Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Ha muerto Omar Bongo.
Decano de la francáfrica, el presidente de Gabón, Omar Bongo Ondimba, murió de un cáncer de colón el pasado lunes 8 de junio en el hospital Quirón de Barcelona. Con 73 años de edad, este dictador ha pasado más de cuarenta en el poder.
Instalado en 1967 por Jacques Foccart [1] a la cabeza de un emirato petrolífero del Golfo de Guinea, Omar Bongo, miembro de las redes masonas, ha sido el amigo y brazo derecho africano de todos los presidentes de la V República [francesa], desde De Gaulle hasta Sarkozy, sin ruptura ni traición, ha sido el actor privilegiado tanto de la francáfrica como de la mafiáfrica, y ha ayudado a Francia y a sus multinacionales a mantener un dominio político y económico colonial sobre su país y, más ampliamente, sobre el continente africano. Bongo era un excelente conocedor de la escena política francesa. Supo hacerse indispensable creándose en París una red de personas en deuda con él, tanto de derecha como de izquierda. Así, el día de su elección Nicolas Sarkozy (quien, sin embargo, había anunciado la «ruptura» con las prácticas de otra época y de tenebrosas redes franco-africanas) sólo llamó a un dirigente extranjero, a Omar Bongo, para agradecerle sus «consejos».
De mal en peor
Como última burla a su pueblo, Omar Bongo ha tenido la suerte de morir sin ser juzgado ni castigado por los crímenes que ha cometido. Sin embargo, el presidente gabonés está implicado en en muchos escándalos, como el escándalo Elf, el de la financiación de las campañas electorales en Francia [2] o también en fecha reciente el de sus bienes mal adquiridos.
El escándalo Elf estalló en 1994 [3]. Este proceso, que se refería a desvíos de fondos que ascendían globalmente a varios cientos de millones de euros entre 1989 y 1993, sacó a la luz los circuitos del dinero «negro» del petróleo entre jefes de Estado extranjeros, las redes políticas francesas y los grandes empresarios. Omar Bongo está en primera fila de este escándalo político-financiero acusado de desvío de fondos. La instrucción y los debates revelan, por ejemplo, que cuando se firmaba un contrato el presidente de Gabón podía cobrar bonificaciones de entre 1 y 5 millones de dólares o beneficiase de abonos (de 40 céntimos a un dólar por barril de bruto). En un informe sobre blanqueo de dinero en Estados Unidos el Congreso estadounidense calculó en 100 millones de dólares las sumas desviadas cada año por el presidente Bongo y su entorno. Sin embargo, Bongo y los miembros de su clan no fueron condenados por la justicia.
Pero eso no es todo. En 2007 empieza un culebrón en el que Omar Bongo desempeña uno de los papeles principales. En efecto, una investigación judicial revela el importante patrimonio mobiliario e inmobiliario de Omar Bongo Ondimba de Gabón, de Denis Sassou Nguesso de Congo y de Teodoro Obiang Nguéma de Guinea Ecuatorial*. Los tres fueron acusados de «desvío de bienes públicos, blanqueo de dinero, abuso de bienes sociales, abuso de confianza y de complicidades». Según Transparence International France y la asociación Sherpa, estos bienes mal adquiridos están constituidos por 70 cuentas bancarias abiertas en Francia a nombre de su familia y de 33 bienes inmobiliarios de lujo, entre ellos un docena de pisos en París, por un valor de 150 millones de euros. Dos denuncias presentadas por estas asociaciones fueron archivadas en 2007 y 2008 Ministerio Fiscal.
Son enormes las presiones políticas sobre los congoleños y gaboneses que denuncian los bienes mal adquiridos y se personan como parte civil en la denuncia. El objetivo es a todas luces hacerlos callar puesto que dos incendios sobrevenidos el 21 de enero de 2009, uno en Brazzaville y el otro cerca de Orléans, en los domicilios de Bruno Jacquet Ossebi y de Benjamin Toungamani, dos militantes congoleños, provocaron la muerte del primero y de su familia.
El 5 de mayo de 2009 Françoise Desset, la decana de los jueces de instrucción en el ámbito financiero de París, ordena reabrir la investigación judicial sobre los bienes mal adquiridos al admitir la denuncia de Transparence International France y de la asociación Sherpa. Dos días después el Ministerio Fiscal de París, que a principios de abril había anunciado que se opondría a esta decisión, apela explicando que el denunciante, Transparency International, no tiene interés en actual. Sin embargo, esta ONG está especializada en la lucha contra la corrupción a nivel internacional … La decisión se encuentra actualmente en el Tribunal de Apelación de París
Cuando se abría una ventana de justicia sobre el escándalo de los bienes mal adquiridos, Omar Bongo desaparece por un pequeña puerta de emergencia tras cuarenta años de saquear a su propio pueblo. Todas las personas implicadas directamente en los crímenes cometidos por Omar Bongo deben ser perseguidas, juzgadas y condenadas, ya sean o no miembros de su familia o de su clan, ya sean gabonesas, francesas o de otras nacionalidades. Todas aquellas instituciones cómplices (bancos, instituciones del Estado, sociedades petrolíferas…) también deben ser perseguidas y condenadas a pagar indemnizaciones a la población gabonesa que ha sido expoliada.
Justicia y reparación para el pueblo gabonés
Con 1.300.000 habitantes, el «emirato» gabonés es un país rico por su petróleo, su sector maderero y sus yacimientos de manganeso y hierro. A pesar de sus inmensos recursos naturales y aunque Gabón está en el puesto número 84 de los países más ricos del mundo si se considera su Producto Interior Bruto por habitante [4], el país está relegado al puesto 119 de 177 en la clasificación del indicador de desarrollo humano. » Esta diferencia de 35 puestos, uno de los peores resultados del planeta, ilustra hasta qué punto las riquezas del país benefician poco a la población y se concentran en manos del clan en el poder y de las empresas francesas, que están presentes en todos los sectores de la economía, ya que Francia aporta el 80% de las inversiones extranjeras en Gabón. Elf es la principal empresa, ahora llamada TotalFinaElf. Una cercanía franco-gabonesa asumida abiertamente por Omar Bongo: «África sin Francia es un coche sin conductor. Francia sin África es un coche sin gasolina»» [5].
Así, se priva de sus riquezas a la población gabonesa. El 62% de los gaboneses viven por debajo del umbral de pobreza. Además de los desvíos de dinero público, los sucesivos planes de ajuste estructural impuestos por el Bando Mundial y el Fondo Monetario Internacional (privatizaciones, reducción de los presupuestos sociales, liberalización de la economía, apertura de los mercados, supresión de las subvenciones a los productos de base, etc.) han permitido el enriquecimiento de algunos y han abierto los mercados a las multinacionales. Al mismo tiempo, estos planes han supuesto paro y pobreza para el pueblo gabonés. La mitad del presupuesto del Estado gabonés se dedica al pago de la deuda. Hay que recordar que esta deuda es completamente ilegítima puesto que en 1960 el Banco Mundial transfirió al nuevo Estado independiente las deudas contraídas anteriormente por Francia, en violación total del derecho internacional.
La muerte de Bongo no debe impedir que se haga justicia al pueblo gabonés. Como estipula la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción, que Francia ha ratificado, una vez levantado el secreto bancario (article 40) es obligatorio restituir todos los bienes desviados (art 51). «Esta medida es absolutamente necesaria y urgente para restituir los bienes mal adquiridos a las poblaciones del tercer mundo, víctimas directas de estos desvíos de dinero público y de la complicidad occidental. En total, entre 20.000 y 40.000 millones de dólares huyen cada año de los países del sur a causa de la corrupción, lo que representa del 20% al 40% de las cifras que se consideran «ayuda pública al desarrollo»» [6].
Bongo (al igual que los demás dictadores protegidos por Francia u otras potencias occidentales) ha muerto antes de que se haya hecho justicia a su pueblo. Francia tiene una enorme responsabilidad ante el pueblo gabonés; es el momento de que deje de apoyar, de proteger y de considerar «amigos» a los peores dictadores. Hoy su clan, sus cómplices y todos aquellos que como él han violado los derechos humanos deben ser condenados y se deben conceder reparaciones a las poblaciones, primeras víctimas de estos verdugos. En la línea de estas reparaciones se debe anular inmediatamente y sin condiciones la deuda de los países africanos, herramienta neocolonial de dominación, de saqueo y de violación de los derechos de los pueblos.
Pauline Imbach pertenece al Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, Bélgica, http://www.cadtm.org/
[1] Iniciadores de «Francáfrica». Foccart, «Señor África», hombre a la sombra del general De Gaulle, de Georges Pompidou y de François Mittérant, instigó muchas conspiraciones y golpes de Estado en África. Cercano del mariscal Mobutu en Congo-Kinshasa, desde 1967 fue un actor importante del apoyo de Francia a la secesión de Baifra por medio de entregas de armas y de mercenarios (Bob Denard). Se llama «Red Foccart» a sus relaciones con las diversas tendencias que componen las relaciones franco-africanas y de estrechas relaciones con los servicios secretos (SDECE, DST).
[2] «Los subsidios de Bongo sirven a todo el mundo durante las elecciones francesas y crean una especie de colonialismo a la inversa». Declaración del ex-jefe de los servicios secretos Pierre Marion en 2001.
[3] Consúltese al respecto http://www.
* N. de la t.: Para Guinea Ecuatorial, véase los artículos de Agustín Velloso publicados en Rebelión, http://www.rebelion.org/
[4] Informe del PNUD 2007/2008
[5] Samuël Foutoyet, Nicolas Sarkozy ou la Françafrique décomplexée, Editorial Tribord, 2009, página 47-48
[6] «La Belgique, coupable de recel de biens illicites», Renaud Vivien. http://www.cadtm.org/spip.php?
Enlace con el original: http://www.cadtm.org/spip.php?