El régimen alauí ha encarcelado a siete periodistas y comunicadores críticos que cubrieron las protestas, al tiempo que ha expulsado a corresponsales extranjeros que intentaban informar sobre el movimiento Hirak.
Una de las protestas del pasado año en la región norteña del Rif, en Alhucemas.- AFP
Entre 1981 y 1984 tuvieron lugar en Marruecos las llamadas «revueltas de hambre», unos levantamientos populares que acabaron sofocados con la represión violenta del Gobierno, sobre todo en la región norteña del Rif. Los medios de comunicación guardaron silencio en el país, al tiempo que se prohibió la entrada a decenas de periodistas extranjeros que pretendían cubrir las aquellos hechos.
La semana pasada se cumplían 35 años de estos sucesos en un contexto similar, en el que la represión a las protestas sociales y la obstaculización del trabajo a periodistas ha sido una constante durante las movilizaciones en el Rif. Un movimiento que dura más de 14 meses y que está dejando decenas de juicios y condenas, no sólo a los activistas, sino también a periodistas y comunicadores que lo han contado.
Las autoridades marroquíes utilizan las leyes de prensa para silenciar a los medios independientes, los tribunales han suspendido sitios webs de noticias y se han multado a sus editores por «noticias falsas» y «difamación». Medidas que ha llevado a Human Right Watch a denunciar el retroceso en materia de derechos y libertades públicas tras un 2017 marcado por las manifestaciones. Protestas que en mayo fueron duramente reprimidas y sus actores encerrados, «golpeados y maltratados», envueltos en «procesos injustos», explican sus críticos. Por su parte, Freedom House destaca la falta de libertad de expresión y derecho a reunión pacífica bajo, la represión y el encarcelamiento indiscriminado. En su índice anual de libertades, incluye a Marruecos en la categoría de «parcialmente libres», rebajando su calificación por la «dura respuesta del Estado a las grandes manifestaciones en varias regiones del país».
El ‘ojo del Rif’, en la cárcel
Mohamed El Asrihi es uno de los siete periodistas encarcelados por su cobertura de las protestas del Movimiento Popular rifeño (Hirak). «Siempre ha sido el ojo del Rif, lleva años documentando lo que sucede», explica Awatif, su hermana. El nuevo Código de Prensa y Publicaciones aprobado el año pasado por el Parlamento marroquí eliminó algunas de las penas de prisión por delitos de expresión, mientras que las que cruzan las «líneas rojas» trazadas por Marruecos se mantenían: atentar contra el Islam, contra la monarquía o incitar contra la integridad territorial del reino, en alusión al Sáhara Occidental. A pesar de que supuso un avance significativo respecto al código de prensa del 2002, sanciona infracciones basadas en expresiones no violentas o suspende publicaciones o sitios webs mediante orden judicial.
Mohamed fue detenido el 30 de julio a las 5.30 de la madrugada junto a Jawad Al Sabiry, compañero del portal informativo Rif 24, al inicio de las detenciones en masa de todos los integrantes del Hirak, comenzando por su líder, Nasser Zefzafi. Sin embargo, hasta una semana después no se confirmó su arresto. El periodista está encerrado en Oukacha (Casablanca), junto a otras 50 personas consideradas «núcleo» del Hirak. Procesado por «difundir noticias falsas» y «usurpar la profesión de periodista» al no tener la tarjeta de prensa del Ministerio de Comunicación, según el citado código.
Este periodista se dio a conocer en 2011, durante las manifestaciones que sacudieron aquel año los países árabes. Entonces documentó actuaciones policiales en el poblado de Boukidan (Alhucemas). En las grabaciones aparecen policías destrozando bienes públicos y privados y saqueando material de los comercios. Actuaciones similares han sido documentadas por diferentes cámaras de seguridad durante las protestas de 2017. Por este motivo, «intentaron abrirle un proceso para su encarcelamiento», indica su hermana.
En octubre de 2011, tras el asesinato de Kamal Hassani, integrante del Movimiento 20 de Febrero, Mohamed fue detenido por documentar la represión de las movilizaciones en la ciudad de Bni Bouayach (Alhucemas). «Recibió una paliza y se lo llevaron en patrulla. Lo soltaron más tarde, llegó al hospital con varias lesiones», recuerda Awatif. También le quitaron la cámara, pero ya había extraído la tarjeta de memoria.
Mohamed siempre quiso ser periodista, «le gustaba el periodismo, pero no tenía los recursos suficientes para estudiar, además, en la universidad de Rabat no aceptan a cualquiera». No obstante, hasta el día de su detención llevaba diez años dedicándose al periodismo. Antes de Rif 24 ya participaba en una web similar, Freerif. Incluso era invitado para realizar cobertura de actos oficiales. En 2013 hizo un cortometraje sobre Abdelkrim El Khattabi, líder rifeño que combatió el colonialismo español y estableció la República del Rif entre 1921 y 1927. Por ello fue invitado a los Países Bajos donde recibió como regalo una cámara, que le ha sido confiscada en la actualidad por las autoridades y por la que se le acusa de obtener financiación del exterior.
Peligrosas huelgas de hambre en prisión
Mohamed ha perdido más de 7,5 kg tras la última huelga de hambre, llegando incluso a vomitar sangre durante la última sesión de juicio. «Es la tercera huelga de hambre que mantiene», comenta su hermana, quien cada miércoles se organiza con familiares para recorrer más de 500 kilómetros y visitar a su hermano durante un par de horas.
En Okacha se encuentran encerrados y procesados otros periodistas: Hussein Al Idrissi (Rif press), Abdelali Haddou (Araghi TV), Fouad Assidi (Awar TV) y Rabie al-Ablaq (Badil.Info). Este último fue hospitalizado a principios de agosto tras mantener una huelga de hambre de 36 días que casi le cuesta la vida. Mientras que otro de los encarcelados, Mohammed El Hilali, (Rif Presse) fue condenado a cinco meses de prisión por «insultar a funcionarios públicos durante el ejercicio de sus funciones» y ejercer su profesión «sin autorización». Sin embargo, sería puesto en libertad como parte del indulto real a algunos activistas el 30 de julio. Había sido detenido tras aparecer en un reportaje de TVE en el que criticaba la falta de la libertad de información y denunciaba la manipulación de los medios de comunicación en Marruecos.
Periodistas acusados de incitar a delinquir
El último y más conocido de los periodistas encarcelados es el director de Badil.info, Hamid El Mahdaoui, crítico con el entorno del rey Mohamed VI. Fue arrestado mientras cubría las protestas del 20 de julio en la ciudad de Alhucemas. Condenado cinco días después a tres meses de prisión por «incitar a personas a cometer delitos a través de discursos y gritos en un lugar público», aunque el 12 de septiembre se le cuadriplicó la pena. El nuevo código de prensa no incluye este tipo de sentencias de cárcel para los periodistas, pero se basaron en artículos del código penal con penas más duras en temas en los que el Gobierno considera sensibles. Se trata de una persona conocida por su defensa del Hirak, con numerosos vídeos en su apoyo.
El Mahdaoui cumple una condena a la espera de ser enjuiciado por otro cargo, el de no alertar a las autoridades sobre llamadas telefónicas que habría recibido de un hombre que decía planear comprar y enviar armas a Marruecos para iniciar una «guerra». El periodista defendió ante al Tribunal que no conocía a este hombre y no se había creído sus afirmaciones. Pero El Mahdaoui ha sido condenado en numerosas ocasiones por denunciar abusos cometidos por cargos públicos. En 2015, fue condenado por la Dirección General de Seguridad Nacional a cuatro meses de cárcel y una multa tras informar de la muerte de Karim Lachkar, un activista de Alhucemas que murió en circunstancias desconocidas bajo custodia policial en mayo de 2014.
Expulsar a periodistas extranjeros
Tras el cerco a la prensa nacional, Marruecos también se ha fortificado frente a la prensa internacional, y las expulsiones del país han sido la forma de silenciar a los periodistas extranjeros. El 28 de mayo, Djamel Alilat, enviado por el diario argelino El Watan para cubrir las protestas, fue arrestado en Nador y expulsado por trabajar «sin permiso». Los reporteros españoles José Luis Navazo y Fernando Sanz Moreno fueron expulsados del país el 25 de julio. El 28 de septiembre la policía marroquí expulsó sin cumplir dos horas en tierra a Saeed Kamali Dehghan, periodista del diario británico The Guardian, antes de realizar las entrevistas que tenía preparadas con diferentes activistas del Hirak.
Desde finales de mayo, fechas en las que comenzaron las detenciones, es casi imposible entrar como periodista al Rif. La ciudad de Alhucemas, epicentro de las movilizaciones, se encuentra tomada por las fuerzas de seguridad tal, y como explica Omar Radi, periodista freelance que ha cubierto las movilizaciones de la región para Aljazeera English, BBC o Middle East Eye. «Lo que los rifeños llaman militarización es una realidad, hay policías en cada lugar y no puedes sacar tu teléfono para hacer fotos. Hay también checkpoints a las entradas de las ciudades», explica.
Sin medios de comunicación alternativos
Para Radi los medios alternativos no son posibles porque «el nuevo código de prensa condena toda nueva experiencia mediática a no ser autorizada». Para crear una web de información necesitas autorización, «antes de este código no era necesario», continúa. Por tratar de cubrir las protestas fue detenido en la frontera entre Alhucemas e Izemmouren, permaneciendo dos días arrestado. «Sabían que había ido a informar». Le acusaron que haber bebido alcohol, algo que no está permitido.
Periodista desde el año 2008, ha intentado registrarse sin éxito desde 2012, obteniendo como respuesta un simple no. Motivo que le lleva a realizar colaboraciones internacionales, «ningún medio marroquí quiere mi periodismo en su redacción», dice. Explica que durante los último años del reinado de Hassan II había menos censura y más espacios de libertad. Preguntado por el miedo a su integridad física responde: «Soy consciente que este Estado puede ser brutal».
En otros espacios como Facebook se persigue la difamación: Khalid Echejaai militante del Partido Socialista Unificado (PSU) en Temara, al sur de Rabat, fue recientemente condenado a un mes de prisión para haber escrito en esta red social «abajo el makhzen (régimen)». En España se encuentra refugiado un fotógrafo freelance de 22 años, activo en redes sociales y una persona cercana al Hirak. No quiere hacer público su nombre «por razones de seguridad», pero explica que cuando las autoridades comenzaron a arrestar a los activistas, también le buscaban a él también. La Policía irrumpió en su casa el día 26 de mayo. «No me encontraron», recuerda, «me escondí en un pueblo cercano». Una semana después recibió un mensajes de alerta de un amigo suyo: «La policía ha emitido una orden de arresto contra ti».
Su participación en el Hirak fue la cobertura a través del sitio web de noticias local Riflive. «El objetivo era defender el Rif, exponer la corrupción, dar voz a los habitantes y crear un equilibrio entre los políticos y el pueblo», sostiene. En diciembre, tras sufrir tres intentos de detención decidió marcharse para no acabar en la cárcel de Oukacha, «la etapa más difícil fue huir por mar, una decisión entre la vida y la muerte», relata.