Uno mismo leyendo, aunque sea someramente, la historia de los Estados Unidos, y mejor aun leyendo algunos de sus más sólidos historiadores queda claro que su inmenso y poderoso desarrollo se fundamentó principalmente en tres grandes pilares: 1- el despojo integral a la población originaria, 2- la inhumana explotación de los esclavos africanos negros y […]
Uno mismo leyendo, aunque sea someramente, la historia de los Estados Unidos, y mejor aun leyendo algunos de sus más sólidos historiadores queda claro que su inmenso y poderoso desarrollo se fundamentó principalmente en tres grandes pilares: 1- el despojo integral a la población originaria, 2- la inhumana explotación de los esclavos africanos negros y de los «culis» chinos; 3- el asalto territorial a Méjico junto al colonialismo y neocolonialismo. Lo que no puede dejar de calificarse como una barbarie y que estableció en forma permanente una cultura de racismo supremacista. Una vez alcanzado ese «inmenso y poderoso desarrollo», que les proporcionó asimismo una enorme ventaja sobre el resto de los países del mundo de ese momento; sus políticos, académicos, intelectuales e historiadores de derecha, diarios y revistas; grandes medios cinematográficos, radiales y audiovisuales; periodistas connotados y grandes y variadas instituciones de mucho prestigio (que se llama el Establishment) construyeron y construyen una atractiva y alienante narrativa de su historia, que incorpora también, al menos, otros cinco grandes e invariables puntos de partida.
Esta subjetiva y parcial narrativa siempre lleva implícito, lo que ellos llaman a) The American Excepcionalism = el excepcionalismo de EE.UU., b) The American Dream = el sueño «americano», c) We are Hollier than Thau = nosotros somos más bondadosos que vosotros, d) The Imperial Project =el proyecto imperial, d) The Free Trade = el libre comercio, o sea la concentración de todo el poder industrial, agrícola y financiero en los Estados Unidos, a través del proteccionismo. Todo lo anterior, incluidos por supuesto los tres pilares mencionados antes, están concretamente respaldados por el más poderoso aparato militar-industrial y de inteligencia que jamás haya existido. Con más de 800 bases militares y al menos un millón de soldados distribuidos por todo el mundo, preparados para sus intervenciones e invasiones. Lo que les hace pensar en que los Estados Unidos tienen un Destino Manifiesto. El pueblo estadounidense, inteligentemente manipulado,-especialmente en el ámbito de la Religión- lleva imbuido en su estructura mental y en todos los componentes de su cultura esos grandes referentes. Cambiar ese absurdo estado mental es prácticamente imposible, pero sin embargo lleva también plantadas las semillas de su propia destrucción, como ha sido demostrado por la historia, con la desaparición de todos los imperios anteriores.
El concepto inexistente y mágico de democracia es usado y abusado hasta la saciedad despojándolo de todo significado real. Cada ocho años, en ocasiones cuatro, eligen formalmente un presidente los únicos dos partidos políticos, que son realmente el ala derecha y el ala izquierda de un único partido conservador de los ricos. El presidente es todopoderoso, mientras lo apoyan las grandes corporaciones monopólicas (el estado profundo) que se hace sentir tanto en el ámbito de política interna como externa, siendo en esta última en que afecta en forma catastrófica a otros países desde una posición de inmunidad e impunidad ante la que muchos de los otros países se encuentran impotentes. El negocio de la guerra perpetua, con su ya usado componente nuclear, que es consustancial al sistema político-económico y social que impera (el capitalismo) y es además el alimento del imperio. El cinismo, el engaño, la hipocresía y la mentira descarnada son las armas más usadas por el presidente-imperial, convirtiéndolo en juez y parte a nivel planetario.
El resto de la historia de esa grande y admirada nación se puede leer en los libros de Historia.
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