África ha sido testigo de la llegada de inversores chinos y trabajadores en los últimos años. Tan importante ha llegado a ser el continente a los ojos del país asiático que Beijing ha adoptado el enfoque más fácil de «no interferir en los asuntos políticos del continente» para justificar sus actividades económicas. Sin embargo, los […]
África ha sido testigo de la llegada de inversores chinos y trabajadores en los últimos años. Tan importante ha llegado a ser el continente a los ojos del país asiático que Beijing ha adoptado el enfoque más fácil de «no interferir en los asuntos políticos del continente» para justificar sus actividades económicas.
Sin embargo, los chinos han sido acusados de no ser mejores que los antiguos amos coloniales de África en lo que respecta a las prácticas de su trabajo.
Hace unas semanas, los administradores de las minas chinas dispararon e hirieron a 13 de sus empleados en el sur de Zambia por un conflicto salarial, lo que desató un escándalo en el sur de la nación Africana.
Y este no es sólo el primer incidente en el país. Hace unos meses, los trabajadores locales en una mina de cobre de propiedad china se declararon en huelga exigiendo mejores condiciones de trabajo.
La huelga se convirtió en un motín y los informes indicaron que el director chino de la mina disparó a la multitud, hiriendo a varias personas en el proceso. Más incidentes en el continente muestran las cada vez más frías relaciones laborales afro-chinas.
Hace un año en Mozambique, estalló una discusión entre un gobernador provincial, el Sr. Mauricio Vieira, y la compañía China Henan International Cooperation Group (CHICO en inglés). Después de obtener un contrato para construir un nuevo sistema de abastecimiento de agua al servicio de la capital, Maputo, y otros pueblos de los alrededores, la empresa apenas había comenzado el trabajo, cuando salieron a relucir denuncias de los trabajadores locales sobre malos tratos a manos de los empresarios chinos.
La peor humillación informada: trabajadores usando distintivos con la palabra Escravo (Esclavo) – resultó ser un caso, al parecer, de error de traducción. Sin embargo, sin saberlo, aquellas placas se convirtieron en parte de la profecía de la naturaleza de las relaciones laborales entre las empresas chinas en África y sus empleados. Desde Malí a Madagascar, Kenia a Zambia, predomina la inquietud de los trabajadores.
En Níger, la comunidad local tuareg apodó la operación minera de SOMINA como «Guantánamo, mientras que en Namibia, al abordar el problema de los malos tratos, se les decía a los trabajadores que «sufran ahora para que las futuras generaciones puedan disfrutar».
En 2008, una comunidad de Kenia bloqueó la construcción de carreteras exigiendo que se les proporcione agua para uso doméstico y para su ganado. Esto en medio de una grave sequía, y el contratista chino había negado el acceso de la comunidad al único pozo con agua que había alrededor. En Níger y Zambia, los trabajadores viven demasiado cerca de pozos de uranio y trabajan sin equipo de protección, exponiéndose a sustancias peligrosas.
El resentimiento hacia la práctica china de importar mano de obra de Asia es cada vez más visible. Muchos países africanos tienen altos niveles de desempleo y quieren que las empresas chinas contraten a más trabajadores locales. Las empresas han sido acusadas de quitar puestos de trabajo locales, mientras que roban los recursos naturales del continente, violando las leyes laborales y alimentando la corrupción.
En febrero, el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros organizó una protesta en Suráfrica a raíz de una decisión del gobierno de premiar con visados especiales a 50 trabajadores chinos no cualificados, que iban a construir un nuevo local para el consulado chino en Ciudad del Cabo.
En Kenia, donde varias empresas chinas están construyendo carreteras principales, la expectativa era que implicaría mano de obra local. Sin embargo, la preferencia por el uso de máquinas ha dado lugar al descontento, poniendo al programa intensivo de empleo del Gobierno de Kenia en el centro de atención.
Sembrando odio
Hay alrededor de 70.000 chinos viviendo en Angola. Este alto (y creciente) número ha fomentado el odio entre la gente local, generando ataques violentos que van desde robos a secuestros.
Algunos ven esta tendencia como un medio de los locales para obtener venganza por las prácticas laborales discriminatorias, mientras que otros piensan que los chinos son simplemente una presa fácil debido a su presunta riqueza.
Hace tres años en Etiopía, nueve trabajadores petroleros chinos fueron asesinados y siete de sus compañeros secuestrados por el grupo separatista Frente para la Liberación Nacional de Ogaden (FLNO). En Botsuana, las quejas en el sector de la construcción están encabezando el debate público.
Más recientemente, cuatro chinos fueron arrestados después de haber agredido a sus compañeros de Botsuana, que trabajaban en el proyecto de construcción del Estadio de Francistown. Los africanos se ganaron los golpes después de revelar sus miserables condiciones de trabajo a algunos parlamentarios que visitaron el lugar.
En diversos proyectos de fabricación y construcción, los empleados asiáticos y africanos tienen diferentes formas de pago. La mayoría de los trabajadores africanos son indocumentados y tratados como empleados eventuales, privándoles de los beneficios empresariales como los seguros, prestaciones y vacaciones pagadas.
La disponibilidad de mano de obra ha dado valor a las empresas chinas para descartar a los trabajadores inquietos y contratar a nuevos trabajadores. Las empresas locales también han expresado su preocupación por la negativa de las empresas chinas a utilizar materiales locales disponibles en sus proyectos.
Los acuerdos preferenciales de comercio que la República Popular China firma con los gobiernos africanos, van unidos a los productos chinos baratos y subsidios del Estado, han proporcionado a las empresas chinas una ventaja sobre las empresas locales, negándoles el vínculo necesario para hacer crecer sus ingresos.
Por ejemplo, en Kenia, los fabricantes locales de cemento y fabricantes de pintura se han quejado de ser excluidos de los acuerdos multimillonarios que las empresas chinas están llevando a cabo.
«Las empresas chinas están importando todos los materiales que necesitan, incluso aquellos que pueden encontrar en el mercado local, negando la vinculación con la economía local», dijo el Sr. Rakesh Rao, director general de Crown Berger, un fabricante local de pintura.
Una gran controversia
La disconformidad del Sr. Rao es que las empresas chinas están importando pinturas para la señalización vial, a pesar de que su empresa – listada en la Bolsa de Valores de Nairobi (NSE según sus siglas en inglés) – es capaz de suministrar las mismas pinturas. «El gobierno debería haberse asegurado de que tales materiales se obtengan de las industrias locales, aumentando nuestros ingresos y, por consiguiente, los ingresos nacionales», explica el Sr. Rao.
Protestas similares han sido registradas por los fabricantes de cemento debido a que las empresas chinas importan la materia prima para usarla en sus proyectos de carreteras. «Tenemos la capacidad de suministrar el cemento utilizado en estos proyectos», señaló el Sr. Pradeep Paurana, gerente general de Athi River Mining (ARM), un productor de cemento con sede en Kenia, y operaciones en Tanzania.
Además de ser excluidos de estos proyectos lucrativos, las empresas locales también se han quejado del dumping de los materiales importados (cemento y pintura) en el mercado local, distorsionando los precios.
«Los productos importados no pagan impuestos, y cuando encuentran su camino en el mercado local, no sólo interfieren con los precios, sino también provocan pérdida de ventas por nuestra parte», expresó el Sr. Paurana.
Varios gobiernos africanos no han logrado garantizar la transferencia de tecnología y capacitación. La mayoría de las empresas chinas prefieren emplear las prácticas de su patria en sus contratos multimillonarios con el gobierno, haciendo caso omiso de la sociedad civil local y, en cambio, optando por establecer alianzas con la clase política.
En Níger, los funcionarios de la compañía China Nuclear International Uranium Corporation (chino-U) han rechazado numerosas invitaciones para discutir las condiciones de trabajo con los funcionarios locales electos.
Para Li Ansham, un profesor de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Pekín, «emplear trabajadores africanos involucra a las empresas chinas con las leyes locales a un mayor grado que si la contratación es de ciudadanos chinos».
Él cree que los trabajadores chinos son mejores que los africanos, ya que están más familiarizados con las tecnologías y encuentran menos obstáculos de idioma y culturales en la comunicación con la dirección.
De alguna manera, se percibe que un ciudadano chino estaría más conforme con las exigencias de las prácticas laborales que los directivos chinos solicitan, trabajarían más horas y no tomarían demasiado tiempo libre, como fines de semana y días festivos.
Fuente: http://www.fundacionsur.com/spip.php?article7448
Publicado en Daily Nation, Kenia, el 21 de octubre de 2010.
Traducido por Allison Bohórquez, para Fundación Sur.