Si es verdad que el Presidente Biden viene con un nuevo espíritu debería poner fin al “destino manifiesto” y dejar de intervenir en América Latina.
El nuevo presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, tendrá una difícil misión la que es intentar “normalizar” la relación interna con la mayoría de las y los ciudadanos estadounidenses como también en el plano de la política internacional.
Donald Trump no sólo fracturó la “unidad estadounidense” acostumbrada a la alternancia del poder, entre demócratas y republicanos, sin mayores crisis ni traumas, sino que desde la Casa Blanca alentó el odio, el racismo, la supremacía blanca, como el alejamiento de la diplomacia, en un porcentaje alarmantemente alto, y con un discurso mucho más violento de lo que conocíamos hasta entonces.
El gobierno de Biden tendrá que trabajar, si quiere, por supuesto, por construir una nueva narrativa que supere la era Trump, y donde los valores de la paz, la justicia, la democracia, los derechos humanos, y la diplomacia deberían estar por encima de la violencia política que se le criticó tanto al ex presidente Trump cuando gobernó los EEUU.
En América Latina el intervencionismo y la militarización estadounidense ha seguido, incluso podríamos afirmar que se incrementó bajo el mandato de Trump por los cambios geopolíticos que los mismos EEUU favorecieron; por no decir impulsaron, financiaron, y conspiraron para que llegara al poder Jair Bolsonaro, en Brasil; Lenin Moreno, en Ecuador; Mauricio Macri, en Argentina; Sebastián Piñera, en Chile; cuyos países vivieron o viven gobiernos neoliberales con las consecuencias desastrosas que podemos ver. Tampoco podemos olvidar el golpe de Estado en Bolivia, donde el rol de militares entrenados en la Escuela de las Américas fue significativo y los diversos intentos violentos de derrocar el gobierno legítimo de Venezuela.
Si es verdad que el Presidente Biden viene con un nuevo espíritu a gobernar Estados Unidos y quiere superar el discurso de odio y de supremacía blanca también debiera poner fin al “destino manifiesto” y dejar de intervenir en América Latina.
Nuestras reivindicaciones siguen siendo las mismas:
1 – El fin del entrenamiento militar y policial a tropas latinoamericanas en la Escuela de las Américas o WHINSEC o de cualquier otra academia militar estadounidense que siga promoviendo la violencia y la guerra como medio para resolver los conflictos.
2 – El retiro y el cierre de todas las bases militares de Estados Unidos en América Latina, incluyendo la base militar en Guantánamo, y donde haya equipamiento, armamento, personal militar de los Estados Unidos. Los territorios que usurpa EEUU en Guantánamo, deben ser devueltos a Cuba cuanto antes.
3 – El cierre de todo centro de investigación donde se puedan desarrollar armas biológicas; entre ellos, el Centro de Investigación de Enfermedades Tropicales de la Marina de los EEUU (NAMRU-6), ubicado en Perú, y que abrió hace poco en Honduras, en la base militar Soto Cano, una nueva “sucursal”.
4 – El fin de la carrera armamentística y nuclear que pone en peligro la existencia de toda la humanidad. Todo nuestro continente debe ser Zona de Paz.
5 – El fin de la persecución a los refugiados y migrantes quienes huyen de la pobreza y de la violencia que originan las mismas políticas económicas o de seguridad promovidas por los EEUU en toda América Latina.
6 – El fin del muro fronterizo. El mundo no necesita de más muros sino de puentes de solidaridad.
7 – El fin de las políticas de sanciones, amenazas, intervencionistas e injerencistas en asuntos de otros países. En especial contra Venezuela donde las sanciones económicas son un verdadero crimen de guerra y afectan la vida y el desarrollo del pueblo venezolano.
8 – Respeto a la autodeterminación de los pueblos y respeto a la decisión soberana que tiene cada nación del mundo de establecer el régimen social que libremente determina tener.
En defensa de la paz mundial
Así mismo, en los últimos años, el peligro de una guerra mundial y de la amenaza del uso de armamento nuclear se ha incrementado por la irresponsabilidad de los Estados Unidos y su afán de querer imponer a otras naciones su voluntad.
En ese sentido es muy cierto lo que señaló, tiempo atrás, el Embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Chile, Arévalo Méndez Romero, en un encuentro en Santiago, en la librería de Le Monde Diplomatique, que: “EEUU no respeta hoy en día, o el imperialismo no respeta hoy en día, a los países que no posean capacidad nuclear”.
Ahí tenemos el ejemplo de Corea del Norte que obligó al mismísimo ex presidente de EEUU, Donald Trump, a “conversar” y el ataque de respuesta de Irán a una base militar de EEUU en Irak.
Por lo anterior, es muy importante que EEUU respete el derecho internacional y la autodeterminación de los pueblos.
En política internacional, EEUU debe retomar diversos tratados para el control y la no proliferación del armamento nuclear. En ese sentido, Joe Biden dio un paso significativo, hace poco, al llamar al presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, y renovar el Tratado Start 3, para la limitación de las armas nucleares estratégicas.
Sin embargo, hay que recordar que Trump retiró a EEUU del Acuerdo Nuclear con Irán, se salió del tratado INF (por las siglas en inglés de Intermediate-Range Nuclear Forces) con la Federación de Rusia, del Tratado a Cielos Abiertos, y causó un alejamiento significativo con Europa y especialmente con Alemania donde el politólogo Christain Hacke, en su artículo “Por qué Alemania debería obtener la bomba”, señaló que “la cuestión de obtener armas nucleares para los alemanes será una cuestión de seguridad nacional”.
El físico brasileño Luiz Pinguelli Rosa, dijo a DW que “Alemania podría fabricar una bomba nuclear hoy mismo. El país tiene todas las condiciones para hacerlo”.
Por todo lo anterior, es indispensable volver a la diplomacia, retomar las relaciones con Cuba, con Venezuela, volver al Acuerdo Nuclear con Irán, respetar a Corea del Norte, salir de Siria, tener buenas relaciones con China y Rusia, y seguir avanzando en las conversaciones con todos los países del mundo para la no proliferación de armamento nuclear y hacer una ruta para la eliminación total del armamento existente.
El mundo sería mejor, si conviviéramos en paz, con respeto a la autodeterminación de los pueblos, con diplomacia y no con la brutalidad y la amenaza del más fuerte.
* Pablo Ruiz, es parte del Observatorio para el Cierre de la Escuela de las Américas.