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Chad, la dictadura necesaria

Fuentes: Rebelión

El nuevo golpe militar en Mali (Ver: Mali, la inestabilidad como forma de gobierno) dado por un grupo de jóvenes coroneles, con fuerte impronta nacionalista, amenaza con desequilibrar todavía más la insostenible presencia de Francia en África en general y en el Sahel en particular, arrastrada a  esta situación, más allá de su larga y perversa presencia colonialista, su notorio fracaso en la guerra que desde 2012 libra contra grupos que responden a al-Qaeda y al Dáesh, en el norte malí, a los que no solo no pudo contener, sino que han logrado filtrase en naciones vecinas, ampliando un frente que amenaza con extenderse todavía mucho más.

Dado este cúmulo de errores, ahora a París se le hace prioritario mantener la cohesión con sus aliados en la región, por lo que la nueva situación del Chad, socio fundamental ya que su posición geográfica vincula África Central y Occidental con Sudán y el Magreb, se ha complejizado tras la muerte en combate contra fuerzas insurgentes el 18 de abril del dictador y gran amigo de Francia Idriss Déby, a lo que siguió un golpe “disimulado” contra el sistema constitucional, tras lo que se han disuelto el ejecutivo, la Asamblea Nacional y la Constitución encaramando al hijo del presidente muerto, el general Mahamat Déby, junto a un grupo de militares, lo que ha clausurado el endeble proceso democrático con que Francia pretendía presentar al mundo a uno de sus mayores socios en el continente

La constitución clausurada preveía que en caso de desaparición del jefe de Estado debería ser nombrado presidente interino el jefe del Parlamento, quien llamaría a elecciones en un plazo de noventa días, y que el presidente debería ser mayor de 45 años y no tener rango militar, condiciones con las que no cuenta Mahamat Déby, ya que tiene 38 años y es general del ejército.

Al parecer ha decidido continuar el “ideario” de su padre que se resume en dos palabras: corrupción y represión, lo que llevó a su país, tras treinta años en el poder, al puesto 187 en el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de los 189 países medidos, lo que no le impidió formar uno de los ejercito más poderosos de África.

La junta militar encabezada por el hijo del dictador, acuciada por la realidad, para continuar en el poder ha recurrido a la represión para contener el descontento social expresado en la presencia cada vez más generalizada de la sociedad civil en las calles de N’Djamena y otras ciudades donde han sido asesinados, detenidos, torturados y desaparecidos un número indeterminado de ciudadanos. Sin quitar la mirada de la rebelión armada que llevan a cabo por lo menos cuatro grupos formados por exmilitares en el noroeste del país, frente en el que murió el presidente Déby.

El “ideario” de Idriss Déby fue, a lo largo de su vida, la persecución, el encarcelamiento, la tortura y la muerte de sus rivales, siempre tolerado por los gobiernos franceses que se sucedían democráticamente en l’Élysée. Los presidentes franceses, para no perderlo todo, exigieron a su conspicuo socio que moderase las formas y de alguna manera tolerara una máscara democrática, con la que logró perdurara el poder ganando seis elecciones consecutivas, la última el pasado 11 de abril,  en la que fue reelegido “solo” por un 79,32% de los votos, y de la que finalmente poco pudo disfrutar.

Los reclamos de la sociedad chadiana no son solo por el quiebre constitucional, finalmente una entelequia, sino además por las cifras negativas que se reportan de manera constante en todas las mediciones sobre condiciones de vida a pesar de su potencial petrolero. Chad, una de las cinco naciones más pobres del mundo, con una población cercana a los 17 millones de personas, con una esperanza de vida de 53 años, una de las más bajas del mundo, donde solo un 6% de cuenta con electricidad, el 8% con acceso a cloacas y agua potable. Solo un adulto de cada cinco sabe leer y escribir. Mientras seis millones de personas necesitan ayuda humanitaria para sobrevivir estimándose que a lo largo del este año se sumaran casi otros dos millones. Toda esta degradación, desde siempre tolerada por Francia, que de manera continua ha apoyado la dictadura de Chad, vendiéndole armamento, entrenado sus tropas y usufructuando los negociados petroleros con el dictador.

Preparándose para la guerra

Más allá de la continuidad de la guerra contra los grupos insurgentes que han utilizado el caos libio no solo para refugiarse, sino en muchos casos como fuente de financiación alquilándose para los bandos en combate, vital para la actual junta gobernante en N’Djamena, utilizando la inestabilidad para reprimir a la población civil y presentarse ante la comunidad internacional como una víctima del terrorismo.

Quizás una de las pruebas más claras de ese objetivo ha sido el rechazo del gobierno del general Mahamat Déby a aceptar la propuesta de alto el fuego y diálogo del Front pour la alternance et la concorde au Tchad (FACT), el grupo insurgente más poderoso de los que combaten. La junta dictatorial no solo rechazó la propuesta, sino que públicamente negó cualquier posibilidad de negociación, lo que sin duda prolongará la guerra. Esta situación abre la posibilidad de que el resto de las organizaciones que combaten contra los militares, fundamentalmente en el este y norte del país, se unan las FACT y precipiten  la violencia de la junta militar contra las pequeñas comunidades de la región donde los grupos armados tienen mucha presencia y colaboración.

Aunque, según algunas fuentes, sectores del ejército han hecho conocer que la unidad en esa fuerza no esta tan sólida como se cree y existe la posibilidad de que en los próximos meses esa grieta comience a hacerse más visible, lo que sin duda para Francia no es una buena noticia y tendrá que exponerse a elegir a alguno de los bandos internos en pugna de las Fuerzas Armadas. De las cuales muchas unidades están bien armadas y entrenadas gracias a las campañas contra el terrorismo en las que han participado: en Malí, Nigeria, Burkina Faso, Níger, la República Centroafricana, Sudán y Libia y otras misiones acompañando a las fuerzas de las Naciones Unidas.

Según las versiones de un quiebre dentro del ejército se apunta que la unidad más proclive a un alzamiento sea la Dirección General del Servicio de Seguridad de las Instituciones del Estado o DGSSIE, la poderoso fuerza especial de élite a la que Idriss Déby, en su momento, dio gran autonomía y presupuesto, utilizándola como servicio de inteligencia militar nacional y guardia personal, poniendo a cargo a su hijo Mahamat en 2014 y que dirigió hasta hace apenas un par de meses. Además de otros batallones conformados por diferentes etnias del Chad, un factor clave para entender la posibilidad de alineamientos en caso de un conflicto hacia el interior del ejército.

Sin olvidar que en la frontera con Nigeria el Chad lleva un constante enfrentamiento con la facción escindida de Boko Haram, Estado Islámico en África del Oeste (ISWAP), en su momento más glorioso tras haber eliminado al temible Abubakar Shekau, líder de Boko Haram (Ver: Nigeria, La nueva muerte de Abubakar Shekau), que ansía expandirse más allá de las fronteras de Nigeria para confirmar sus logro e instalarse como la khatiba integrista más importante de África.

Todos los problemas con los que cuenta hoy la nueva junta militar del Chad son también problemas de Francia, por lo que Emanuel Macron deberá medir cada jugada que realice en ese país para que no le jueguen en contra en las presidenciales de abril de 2022. Por lo es muy necesaria una dictadura a la que deberá sostener a cualquier precio.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.