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Bono: ¿el ejercito rojo?

Fuentes: Rebelión

Sobre el espinoso tema de la nación, las nacionalidades, las comunidades nacionales, el plan Ibarretxe, las declaraciones abiertas de propósitos de independencia, cambios en la Constitución, reforma de los Estatutos y reclamaciones del derecho de autodeterminación sobrevuela el largo e inquietante silencio de aquella institución a la que nuestros padres constitucionalistas otorgaron la específica misión […]

Sobre el espinoso tema de la nación, las nacionalidades, las comunidades nacionales, el plan Ibarretxe, las declaraciones abiertas de propósitos de independencia, cambios en la Constitución, reforma de los Estatutos y reclamaciones del derecho de autodeterminación sobrevuela el largo e inquietante silencio de aquella institución a la que nuestros padres constitucionalistas otorgaron la específica misión de garantizar la unidad de la Nación española: el ejército. Es un silencio que no se escucha o que debe dar mucho miedo porque todos parecen haberse puesto de acuerdo en silenciar ese silencio. Hay quién afirma que no hay que hacer caso del silencio de un mudo y recuerdan eufóricos que fue el primer gobierno del PSOE el que, con el pianista Narcis Serra al frente, acabó con su existencia como amenaza para reconvertirlo en una especie de ONG caritativo y domesticado. Otros que no tienen tanta fe en las virtudes del Domund nos avisan, quizá con una punta de exageración dramática, de que el dinosaurio sigue aquí y no falta quién recopila escaletas y ascensos para echar cuentas de cuantos generales o coroneles son ubicables a uno y otro lado de las futuribles fronteras del conflicto.

En medio de este silencio y aprovechando el Consejo de Ministros del pasado día 18 el Gobierno Zapatero sacó a la rueda de prensa al Ministro de Defensa al Sr Bono que en su arremetida contra los partidos catalanes que reclaman la publicación de las balanzas fiscales con el argumento de que Cataluña debe recibir más porque es una de las comunidades que más aporta, no dudó en acudir a las más sólidas tradiciones marxistas para recordar aquello de «a cada uno según su trabajo, a cada uno según sus necesidades«.

No sabemos si se removió más en su tumba Don Carlos Marx o en su silla Don Felipe González que hubo de abandonar unos meses la secretaróa general del PSOE para que la militancia congresual accediese a su ruego de abandonar el marxismo. La tropa socialista, es decir, los miles de cargos socialistas que cobran más de 100.000 euros al año deben estar mosqueadísimos al oír tal cita en boca de su correligionario en medio de su apasionada denuncia de los privilegios. ¿Quiere decir el Sr Bono que va a acabar con el privilegio de tantos parlamentarios del PSOE (y otros) que se han garantizado suculentas jubilaciones y prejubilaciones? ¿Insinúa el Sr Bono que va a acabar con el privilegio que representan las muy estimables dietas por asistencia a Consejos de Administración de Empresas con presencia pública con que hoy se disfrazan sobresueldos y que algún colega suyo quiere ladinamente reconvertir en permanentes incrementos de retribución? O siguiendo los razonamientos expresos del Sr Bono y considerando despreciable, insolidario y obsceno»que un ciudadano se presentase en un hospital con su declaración de la renta exigiendo mejor trato en el quirófano, más enfermeros o más médicos porque él paga más impuestos» ¿nacionalizará la amplia red de esa sanidad privada adonde acuden los privilegiados que pueden permitirse pagarla? ¿Es el Sr Bono un infiltrado troskista llamado a reconvertir nuestro ejército en el ejercito rojo?

Pero no nos distraigamos con juegos semánticos y nos equivoquemos de pregunta: ¿ Por qué el Gobierno de Zapatero saca al Ministro de Defensa para aprovechando que ciertamente el Guadalquivir pasa por Sevilla avisar de «que no se puede caer en un cantonalismo que resultaría peligroso»? Las crónicas anotan que terminó su intervención con la coletilla, «Pero ya les digo, soy el de Defensa? Pues eso.