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«Buscamos caminos para cortar la espiral de violencia que desató el 11-S»

Fuentes: Rebelión

Terry Rockefeller es documentalista y activista por la paz. Ha realizado documentales sobre el movimiento por los derechos civiles y La Gran Depresión en EEUU. Perdió a su hermana Laura en el 11-S y desde entonces participa activamente en la organización Peaceful Tomorrows (Mañana en Paz). Forma parte de la International Network for Peace (Red […]

Terry Rockefeller es documentalista y activista por la paz. Ha realizado documentales sobre el movimiento por los derechos civiles y La Gran Depresión en EEUU. Perdió a su hermana Laura en el 11-S y desde entonces participa activamente en la organización Peaceful Tomorrows (Mañana en Paz). Forma parte de la International Network for Peace (Red de Afectados por Violencia Política).

Tras cada acto de violencia y terror surge un grito: «nunca más». En el caso de Peaceful Tomorrows, ese grito va más allá de la exigencia de castigo para los responsables del 11-S y se traduce en acciones de paz positiva que asumen dimensiones globales. Acciones de paz que pasan, en buena medida, por entender (y ayudar a entender) la violencia, sus razones y consecuencias. Entender la violencia, para no reproducirla.

Terry, ¿qué te ocurrió el once de septiembre?

Mi hermana Laura era actriz y cantante, vivía en Nueva York. Encontró un trabajo de dos días como ayudante en un curso de nuevas tecnologías que se desarrollaba en el World Trade Center. Cuando el primer avión golpeó la torre norte, ella estaba en el piso 106. Enseguida fui hasta allí. Era un paisaje de pesadilla, hierros retorcidos, escombros de hormigón y un humo muy denso que se elevaba desde los restos. Lo primero que pensé fue: «alguien ha querido hacer esto». Me abrumó la intencionalidad de la violencia del 11-S.

Cuando los atentados del 11-M en Madrid, la ciudadanía enseguida relacionó el «no a la guerra» y los atentados, por eso la crítica de la guerra se hizo muy presente. Y mientras que los grupos más militantes quedaban paralizados por sus visiones internas, la ciudadanía (supuestamente «no concienciada») desplegó un abrazo social de amor y solidaridad que arropó a las víctimas en un deseo de paz, neutralizando el deseo de venganza y de guerra. Nuestra impresión es que en EEUU no pasó lo mismo.

¡Pero en Nueva York fue exactamente así! La solidaridad se desbordó. Se improvisaban santuarios de duelo y recuerdo por la calle, los restaurantes ofrecían comida gratuita, la gente manifestaba su apoyo de mil formas distintas. ¿Sabes? Las ciudades menos interesadas en la venganza fueron aquellas tocadas más directamente por los atentados. La gente que vivió de cerca la destrucción no estaba preocupada por la revancha. Es verdad que ese «abrazo social» no llegó a cambiar la política como ocurrió en España, con la victoria de Zapatero y la salida de las tropas. Nuestra política cambió, pero a peor. Desde EEUU vimos con asombro todo lo que sucedió tan rápidamente en España.

¿Cómo reaccionaste a la muerte de tu hermana?

La gente me preguntaba: «¿no estás furiosa? ¿No quieres venganza?» Claro que estaba furiosa, nos habían arrebatado brutalmente a Laura, ya no podríamos escucharla cantar ni reír, ella no podría cumplir ninguno más de sus sueños. Pero la venganza es un tema muy diferente. Tras visitar la zona cero en Nueva York, era incapaz de imaginar en qué podría consistir una venganza. Y tenía el sentimiento irresistible de que perseguirla empujaría el mundo fuera de todo control.

Mantener esta posición no fue fácil, en el ambiente caldeado post-11S. Algunas personas de Peaceful Tomorrows hemos sido tildadas de anti-patrióticas en varias ocasiones. Un locutor de radio llegó a acusarme de no amar a mi hermana, cuando dije que me parecía importante preguntarse porqué Al-Qaeda había llevado a cabo los ataques del 11-S. ¡Confieso que no fue fácil sentirme no violenta con ese locutor de radio!

¿Qué es Peaceful Tomorrows?

Una organización donde familiares y víctimas buscamos caminos para cortar la espiral de la violencia que desató el 11-S, lo que se conoce como «Guerra contra el Terror». Nos hacemos cargo, no sólo de nuestros familiares, sino de todos las personas que han muerto debido al 11-S. Nos hemos embarcado en numerosas campañas desde 2002: nos oponemos a las guerras en Irak y Afganistán; reivindicamos justicia democrática para los responsables del 11-S y no juicios militares; exigimos el cierre de Guantánamo y que los torturadores rindan cuentas; y trabajamos muy duro contra la ola de islamofobia que amenaza con anegar EEUU.

¿Es Peaceful Tomorrows minoritaria entre las víctimas del 11-S?

En EEUU no sólo hay una, dos o tres organizaciones como aquí, sino cerca de doscientas, algunas muy especializadas (en temas de documentación, seguros, programas especiales, heridos, etc.). No es que seamos una minoría, sino que la mayoría de las víctimas han decidido activarse en otras líneas de trabajo, con otras preocupaciones. La mayoría de gente en EEUU se opone a la guerra en Afganistán, pero aún no se ha parado. La mayoría de gente EEUU se ha manifestado contra la guerra de Irak, pero aún no la hemos detenido. No creo que seamos minoritarios, sino quizá menos visibles.

Vuestras primeras iniciativas fueron viajar a Afganistan e Irak.

Nuestros seres queridos son víctimas civiles inocentes. La guerra contemporánea mata sobre todo civiles. Es un hecho, no importa lo inteligentes que sean las bombas. En 2002 y 2003 fuimos a Afganistán e Irak y organizamos «hermanamientos» con otras víctimas civiles inocentes. Personalmente, estuve en Bagdad y Basra, antes de la invasión estadounidense. Hablo de «hermanamiento», porque entre nosotros había un lazo muy fuerte de sufrimiento compartido. Sentíamos lo mismo, habíamos sufrido la misma pérdida y respondíamos de igual modo: no a la guerra. El terrorismo no se acaba con la guerra. Es un pensamiento erróneo.

Has vuelto a ir luego a Irak, ¿verdad?

Más tarde he trabado relación con La’Onf. Es una federación de casi un centenar de asociaciones activas en Irak trabajando en torno a la no violencia. Me pareció increíble escuchar a iraquíes contar cómo se vieron transformados por la sola noción de la lucha no violenta. Es una cuestión muy profunda: ¿de qué sirve la no violencia en medio de una guerra? ¿No supone complicidad con el ejército ocupante de EEUU? Ellos responden que no, que la no violencia se opone a la ocupación pero que no quieren participar en más violencias porque ya han tenido suficientes (bajo Hussein, durante la guerra y ahora en la ocupación).

Buscan una tercera vía de oposición no violenta a la ocupación, los conflictos étnicos o regionales y la corrupción. No buscan tumbar al gobierno, sino obtener electricidad, agua, educación y trabajo para los iraquíes. Y están prefigurando lo que desean que sea el futuro de Irak. Esta primavera pasada decían en una declaración: «la no violencia es la solución para reformar Irak y transformarla en una democracia civil… En la no violencia las personas no son nuestro enemigo, es a la injusticia a lo que nos oponemos». No es una organización pequeña, La’Onf está implantada en las dieciocho provincias que tiene Irak y participan muchas mujeres, contradiciendo todos nuestros estereotipos sobre el papel de las mujeres en Irak.

Os habéis movilizado también en Estados Unidos.

Sí, por ejemplo en torno al rechazo de la pena de muerte. No creo que el Estado deba tener el poder para matar a nadie. Nos movilizamos para que no fuera ejecutado Zacharius Moussaoui, el llamado «secuestrador número 20» o «terrorista del zapato». Durante el juicio, conocimos a su madre, Aicha. Supimos por ella que educó a sus hijos como inmigrante musulmana de Marruecos en Francia. Era una esposa muy joven en un matrimonio forzado. El marido la pegaba a ella y a los hijos. Aicha es una musulmana laica, pero Moussaoui viró al islamismo radical cuando creció y se fue a vivir a Inglaterra. Nosotros le hablamos a Aicha de los seres queridos que habíamos perdido y de que a pesar de nuestro dolor no apoyábamos la pena de muerte. Finalmente, yo misma testifiqué en el juicio y fue muy importante para mí evitar la ejecución de Moussaoui, la espiral de muerte.

Otro motivo de movilización para vosotros ha sido Guantánamo.

Hace poco hemos conocido a Omar Deghayes, un preso recién liberado de Guantánamo. Un caso de completa equivocación de identidad. La inteligencia pakistaní vendió (literalmente) a Omar a las autoridades militares americanas. Le ha llevado seis años salir de Guantánamo. Ha sido torturado numerosas veces y ha perdido la vista del ojo derecho. Hablamos durante horas. No he vivido nada parecido, pero siento una conexión muy fuerte con él. Me impresionó una historia: Omar pidió varias veces libros sobre EEUU, pero se los denegaron, sólo le daban el Corán. Diez años más tarde seguimos con Guantánamo activo, un espacio inconstitucional, fuera de la ley.

Obama no ha cumplido su promesa de cerrarlo.

Millones de personas se han movilizado para parar las guerras y cerrar Guantánamo, pero aún no lo hemos conseguido. Obama nos ha decepcionado completamente, incumpliendo todas sus promesas: cerrar Guantánamo, salir de Afganistán, ejecutar a Bin Laden en lugar de llevarle a juicio como exige la justicia democrática, etc. Esta lucha va a ser larga y dura. Hay algo muy roto en el sistema político estadounidense. Me siento responsable de ello, no culpable, pero sí responsable.

¿Por qué te sientes responsable de las acciones de gobiernos a los que no apoyas?

Me tomo la democracia muy en serio. Si en las elecciones no sale lo que quieres, tienes que activarte, protestar en la calle, trabajando día a día para cambiar la mentalidad de la gente. La ciudadanía no acaba cuando votas. Y desde luego no hemos hecho lo suficiente todavía. Nuestra democracia está como paralizada por el 11-S. Entonces se instaló una especie de ceguera colectiva y la decisión de ir a la guerra apenas tuvo oposición en el Congreso.

Hablas de islamofobia en EEUU.

Recuerda el asunto de la «mezquita» justo hace un año. Sólo se trataba de un centro cultural árabe que se iba a abrir en Manhattan, como hay otros centros culturales judíos o budistas. Un lugar donde estudiar, encontrarse y también meditar. Pero los políticos ultraconservadores instrumentalizaron con fines electorales un sentimiento anti-islámico, apelando a la memoria de las víctimas del 11-S. Eso me rompió el corazón.

En EEUU hay mucha ignorancia. Ha habido ataques a musulmanes, pero también a indios e incluso a latinoamericanos sólo por ser morenos como los árabes. Buscan dividirnos según cómo vestimos, rezamos o no rezamos. Son las diferencias que tenemos que dejar en segundo plano para afrontar las verdaderas divisiones, las que condujeron al 11-S. Los secuestradores del 11-S eran musulmanes muy bien educados que no recibieron un buen trato, dignidad y respeto en los contextos europeos donde vivieron. Lo último que yo quiero es humillar y deshumanizar a alguien por su religión.

El centro cultural pretendía ser un lugar de entendimiento y eso es lo que falta. Entender al otro, aunque no estés de acuerdo. Entender incluso las motivaciones de los terroristas, sin justificar sus métodos. Es un gran desafío. ¿Por qué rezas así, por qué comes esto y no lo otro? ¿Qué significa Jihad? Jihad significa lucha, lucha interior, lucha interior con mi propia fe. No significa violencia. Escuchar hablar a un musulmán sobre la Jihad puede ayudar a un católico, a un budista o a un ateo. Porque hay quien lucha también con su no creencia. Yo todos los días me pregunto qué significa mi no creencia y de dónde vienen entonces mis valores.

¿Cómo te sentiste sobre la muerte de Bin Laden?

Medité profundamente sobre aquello y concluí que la muerte de Bin Laden, el líder de la organización que asesinó a mi hermana, no cambiaba fundamentalmente la búsqueda en la que estoy comprometida desde el 11 de septiembre de 2001. Bin Laden fue asesinado tras los levantamientos pacíficos en el mundo árabe que para mí son señales de que el terrorismo de Al-Qaeda está en declive. Me entristeció cómo le mataron. Otra vulneración más de la justicia democrática. Creo que no se le quiso capturar ni llevar a juicio. Desde el 11-S, la Constitución americana ha sido violada una y otra vez y yo quiero que esto termine. Mi visión personal es que un sistema de justicia democrática, de acuerdo con los principios de la justicia internacional, que se aplica igual a todos y que piensa en el mundo como un conjunto, es una fuerza para la no violencia, atempera los deseos de venganza.

¿Ha cambiado tu visión del mundo tras el 11-S?

Antes del 11-S era una defensora muy activa de los derechos humanos, como documentalista, militante de Amnistía Internacional, etc. Cuando ocurrió el 11-S, mi deseo más apasionado es que la muerte violenta de mi hermana no llevará a otras muertes violentas. Fue inmediato. Los amigos me llamaban y yo les decía eso. Una confirmación de quien era. Lo nuevo en mi vida es la conexión sensible con el dolor y la gente que lucha por lo mismo que yo. Trabajo contra la guerra de Irak y quiero estar conectada con los iraquíes que la sufren. Antes todo era más abstracto, un activismo más abstracto, no tenía una sensibilidad que me conectase tan profundamente con los otros. Esta necesidad de juntarse y organizarse con otras víctimas de violencia política era una novedad en mi vida. Necesitaba hablar con otras víctimas y estar junto a ellas. Nunca pude imaginar que un afgano me entendiese mejor que mi vecino de al lado.

¿Hay entonces relación entre la actividad pública de Peaceful Tomorrows y el proceso de sanación personal?

Sí, las dos cosas van unidas muchas veces. Para mi fue muy importante anímicamente durante los primeros meses encontrar otra gente que decidía oponerse públicamente a la guerra exclamando «not in my name«. Y luego encontrar compañeros para el camino, otra gente que ha pasado por lo mismo, que comparte la tragedia y que reacciona igual. Ahora tengo amigos que nunca habría imaginado tener. Mi hermana era amante de la paz. De hecho era una persona mucho más amable y tierna que yo. Muchos de sus amigos vinieron a mi cuando fue asesinada y me dijeron: «una de las cosas más duras del 11-S es que de alguna manera todos esperábamos que Laura estuviera aquí para ayudarnos a elaborarlo». Siento que la honro acercándome a otra gente que sufre, actuando como lo hago. Y eso me hace mucho bien.

** Terry Rockefeller fue invitada en mayo a Madrid por la Asociación 11-M Afectados de Terrorismo a un encuentro de víctimas por la justicia democrática y la paz. Agradezco a Jesús Abril de la Asociación 11-M su ayuda para la entrevista. En la foto interviene ante alumnos del IES Jaime Ferrán Clúa de San Fernando de Henares, en una actividad organizada por Juan Cordero de Ciria y Guillermo García Domingo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de las autoras mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.