En el marco de la crisis económica y social precipitada por la pandemia, por primera vez los gobiernos africanos están levantando una posición común contra el pago de la deuda externa. Y a pesar de las limitaciones del bloque gubernamental, que incluye a varias dictaduras capitalistas, y cuyo propósito es simplemente renegociar condiciones más ventajosas de pago, se fortalece en el imaginario popular la opción del no pago. Ya antes de la pandemia, los ministros de finanzas de la Unión Africana habían acordado una posición común a favor del aplazamiento de los pagos de la deuda externa. Con el estallido de la pandemia y la recesión mundial, la exigencia pasó a ser la anulación de las deudas.
El presidente surafricano llevó esa exigencia al G20 en abril, pero el organismo de las mayores economías del mundo solo acordó aplazar el pago de intereses de ciertas deudas entre 2020 y 2022 para los 76 países más pobres del mundo, lo cual representaría un ahorro modesto de 20 mil millones de dólares. Además de que los países africanos con mayores niveles de desarrollo económico quedarían por fuera del alcance del acuerdo, la reducción de pagos sería de apenas un cuarto de los servicios de deuda que los países africanos deben realizar este año. Por su parte, el FMI acordó reducir la deuda a 19 países africanos. La meta de la Unión Africana es alcanzar en negociaciones una reducción de deuda de 44 mil millones de dólares y la suspensión de pagos de intereses para todos los países africanos, además de préstamos por 100-150 mil millones de dólares. Está claro que solo la movilización popular y obrera, tanto en los países africanos como en las potencias acreedoras, puede imponer este sentido reclamo de millones de personas.
A pesar de las limitaciones de los gobiernos burgueses africanos para avanzar en esa dirección, el reclamo unitario ha tenido impacto. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, aseguró que estaba dispuesto a estudiar la anulación de la deuda. El presidente francés, Macron, habló de establecer una moratoria y de la posibilidad de cancelar la deuda de los países africanos, mientras por otra parte propuso préstamos del FMI en condiciones especiales, a los que se opone EEUU.
China se niega a negociar con un bloque de países
China, país con el que se acumula una creciente deuda en la región, superior a los 140 mil millones de dólares, se niega a considerar recortes de deuda en bloque, solo admite renegociaciones bilaterales con cada país deudor, lo cual a su modo también reafirma la importancia de un bloque de países deudores que plantee colectivamente el no pago de la deuda. La potencia capitalista asiática cuenta con más de 10 mil empresas enclavadas en el continente africano y se beneficia de un amplio superávit comercial en su relación con África. La deuda africana no representa un monto significativo para la economía china, pero tiene importancia estratégica como dispositivo de presión y sometimiento político.
A la mediados de mayo ya se acumulan más de 72 mil casos de covid19 y 2,5 mil fallecidos en el continente. Se estima que antes de concluir el año la cifra podría de contagiados podría llegar a 10 millones. La caída de las exportaciones de materias primas y la entrada de remesas encamina a la región a la primera recesión desde la década de 1980. En este contexto es más urgente que nunca dejar de pagar la deuda externa, que consume más recursos que los invertidos en Salud y Educación en la mayoría de los países africanos, situación análoga a la de América Latina.
La deuda externa africana en 2019 rondaba los 700 mil millones de dólares, la mayoría corresponde a acreedores que son Estados u organismos financieros multilaterales como el FMI y el Banco Mundial, y 115 mil millones de dólares a acreedores privados. Las tasas de interés llegan al 15%. El propio FMI ha tenido que admitir que el gasto público per cápita ha disminuido en los países más pobres del mundo debido al peso abrumador de los pagos de deuda externa.
La deuda externa es un mecanismo de saqueo
Entre 1970 y 1995 la deuda externa del África subsahariana pasó de 6,9 mil millones de dólares a 235.000 millones de dólares. Como 70-80% fue contraída con Estados u organismos multilaterales, los préstamos vinieron condicionados a la realización de privatizaciones y una mayor desregulación de la economía capitalista en la década de los 80. Se siguió profundizando la dependencia respecto de las exportaciones de materias primas, el continente siguió plagado de dictaduras burguesas ultracorruptas y la fuga de capitales entre 1970 y 1996 llegó a la cifra de 187 mil millones de dólares según los autores Boyce y Ndikumana. Colom Jaén por su parte constata que entre 1970 y 2002 el África subsahariana recibió 294 mil millones de dólares en préstamos, pagó 268 mil millones y todavía debía 210 mil millones. El comercio interafricano es apenas el 10% del comercio exterior de la región, demostrando el peso de los atavismos coloniales: el 80% del comercio exterior es con Europa.
Uno de los precursores de la creación de un bloque de países deudores fue el presidente de Burkina Faso, Thomas Sankara, quien en 1987 planteó en la Organización para la Unidad Africana que dejar de pagar en bloque era la única alternativa a ser asesinados aisladamente, y que “evitando el pago podríamos dedicar nuestros magros recursos a nuestro desarrollo” (citado en El País, 3/5/2020). Sankara pocas semanas después fue derrocado y asesinado en un golpe de Estado impulsado por el imperialismo francés.
La presión y la denuncia popular contra el expolio de la deuda tuvo como respuesta en 1996 la Iniciativa HIPC (siglas en inglés para Países Pobres Altamente Endeudados), adoptada por el G8, y que pasaba a considerar insostenible el endeudamiento si excedía el 200% de las exportaciones o el 250% de los ingresos fiscales del país deudor. El FMI y el BM condonaron deudas o entregaron nuevos créditos a bajo interés para el pago de la deuda antigua, pero la ayuda estuvo condicionada a su vez a la adopción de reformas económicas altamente regresivas como la privatización de los servicios públicos. En dos décadas, 39 países recibieron reducciones o anulaciones de deuda, la mayoría africanos. Como hemos visto, se trataba de deuda que en realidad ya se había pagado, muchas veces con creces, tomando en cuenta las altísimas tasas de interés. Estos recortes en la deuda externa permitieron que el PIB per cápita africano creciera un poco más de 20% en los últimos 20 años.
Es importante superar las limitaciones de esas experiencias, pero indudablemente demuestran que es posible imponer el no pago. Es fundamental extender la unidad de los países deudores africanos a América Latina y el Caribe, el Medio Oriente y los demás países semicoloniales, y en esa dirección construir lazos entre organizaciones obreras y populares a nivel internacional para movilizarse por la creación de ese bloque y por una política intransigente de no pago de la deuda.
No pago de la deuda externa e indemnizaciones por la esclavización colonial
En los países africanos y caribeños, el reclamo del no pago debe combinarse con las históricas campañas que exigen que las potencias imperialistas paguen indemnizaciones por el tráfico transatlántico de esclavos, una de las principales fuentes de “acumulación originaria” identificados por Marx en El Capital. Entre el siglo XVI y XIX más de 30 millones de personas fueron secuestradas en África y vendidas como esclavos en América y el Caribe. Las víctimas de este tráfico realizado por potencias europeas como Reino Unido, Francia y Holanda nunca recibieron compensación económica una vez que la esclavitud fue abolida. En cambio, sí hubo pagos de compensaciones por 20 millones de libras esterlinas, el equivalente a 3.000 millones de dólares actuales, a los dueños de esclavos de las colonias británicas caribeñas por la abolición de la esclavitud en 1834. Francia, por su parte, extorsionó a Haití para que pagara una compensación a los antiguos dueños de esclavos luego del triunfo de la primera revolución antiesclavista del mundo, a cambio del reconocimiento de la independencia haitiana. Para pagar la deuda con Francia se contrajeron deudas con EEUU, país que a su vez invadió e impuso dictaduras durante la mayor parte del siglo XX en Haití. Con los años el reclamo de una indemnización ha cobrado fuerza en ambas regiones. La Comunidad del Caribe (Caricom) estableció una comisión sobre reparaciones, aunque no ha hecho ninguna presión sobre los países europeos. Una comisión africana exigió en 1997 a las potencias que lucraron con la esclavización de africanos el pago de 777 mil millones de dólares como reparación. Hay antecedentes como el pago de una indemnización a los indígenas Maoríes por parte del Estado neozelandés o el pago efectuado por el Reino Unido por la masacre y tortura generalizada contra los Mau Mau de Kenia durante el colonialismo.
Es el imperialismo europeo y yanqui el que debe a África, América Latina y el Caribe. Los crímenes del colonialismo y la persistencia de la opresión semicolonial, por la alianza entre el imperialismo y los gobiernos entreguistas, tanto dictatoriales como democrático-burgueses, han moldeado el capitalismo atrasado y la miseria de nuestros países. La unidad contra el pago de la deuda externa es una de las tareas imprescindibles de nuestros pueblos en la actual crisis.
Simón Rodríguez Porras, dirigente de la UIT-CI