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Chicago, los proletarios vuelven a ponerse de pie

Fuentes: www.claridadpuertorico.com

Hoy se me antoja pensar que tal vez tengan razón los que, desde Carlos Marx, proclaman que los proletarios no tienen patria, en el sentido limitado que lo han entendido los burgueses, es decir, delimitado por unas fronteras estatales. En la década del setenta del siglo pasado, ya lo habíamos comprendido plenamente los puertorriqueños cuando […]

Hoy se me antoja pensar que tal vez tengan razón los que, desde Carlos Marx, proclaman que los proletarios no tienen patria, en el sentido limitado que lo han entendido los burgueses, es decir, delimitado por unas fronteras estatales. En la década del setenta del siglo pasado, ya lo habíamos comprendido plenamente los puertorriqueños cuando proclamábamos a los cuatro vientos que viviésemos en la Isla o en las entrañas del monstruo, constituíamos una sola nación, una sola patria. La patria no era en esencia una realidad territorial dada, por más que ésta ciertamente tuviese importancia, sino que en última instancia una realidad humana, con sus dimensiones política, sociológica y cultural. Si no, ¿cómo entender la lucha de los palestinos para quienes la patria es aún hoy tan sólo una trinchera, un campo de batalla o un sueño? Asimismo, me ha parecido que los mexicanos cruzan el Río Bravo con su patria siempre a cuestas.

La patria de los proletarios es la patria-pueblo o la humanidad, esa gran humanidad que el histórico líder cubano Fidel Castro Ruz sentenció hace casi medio siglo que ha dicho ¡basta! y echado a andar. La patria está dondequiera que se cometa una injusticia en el mundo y se levante una voz en protesta, nos decía el inmortal Che Guevara.

En fin, hoy se me antoja que en un mundo realmente subsumido en todos los aspectos de su vida bajo los dictados del capital, la patria se nos ha ampliado, se nos ha hecho efectivamente internacional. La patria es hoy sociedad civil mundializada. Se materializa en torno a lo común. En ese contexto, la patria se ha proletarizado como en ningún otro momento de la historia.

La geografía de Nuestra América se ha ampliado como también se ha ampliado el escenario mismo de nuestro devenir como pueblos; pueblos en ciernes, siempre en ciernes, como sujetos complejos y multitudinarios de una historia plural -es decir, historia de múltiples historias- que no cesa de devenir. No solo los procesos sociales de producción y distribución se han globalizado, sino que también nuestras conciencias. Al fin y a la postre, la conciencia es expresión de nuestro modo concreto de vida y no de los entendidos ideológicos que podamos autofabricarnos, conforme a las cárceles conceptuales que subsisten al margen de lo que la vida real nos enuncia.

De ahí que se me antoje pensar que la heroica lucha de unos 260 obreros en Chicago es también nuestra, íntimamente nuestra. La toma en estos días por estos obreros de su centro laboral, una fábrica de puertas y ventanas, luego de su cierre por sus propietarios por haber perdido la confianza crediticia del Bank of America, se ha convertido en un símbolo de la lucha de clases que se ha potenciado en estos tiempos de turbulencias económicas.

Tenía que llamarse Republic Windows and Doors, donde unos obreros dedicados a la manufactura de puertas y ventanas, es decir, de entradas y salidas, llegaran a la determinación de que no hay «República», ni entrada ni salida que valga, si no es en función del bien común. Y es que resulta que el mismo Banco que le retira hoy el crédito a la fábrica fue rescatada ayer por el gobierno federal con una suma multibillonaria (25 mil millones de dólares) en fondos públicos, alegadamente para que el crédito fluyese nuevamente hacia toda la sociedad. Queda desenmascarada la verdadera naturaleza del crédito como fetiche, es decir, un simulacro que sólo existe en función de la autovaloración que tiene el capital de su propio y privadísimo interés en exclusión del interés común. Queda así desmentido en los hechos la alegación de la administración de George W. Bush de que el rescate del sector financiero fue también un rescate para la economía, los empresarios medianos y pequeños, así como el pueblo trabajador en general.

Al tomar la planta, los trabajadores denunciaron que no fueron notificados dentro del plazo que establece la ley laboral y que no se les había pagado lo que también en ley se les adeuda. Estos están organizados bajo el United Electrical, Radio and Machine Workers of America (UE), uno de los más progresistas y combativos del país. Sin embargo, su denuncia central tiene que ver con el hecho de que mientras el gobierno federal rescata a los grandes bancos, a los trabajadores los dejan desprotegidos para que, como en este caso, se les despidan sin paga.

En el caso de la Republic Windows and Doors, los propietarios inicialmente no quisieron dar cara, mientras que el Banco se lava las manos y alega que no es responsable de las prácticas y decisiones de la empresa. Según se ha informado, el negocio ha sido victimizado por la crisis económica desatada hace ya un año en el país, particularmente en el sector de la construcción. El congresista puertorriqueño por Chicago, Luis Gutiérrez ha logrado finalmente sentar el lunes en la noche a todas las partes, los propietarios, el Banco y el sindicato, para que negocien una solución justa al conflicto.

Los medios de comunicación se han encargado de proyectar el conflicto como símbolo de la crisis general que afecta a los trabajadores estadounidenses, la cual ha dejado a dos millones sin empleo desde diciembre de 2007. En particular, el conflicto que ha cobrado notoriedad no sólo nacional sino internacional, se ha presentado como uno entre proletarios y burgueses, afín a las expresiones y consignas de los trabajadores que, organizados en turnos, mantienen guardia permanente al interior de la fábrica. La mayoría de los obreros son latinoamericanos: mexicanos, salvadoreños y hondureños.

«Si no hay una solución favorable estamos dispuestos a permanecer ahí el tiempo que se necesite», expresó a los medios la organizadora sindical de la UE en Chicago, Leticia Márquez Prado. Puntualizó que entre sus demandas estaba el pago de la liquidación y vacaciones, aunque también deseaban los trabajadores explorar la manera de mantener en operación la fábrica. «Lo peor de esto es que estos trabajadores estaban ganando sueldos dignos, con beneficios de seguro de salud y otros, y si pierden estos empleos sólo encontrarán, si acaso, empleos de sueldo mínimo sin ningún beneficio», abundó Márquez Prado.

Una de las trabajadoras de la empresa, Silvia Mazon, denunció que «quieren que los pobres se queden abajo. Pues aquí estamos y no nos vamos a ningún lugar hasta que nos den lo justo y lo que nos pertenece». Agregó: «Estamos haciendo historia».

«Es duro. Realmente es muy duro», afirma Apolinar Cabrena, otro de los obreros en huelga que trabajó en los últimos 17 años para la empresa. La esposa de éste está embarazada y espera dar a luz cerca de Navidad. Tiene otros dos hijos que mantener, además de una hipoteca que pagar. Le adeudan ocho semanas de vacaciones pagadas que no se ha tomado y dos salarios de indemnización por despido.

«Sé que la economía está mal, no sólo para mí, sino para todo el mundo», afirma Cabrena y añade: «Tengo muchas esperanzas de que el año próximo el nuevo presidente tomará buenas decisiones e invertirá dinero en la industria, de modo de conseguir un empleo lo antes posible».

Los obreros se han sentido fortalecidos por el amplio apoyo recibido, el cual incluye al presidente-electo Barack Obama quien declaró el domingo pasado: «creo absolutamente que los trabajadores, quienes solicitan los beneficios y los pagos por los cuales han trabajado, están en lo correcto, y entiendo que lo que les sucede es un reflejo de lo que ocurre en toda esta economía».

   

Por su parte, otro oficial del sindicato, Melvin Maclin no oculta su sorpresa por el desarrollo de los acontecimientos. Luego de casi tres décadas bajo la pesadilla neoliberal, para la cual los derechos de los trabajadores tenían un valor escaso ante la privilegiación casi absoluta de los intereses del capital, parece que se asoman unos aires nuevos y refrescantes. Según se informa, la última vez que los trabajadores tomaron una empresa en Estados Unidos fue a hace 20 años con motivo de una huelga minera en Virginia. Muchos recordaban en estos días, asimismo, la combativa militancia obrera por la que históricamente se ha conocido a Chicago, una de cuyas gestas se ha inmortalizado en la conmemoración del Primero de Mayo, como Día Internacional de los Trabajadores.

«Nunca esperamos esto… esperábamos ir a la cárcel», confesó Maclin. Y subrayó: «No nos vamos a mover…Ya es hora de que los pequeños nos pongamos de pie».

La patria multitudinaria de los proletarios del mundo se va poniendo nuevamente de pie.

El autor es Catedrático de Filosofía y Teoría del Derecho y del Estado en la Facultad de Derecho Eugenio María de Hostos, en Mayagüez, Puerto Rico. Es, además, miembro de la Junta de Directores y colaborador permanente del semanario puertorriqueño «Claridad».