de medianoche después de que su estrecho aliado, el presidente Nicholas Sarkozy, rechazó un pedido para que su avión aterrizara en suelo francés.
Mientras tanto los llamados frenéticos al teléfono rojo de la Casa Blanca y a Obama no obtuvieron respuesta.
Una vez más, EE.UU. demostró que es un amigo voluble, tal como descubrió el difunto Mohammad Reza Sha Pahlavi cuando partió al exilio después de que su régimen represor en Irán fue derrocado por la Revolución Islámica de 1979. El ex Sha terminó por morir en Egipto, totalmente aislado y esquivado por los mismos dirigentes occidentales que otrora lo apoyaron.
El gobierno saudí se niega a decir durante cuánto tiempo será Ben Alí su huésped, pero quisiera pensar que los numerosos soldados colocados en la cerca de media docena de puertas del palacio no están allí para protegerlo, sino para asegurarse de que permanezca dentro de los altos muros.
No logro imaginar cómo este dirigente secular se las arreglará en el país de las Dos Mezquitas Sagradas. Ben Alí desdeñaba tanto al Islam que aseguró que sus brutales agentes maltrataran y castigaran a las tunecinas que se ponían el hiyab y a los tunecinos que se dejaban crecer la barba.
Por ejemplo, los ministros de Exteriores y del Interior y el secretario general del gobernante partido político de Túnez, el Partido Democrático Constitucional, declararon hace varios años que estaban tan preocupados por el aumento de la utilización del hiyab (velo islámico) por parte de las mujeres y muchachas y de barbas y chilabas por parte de los hombres, que llamaron a una estricta implementación del decreto 108 de 1985 del Ministerio de Educación que prohíbe el hiyab en los centros educativos y cuando se trabaja para el gobierno.
La policía ordenó a las mujeres que se sacaran sus pañuelos antes de entrar a escuelas, universidades o sitios de trabajo y a algunas que se los sacaran en la calle. Amnistía Internacional informó en aquel entonces de que algunas mujeres fueron arrestadas y llevadas a comisarías donde tuvieron que firmar compromisos escritos de que dejarían de usar el hiyab.
Tal vez alguien debería recordar a los saudíes ese asunto y hacer que lo acusen según la ley Shari’a sólo para comenzar.
El mismo odio y temor de Ben Alí hacia el Islam existen en Egipto donde Hosni Mubarak gobierna con puño de hierro. Las prisiones y mazmorras de Egipto están repletas de miembros de la Hermandad Musulmana y de otros disidentes y opositores políticos que son arrestados cada vez que se avecinan una elecciones elección.
La traición de Mubarak al pueblo palestino y su miedo irracional a Hamás dicen mucho sobre su enfoque secular y su estilo de vida que no concuerdan con el Islam.
En diciembre de 2009 su Ministerio de Exteriores me obligó a partir de El Cairo después de escribir un artículo en el que dije que Mubarak había convertido Egipto en un chapero estadounidense en Oriente Próximo por las inmensas sumas que recibía de buen grado de EE.UU. a cambio de oprimir al pueblo de Gaza y apoyar a Israel.
Pero ahora debe preguntarse si realmente vale la pena hacer todo lo posible por el Tío Sam.
Después de todo, nadie se arrastró más ante EE.UU. que Ben Alí. En 2005 incluso le ordenaron que tendiera la mano de la amistad al Estado sionista, un país que había bombardeado el suyo cuando la OLP de Yasir Arafat tenía su central en Túnez en 1986.
¿Objetó? No, en realidad Ben Alí fue un paso más lejos e invitó al criminal de guerra Ariel Sharon a que visitara Túnez. Bueno, ¿adónde lo llevó toda su cobarde conducta?
Como el anterior tirano tunecino, besó feliz el trasero de los sionistas mientras deleitaba a los dirigentes occidentales que pretendían ser sus mejores aliados.
Bueno, ¿dónde quedaron sus amigos ahora?
Se quedó sin amigos, sin hogar y humillado.
La periodista británica Yvonne Ridley es presidenta europea de la Unión Internacional de Mujeres Musulmanas. Viajó extensamente por Túnez en febrero de 2009 con el convoy ¡Viva Palestina!
Fuente: http://www.
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