El Gobierno ultima el Real Decreto para la creación del llamado ‘banco malo’. El caso de BFA, una de las matrices de Bankia, da pistas de la lógica que puede guiar a este intrumento impuesto en el Memorandum. En el meollo de esta crisis está BFA-Bankia, cuarto banco del país en términos de capitalización bursátil, […]
El Gobierno ultima el Real Decreto para la creación del llamado ‘banco malo’. El caso de BFA, una de las matrices de Bankia, da pistas de la lógica que puede guiar a este intrumento impuesto en el Memorandum.
En el meollo de esta crisis está BFA-Bankia, cuarto banco del país en términos de capitalización bursátil, con 10 millones de clientes y alrededor de 380.000 accionistas. Bankia representa el 10% del sistema financiero español. Sin duda es el banco más expuesto a los créditos inmobiliarios de alto riesgo, por lo que está considerado como un banco «sistémico»: su quiebra podría arrastrar al conjunto del sector bancario y seguidamente, a toda la economía del país.
Bankia, o más exactamente BFA-Bankia, nació a finales de 2010 y es el fruto de un inteligente conglomerado que permite aislar los activos inmobiliarios problemáticos de las siete cajas de ahorros reagrupadas en el seno de su matriz BFA (Banco Financiero y de Ahorros).
Ésta, ayudada por el Estado, opera como el «banco malo» de Bankia. El Estado avala la montaña de activos inmobiliarios dudosos reunidos en BFA mientras que su filial Bankia, desembarazada de tan pesada carga, intenta atraer capital de pequeños inversores para su salida a bolsa.
El objetivo está claro: transferir los riesgos resultantes de la burbuja inmobiliaria, del sector privado al público. Contribuyentes, clientela perjudicada y pequeño accionariado en riesgo a causa de las recomendaciones irresponsables de la banca, quedarán directamente afectados; pero aún más ampliamente, la población española en su conjunto sufrirá de nuevo el lastre de una deuda privada devenida pública.
Se trata de nuevo de una excelente oportunidad para los banqueros,-responsables de inversiones de alto riesgo que han desembocado en pérdidas astronómicas-, de salvar sus apuestas indecentes.
Los sucesivos gobiernos de Zapatero y de Rajoy escogen socorrerles desembarazándoles del riesgo insostenible derivado de la burbuja inmobiliaria e inyectando dinero cargado directamente a los presupuestos del Estado, en detrimento de sectores vitales como la protección social, la educación, la sanidad o aún la lucha contra los incendios. Dado que el Estado se endeuda para sanear la banca, los recortes presupuestarios que afectan al estado del bienestar son decretados ineludibles para lograr reducir el déficit ocasionado.
He aquí la trampa que queremos denunciar. BFA-Bankia, que ha sido criticada además por contar entre sus directivos [1] con antiguos miembros activos del Partido Popular, sobre todo de la antigua Caja Madrid,- actualmente integrada en BFA-, representa un caso de escuela que mezcla políticos y banqueros al servicio de las finanzas.
BFA, el «banco malo» de Bankia
A raíz del estallido de la burbuja inmobiliaria, la reestructuración del sector bancario ha provocado que el número de cajas de ahorro pase de 45 a una quincena desde principios de 2011. En consecuencia, además de los cierres de sucursales y los consiguientes despidos, el capital ha quedado concentrado en las manos de enormes entidades consideradas «too big to fail» («demasiado grandes para caer»). Sólo dos pequeñas cajas escapan a la fusión: Caixa Ontinyent y Caixa Pollença.
BFA (Banco Financiero y de Ahorros) nace el 3 de diciembre de 2010 y comienza a operar en enero de 2011. Esta nueva entidad es el fruto de la fusión de siete cajas de ahorro regionales, minadas por una burbuja inmobiliaria que no acaba de desvelar la profundidad de la crisis: se trata de Caja Madrid y Bancaja que detentan la mayoría del accionariado (52,06% y 37,70% respectivamente), a las que se incorporan Caja de Canarias (2,45%), Caja de Ávila (2,33%), Caixa Laietana (2,11%), Caja Segovia (2,01%) et Caja Rioja (1,34%). Más allá del Banco de España y los altos responsables de Bankia, el Gobierno socio-liberal de Zapatero tiene la responsabilidad de haber autorizado y alentado tal fusión.
A final de 2010, el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) [2], el fondo público de ayuda al sector, otorga un préstamo de 4.465 millones de euros a BFA, la matriz de Bankia, y abre así la vía a la nacionalización de la banca. Esta operación tenía como objetivo sanear las cuentas de las cajas de ahorros reagrupadas en el seno de la nueva entidad. Pero ello se revelará insuficiente.
Señalemos además que BFA posee participaciones en Concesiones Aeroportuarias (7,86%), Deoleo (9,63%), Desarrollos de Palma (10,38%), Ejido Desarrollos Urbanos (7,34%) Grupo Inmobiliario Ferrocarril (10,17%), Haciendas Marqués de la Concordia (8,47%), IAG (12%) Mercavalor, Sociedad de Valores y Bolsa (10,48%), NH Hoteles (9,22%), Numzaan (7,41%), Mapfre (15%) e Iberdrola (5,27%).[3]
La exposición de los acreedores, principalmente en el sector bancario español, acumulaba a fines de 2011, según declaraciones del Banco de España, entre 176.000 y 184.000 millones de euros de activos inmobiliarios problemáticos. BFA, que a juzgar por sus propias cuentas, es la más expuesta al sector inmobiliario, a la altura de 37.500 millones de euros a finales de 2011, de los que 31.798 millones son activos inmobiliarios problemáticos (créditos con riesgo de no ser reembolsados), cierra su primer año de ejercicio con las mayores pérdidas de la historia de la banca española.
Tras haber declarado beneficios de 309 millones de euros en 2011 bajo la gestión de Rodrigo Rato, BFA anuncia un saldo negativo de 439 millones, antes de reconocer finalmente,-ya tras la marcha del ex dirigente del FMI-, haber acumulado 3.318 millones de euros en pérdidas durante 2011. Si añadimos las pérdidas ocasionadas por la depreciación de los títulos en bolsa, esta suma sobrepasaría los 7.263 millones de euros.
[4] El shock es tanto más importante cuanto que Zapatero y el Banco de España habían incitado vivamente a numerosas empresas del IBEX 35 a comprar sus acciones, con una inversión próxima a los 3.000 millones de euros.[5]
Esta gestión desastrosa del banco, no impidió a su presidente director, Rodrigo Rato, embolsarse 2,34 millones de euros de salario fijo, ni a Francisco Verdú, su consejero delegado, de ser remunerado con 1,57 millones en 2011.[6] (Por haber llegado durante el año, no percibe la totalidad de su retribución anual de 2,26 millones). Jose Luis Olivas, vicepresidente de Bankia antes de dimitir y aún hoy presidente de Bancaja, ha recibido 1,62 millones de euros en 2011.
Finalmente, José Manuel Fernández Noriella, que reemplazó a Olivas, ha cobrado 725.000 euros ese mismo año 2011. Esto no son más que remuneraciones fijas, en las que no se incluyen por tanto las posibles remuneraciones variables o aquellas percibidas como administradores de otras empresas.
Por tanto, se distribuyeron sumas colosales antes de que la banca solicitara fondos públicos para ponerse a flote. En febrero de 2012, una nueva ley[7] limita a 600.000 euros de remuneración fija los salarios de los directivos de entidades que hayan recibido dinero del Estado. Una medida insuficiente y muy tardía si consideramos que los miembros del consejo de administración de BFA, que recibió 4.465 millones de ayudas públicas a través del FROB, se repartieron entre enero y noviembre de 2011, más de 9 millones de euros.[8]
Es necesario privatizar las pérdidas urgentemente, haciendo pagar a los responsables que tanto se aprovecharon y no socializarlas como hace el gobierno; es más que hora de poner el sector bancario bajo control público sin que por ello el Estado deba asumir el coste de la operación. Son los grandes accionistas quienes deben asumir los gastos y los directivos deben ser perseguidos por la justicia a fin de determinar sus responsabilidades en la debacle.
Rodrigo Rato se provee de un paracaídas dorado antes del crash de Bankia
Bankia sale a bolsa el 20 de julio de 2011. Rodrigo Rato, exministro de economía y vicepresidente económico de Jose María Aznar cuando se producía el crecimiento de la burbuja inmobiliaria, antiguo director del FMI y presidente de Bankia, toca la campana con orgullo a la apertura de la Bolsa ese día. La acción vale 3,75 euros y todo iba bien en el mundo de las finanzas desregularizadas que goza de un nuevo producto sobre el que apostar.
El 7 de mayo de 2012, la acción se cambia a 2,37 euros (o sea un hundimiento del 37% en diez meses) y, como en el FMI en 2007, Rodrigo Rato presenta su dimisión antes de finalizar su mandato. Será reemplazado dos días después (el 9 de mayo) por José Ignacio Goirigolzarri con el consejo del propio Rato, que lo señala como «la mejor persona en este momento para dirigir este proyecto».
Arturo Fernández, vicepresidente de la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresionales) y consejero de Bankia, afirmaba a su vez que «el trabajo de Rato ha sido ejemplar».[9]
El escándalo Goirigolzarri
Antes de retomar el control de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri ha ocupado, entre otros, el puesto de vicepresidente de Repsol (abril 2002-abril 2003) y Telefónica (abril 2000-abril 2003) ocupando asiento en el consejo de administración hasta 2003, prosiguiendo su larga carrera de 30 años en el seno del segundo banco español, BBVA, donde percibía cerca de 4,6 millones de euros al año (salario fijo y remuneración variable).
Ha sido también consejero de BBVA-Bancomer (México), Citi Bank (China) y de CIFH (Hong Kong) durante este periodo. En septiembre de 2009, en pleno debate internacional sobre la limitación de salarios y bonus, deja su puesto en el BBVA con una jubilación anticipada cercana a los 3 millones de euros brutos al año. Mientras la crisis se extendía violentamente por Europa, ¡cobra de golpe 68,7 millones de euros![10]
A pesar del escándalo ocasionado, nada cambia en el seno de la banca: dos años después, en 2011, Francisco González, presidente de BBVA y Ángel Cano, consejero delegado, perciben una remuneración total de 4,9 millones de euros y 3,6 millones respectivamente. Ese año, el comité de dirección recibió en total 9,35 millones de euros de remuneración fija y 14,2 millones de remuneración variable.[11]
Nacionalización del banco malo
Nada más llegar a Bankia, Goirigolzarri propone la toma de control de BFA por el Estado. El gobierno responde rápidamente que aportará el capital necesario para el saneamiento y controlará así el 100% de BFA. El Estado se convierte el accionista mayoritario de esta entidad, que detentaba entonces más del 45% de participación en Bankia y desde el mismo momento entra en el capital de las sociedades de las que BFA es también accionista.
Así, algunos días después de la dimisión de Rodrigo Rato, el FROB decide transformar los 4.400 millones de euros inyectados a finales de 2010 bajo la forma de participaciones preferentes convertibles a 5 años en simples acciones. En efecto, como nos explica Mikel Barba: «Estas participaciones están sujetas al pago de intereses y deben ser recompradas por la entidad en un período de cinco años. En caso de que la entidad no pueda devolver el dinero aportado en cinco años, las participaciones se convierten en capital con lo cual el Estado pasa a ser propietario de una parte -o de la totalidad- de la sociedad. (…) El FROB reconoce que no va a recuperar en un plazo de cinco años el dinero que colocó en las preferentes de BFA, por lo que decide convertirlas en capital. Pasa de ser un acreedor de la empresa a ser el propietario». [12]
El 25 de mayo, después de que la agencia de calificación Standard & Poor´s anunciara la degradación de la nota de Bankia y otros cuatro bancos españoles a rango de inversión especulativa, la cotización de los títulos de Bankia fue suspendida mientras su consejo de administración trata de determinar el montante de la nueva ayuda requerida.
BFA-Bankia, que había recibido ya 4.400 millones de euros en dinero público del FROB, solicita finalmente 19.000 millones de euros suplementarios al Estado. Ello marca de hecho, la más grande operación de salvamento del sector financiero de la historia española.
La nacionalización de la banca al borde de la quiebra viene así a sumarse a la larga lista de aquellas ya realizadas desde el inicio de la crisis, tanto en España (Catalunya Caixa, NovaGalicia Caixa, Banco de Valencia, sin contar las otras entidades que habían percibido inyecciones de dinero, como Caja Castilla la Mancha, Cajasur, o la CAM), como en el extranjero. A título de ejemplo, la banca franco-belga-luxemburguesa Dexia ha sido rescatada de la quiebra en dos ocasiones y la operación ha costado 18.000 millones de euros a los contribuyentes. [13]
Mariano Rajoy ha asegurado que el salvamento de Bankia no tendría ningún impacto sobre el déficit público del país, que se había comprometido a reducir del 8,9% al 5,3% del PIB este año 2012. [14] Sin embargo nada es menos seguro que esto y durante los primeros cinco meses del año 2012 (de enero a mayo), el déficit del Estado ha alcanzado ya el 3,4%, con un aumento del 30,6% en relación al mismo periodo del año anterior. Durante ese tiempo, prosigue el hundimiento de los títulos de Bankia.
El 20 de junio de 2012, la cotización alcanza los 80 céntimos de euro, o sea una pérdida del 80% desde su salida a bolsa. Igualmente, el anuncio del eurogrupo el 9 de junio de 2012 de una inyección que podría alcanzar los 100.000 millones de euros,- muy por encima de los 37.000 millones estimados necesarios por el FMI,[15] o de los 62.000 millones de las consultoras Oliver Wyman y Roland Berger-, no ha beneficiado a Bankia, que es la única entidad financiera del Ibex 35 que ha registrado una caída de su capitalización bursátil desde esta fecha hasta el 30 de junio.
Los títulos han perdido 9,80% durante este corto periodo, mientras los demás bancos registraban ganancias tras la euforia provocada por el anuncio del rescate.[16] El 17 de julio, los títulos caían a 0,59 euros, su mínimo, antes de remontar en agosto ante la proximidad de una inyección inminente de capital europeo, del que Bankia sería el primer beneficiario. La salida a bolsa es un fiasco soportado por los pequeños inversores que ven sus depósitos reducidos a nada, mientras los grandes inversores, bien informados, huían de la debacle.
En un texto escrito en 2010[17], David Hall afirmaba que la crisis financiera y económica es el resultado de préstamos insostenibles y de la creación de formas complejas de deuda por los bancos. Desde la quiebra en septiembre de 2008 de Lehman Brothers, los Estados Unidos y otros gobiernos decidieron, tras decenios de privatizaciones, salvar los bancos nacionalizándolos o inyectando capital para recuperar su solvencia.
No nos engañemos, el Estado queda en general fuera de la gestión, que se mantiene en manos de banqueros. No se trata de una debilidad del capitalismo, sino al contrario de una maniobra para reforzarlo socializando las pérdidas, antes de volver a privatizar el establecimiento, viable de nuevo gracias al saneamiento. El FMI describe esto como «una transferencia de riesgo sin precedentes del sector privado al público».
*Jérôme Duval es miembro del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM). Texto traducido por Mireya Royo.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/BFA-el-banco-malo-de-Bankia.html