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China persuade a Jartum

Fuentes: IPS

China persuade al gobierno de Sudán de que acepte el ingreso de una fuerza internacional de paz a su territorio para frenar las matanzas en la occidental región de Darfur. El objetivo de Beijing es impedir más sanciones contra ese país africano, en el que tiene grandes inversiones. El ministro asistente de Relaciones Exteriores de […]

China persuade al gobierno de Sudán de que acepte el ingreso de una fuerza internacional de paz a su territorio para frenar las matanzas en la occidental región de Darfur. El objetivo de Beijing es impedir más sanciones contra ese país africano, en el que tiene grandes inversiones.

El ministro asistente de Relaciones Exteriores de China, Zhain Jun, dijo a la prensa la semana pasada tras una misión especial a Sudán que, gracias a los esfuerzos de Beijing, Jartum comenzaba a ceder ante la presión internacional y consideraba el plan de paz propuesto por el ex secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Kofi Annan.

«No estamos a favor de aumentar o expandir las sanciones, porque hay muchas esperanzas de resolver este asunto», señaló Zhain.

Hasta el viaje de Zhai a Sudán, cuando se reunió con el presidente Omar Hassan al Bashir y recorrió campamentos de refugiados, Jartum se había negado reiteradamente a permitir la intervención de la ONU en Darfur.

Al Bashir había afirmado que tal acción pondría en peligro la soberanía de su país, y describió a las fuerzas de paz de la ONU como «neocoloniales».

Beijing mantiene su postura pese a nueva evidencia de que el gobierno sudanés está directamente involucrado en la crisis humanitaria. Un informe de la ONU filtrado a la prensa reveló que Jartum camufló aviones militares para que parecieran los del foro mundial y los empleó para bombardear aldeas en Darfur.

Durante mucho tiempo, Al Bashir aseguró que su gobierno no estaba involucrado en la guerra civil, en la que han muerto entre 200.000 y 450.000 personas y otras 2,5 millones han sido desplazadas, según organizaciones humanitarias.

Los problemas de Darfur, reino independiente anexado por Sudán en 1917, comenzaron en los años 70 como una disputa por las tierras de pastoreo entre nómadas árabes y agricultores indígenas negros. Ambas comunidades son musulmanas.

Pero la tensión se transformó en una guerra civil en febrero de 2003, cuando guerrilleros negros respondieron con violencia al hostigamiento de las milicias Janjaweed («hombres a caballo», en árabe), acusadas de destruir cientos de aldeas, asesinar a sus habitantes y violar a las mujeres.

Los Janjaweed son acusados de llevar adelante una campaña de limpieza étnica contra tres tribus negras que respaldan a los dos grupos guerrilleros, con el apoyo de Jartum.

La nueva evidencia del papel de Jartum en las atrocidades quedó expuesta en un informe confidencial de un panel de la ONU, que se filtró a la prensa la semana pasada.

Respaldado por fotografías, el informe señala que el gobierno de Sudán habría pintado aviones militares de blanco –un color habitualmente reservado para los de la ONU– y los usaba para llevar armas a los Janjaweed, así como para realizar vuelos de reconocimiento y misiones de bombardeo en Darfur.

Sin embargo, China prefirió centrarse en lo que calificó como «una medida positiva hacia la paz», lograda la semana pasada. Tras meses de frustrados esfuerzos diplomáticos, Sudán finalmente accedió el 16 de abril a una asistencia a gran escala por parte de la ONU que consistirá en el despliegue de 3.000 efectivos de la policía militar, junto con seis helicópteros de ataque y otra aviación en Darfur.

El despliegue es parte de la propuesta de Annan, cuya aspiración última era crear una fuerza conjunta de la Unión Africana y la ONU, que tendría 21.000 miembros y reemplazaría a la fuerza de 7.000 efectivos del bloque africano actualmente instalada en Darfur.

La cancillería china dijo creer que éste no era «el momento adecuado» para discutir sanciones, y sostuvo que las potencias mundiales deberían aprovechar la oportunidad diplomática y concentrarse en instalar una fuerza de la ONU en Darfur.

«Es tiempo de adoptar medidas constructivas para implementar el acuerdo, en vez de hablar sobre nuevas sanciones», dijo el portavoz del Ministerio, Liu Jianchao, en una conferencia de prensa el jueves pasado en Beijing.

Pese a que Jartum demostró voluntad de compromiso, Estados Unidos y Gran Bretaña amenazaron con sanciones más duras si Sudán no actuaba de modo rápido y resuelto para frenar la violencia.

«El tiempo de las promesas se terminó. El presidente Bashir debe actuar. Si no cumple con sus obligaciones, Estados Unidos actuará», dijo el presidente George W. Bush el 18 de abril.

Las medidas consideradas incluyen sanciones contra compañías que hagan negocios con Sudán, el congelamiento de sus cuentas bancarias, un embargo de armas y la creación de zonas de exclusión aérea.

China advirtió que nuevas sanciones solamente empeorarán la crisis humanitaria en Darfur. «Es mejor no moverse en esa dirección», afirmó el embajador adjunto de China ante la ONU, Liu Zhenmin. «En pocas semanas, o en pocos meses, el proceso político producirá algunos resultados».

Al gobierno chino le preocupa que sanciones más duras puedan descarrilar un proceso político por el que sus diplomáticos trabajaron duramente y por el cual Beijing se está llevando los créditos.

China, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU con derecho a veto, invirtió miles de millones de dólares en desarrollar los pozos petroleros de Sudán, y es uno de los principales socios comerciales del país.

Durante mucho tiempo, la administración de Bush urgió a China a presionar más al gobierno sudanés para que coopere con la ONU.

Beijing, sin embargo, prefirió ver a Sudán como una importante fuente de energía para su economía en auge, negándose a tomar posición en la política interna de ese país.

En los últimos meses, la política china de no intervención en Sudán fue duramente criticada por organizaciones no gubernamentales y activistas por los derechos humanos, para los que, al no actuar, Beijing avala las atrocidades en Darfur. La actriz estadounidense Mia Farrow, embajadora de buena voluntad de la ONU, aprovecha los preparativos de los Juegos Olímpicos 2008 en Beijing para llamar la atención sobre la crisis en Darfur.