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Chad, la masacre anunciada

Fuentes: Rebelión

Decíamos el pasado jueves 18 en la última crónica sobre el Chad “Es claro que hoy, tanto el presidente Mahamat Déby como el Consejo Militar de Transición (CMT)que lo apoya, tendrán que hacer un drástico movimiento político si no quieren precipitar al país a un baño de sangre”. (Ver: Chad, un minué en el Sahel)

Con un saldo, presumiblemente hasta ahora, de 60 muertos y 300 heridos, el jueves 20 la dictadura chadiana dejó “claro” en las calles de N’Djamena, la capital del país, que no está dispuesta a esos drásticos cambios en sus políticas, sino que ha decidido profundizar el proceso que, desde la toma del poder en abril del año pasado, está llevando a cabo con el clarísimo aval de Francia y Estados Unidos.

El 12 de octubre el Consejo, en una pomposa ceremonia en la que había anunciado un “gobierno de unidad”, dio a conocer, además, la postergación de las elecciones prometidas para agosto último. Tras el período de transición de 18 meses, el CMT rectificó sus promesas, ya que además de anunciar que el general Mahamat Déby, su líder, permanecería en el cargo de presidente hasta 2024, finalmente participará en las elecciones presidenciales, faltando a lo prometido en abril del 2021, tras la toma del poder.

Tales anuncios exacerbaron todavía más los ánimos de la población, que redobló las protestas callejeras que desde la toma del poder del CMT, tras la muerte de Idriss Déby, padre del actual presidente Mahamat Déby, se estaban produciendo en el país con cierto orden y sin una represión significativa.

Los grupos opositores llamaron a marchar contra la instauración de la dictadura el día 20, en recordación de la fecha en que los golpistas habían prometido entregar el poder, tras las elecciones a realizar en agosto.

Desafiando las prohibiciones del Gobierno, miles de personas salieron a las calles a marchar contra la dictadura, por lo que, de inmediato, comenzaron a observarse columnas de humo negro que se levantaban en algunos sectores de N’Djamena y a escucharse durante prácticamente todo el día el estallido de granadas de gases lacrimógeno. Las rutas de acceso a la ciudad fueron bloqueadas con barricadas y llantas encendidas y casi todos los comercios cerraron en prevención de saqueos, los que finalmente se llevaron a cabo. El Gobierno ordenó también el cierre de escuelas, universidades y edificios públicos.

Lo sucedido el jueves abre una brecha casi insalvable entre el Gobierno y los diferentes partidos y agrupaciones políticas como Wakit Tama (Ahora es el momento) y Les Transformateurs, entre otros, que crecieron tras la muerte de Idriss.

El recién nombrado Primer Ministro Saleh Kebzabo, un viejo opositor a la dictadura de 30 años de Déby padre, ahora acusado de traidor por casi todo el espectro político del país, que además es presidente del partido Unión Nacional para la Democracia y la Renovación (UNDR), cuya sede fue incendiada durante los disturbios del jueves, en una conferencia de prensa dio a conocer el número de muertos y dijo que el Gobierno estaba investigando los sucesos que calificó de “una insurrección armada”.

Al mismo tiempo grupos de derechos humanos denunciaron que civiles desarmados fueron masacrados cuando las fuerzas de seguridad reprimieron las manifestaciones en la capital y otras ciudades del interior del país utilizando armas de fuego, además de haber realizado arrestos ilegales que desembocaron en torturas.

Kebzabo además definió los hechos como “Un levantamiento popular armado para tomar el poder por la fuerza” y anunció que “Los responsables de esta violencia enfrentarán la justicia, ya que los manifestantes tenían armas de fuego y son considerados rebeldes”, concluyendo que “Las fuerzas de seguridad respondieron solo en defensa propia”.

Según diversas fuentes, la policía, ya en la noche del miércoles, había tomado varios distritos del sur de N´Djamena, Walia, Chagoua, Abena y Moursal, para circunscribir a esos sectores la marcha anunciada horas antes que, a pesar de haber sido prohibida por el Gobierno, era ya incontenible. La presencia policial incentivó a los pobladores de esos barrios a salir a la calle durante la noche, produciendo los primeros enfrentamientos de proporciones entre la policía y los manifestantes que habían levantado barricadas en las calles, por lo que las fuerzas de seguridad usaron además de gases lacrimógenos balas de plomo.

Ya extendidas las protestas a diferentes sectores de la capital se comenzaron a registrar vehículos sin identificación desde donde personas de civil abrían fuego contra los manifestantes.

En los enfrentamientos del jueves se conoció que entre los muertos se encontraban el periodista local Oredje Narcisse y el músico Ray’s Kim. Según el Gobierno, entre los muertos se encuentran muchos manifestantes, pero también un número importante de policías.

Tras los choques del jueves el Gobierno ratificó el estado de emergencia y toque de queda de 6 de la tarde a 6 de la mañana, que el presidente ya había declarado el miércoles en el marco de las gravísimas inundaciones que están afectando a las provincias más pobladas de Chad, cubriendo más de 465.000 hectáreas de campos y afectando a cerca de 19.000 cabezas de ganado. La nueva decisión presidencial abarca la capital, N’Djamena, y las capitales de las regiones de Logone Occidental (Moundou), Logone Oriental (Doba) y Mandoul (Koumra), donde las manifestaciones fueron más violentas. La declaración del estado de excepción permite a la vez que los gobernadores regionales puedan tomar todas las medidas necesarias de conformidad con la ley.

El Gobierno también ordenó la prohibición en todo el país de la organización civil Wakit Tamma y la clausura, por tres meses, de las oficinas de siete partidos políticos.

Los crímenes que acaban de cometer los militares chadianos fueron tibiamente condenados por la Unión Africana, Estados Unidos y las Naciones Unidas, también “instando a todas las partes a actuar con moderación”, cuando por muchísimo menos las juntas gobernantes de Mali y Burkina Faso, distantes de Washington y cercanas a Moscú, habrían recibido sanciones de todo tipo, como ya las están sufriendo.

Bitácora o réquiem

Ahora le queda a Occidente, y particularmente a Francia, principal responsable del sostenimiento de la junta militar, tal como lo hizo con Idriss Déby en sus 30 años de dictadura, resolver si estos crímenes serán la bitácora del presidente Déby o su réquiem.

El baño de sangre sin duda sumerge a Chad en un área de turbulencias como las que ya viven varios países vecinos, a lo que no es ajeno el descredito que bien tiene ganado Francia en sus antiguas colonias africanas y que se profundiza en cada protesta, como ya es un lugar común en Mali, Burkina Faso, Níger y ahora también en Chad, donde las consignas contra Macron y Déby se escuchaban de manera constante. Las protestas del mes de mayo en N’Djamena la policía debió dispersarlas con gases lacrimógenos y cañones de agua cuando los manifestantes se concentraron en atacar empresas vinculadas a Francia.

Sin duda la situación a partir del día 20 ha cambiado al país para siempre y los militares, para sostenerse en el poder, se verán obligados a profundizar la represión, ya no solo contra los sectores políticos, sino contra las dos amenazas armadas que tienen, por un lado las bandas integristas en la región del lago llegadas desde Nigeria, Boko Haram y el ISWAP (Islamic State West Africa Province), y por otro el Front pour l’alternance et la concorde au Tchad (FACT), exmilitares desertores del ejército chadiano responsables de la muerte del presidente Idriss en abril del año pasado, que han amenazado con sitiar la capital.

Dado este nuevo panorama tras la represión, tanto los muyahidines como los rebeldes del FACT intentaran atraer a sus filas nuevos militantes para luchar contra el Gobierno.

Se conoció que dos días antes de la matanza al menos 23 personas habían muerto en enfrentamientos entre el Ejército y un grupo procedente de la vecina República Centroafricana (RCA) cerca de Dembo, una aldea sureña del departamento de Barh Sara, próxima a la frontera con la RCA.

Según el comandante de la zona militar de ese departamento habrían sido mercenarios y no rebeldes del FACT quienes atacaron a sus efectivos. El combate habría durado unas tres horas en las que tomaron 10 prisioneros y mataron a 18 incursores, mientras las bajas chadianas fueron de cinco hombres.

Ninguna fuente de N’Djamena pudo precisar la identidad de los atacantes, aunque otras versiones indican que se trata de un grupo de rebeldes chadianos asentado en el norte de la República Centroafricana que estarían recibiendo apoyo de la compañía de seguridad rusa Wagner, desplegada tanto en la RCA como en la República Centroafricana y que nada tendrían que ver con el FATC.

De confirmarse la información de que los incursores han sido, por lo menos, entrenados por el Grupo Wagner, se agregaría una carga de dramatismo a la actual situación del Chad, mucho más compleja que la propia matanza del jueves, ya que Chad se convertiría en el sexto país africano donde los rusos tendrían presencia en franca disputa con Francia y los Estados Unidos, a los que se les está desmoronando su sangrienta preeminencia.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.