Recomiendo:
0

Ciclo de luchas en Sudáfrica

Fuentes: En Lucha

La huelga de este agosto en Educación y Sanidad fue una de las más grandes de la historia de Sudáfrica, sólo comparable a la huelga de 2007 en los mismos sectores. Más de un millón de trabajadores y trabajadoras se movilizaron durante tres semanas, a pesar de los acosos recurrentes de la policía. Después de […]

La huelga de este agosto en Educación y Sanidad fue una de las más grandes de la historia de Sudáfrica, sólo comparable a la huelga de 2007 en los mismos sectores. Más de un millón de trabajadores y trabajadoras se movilizaron durante tres semanas, a pesar de los acosos recurrentes de la policía. Después de que el gobierno encontrara dinero, más allá de sus presupuestos, para los prodigiosos preparativos del mundial de fútbol de 2010, se hizo difícil de creer para los huelguistas la versión oficial en la que el gobierno se declaraba incapaz de conseguir un aumento salarial. Esta huelga fue otra prueba para el nuevo presidente, Jacob Zuma. La que se vivió en 2007 se llevó a cabo en los últimos días de la administración de Mbeki.

Durante el tiempo de Mbeki en el cargo, más de un millón de puestos de trabajo fueron destruidos. La huelga de 2007 llegó en una ola de movilizaciones y protesta. Había una decepción generalizada por el fracaso del gobierno del African National Congress (ANC) en cumplir su promesa electoral de «una mejor vida para todos «. Esto coincidió con una revuelta dentro del ANC y la crisis de la estrategia de la principal federación sindical, COSATU, que daba su apoyo al gobierno.

La crisis dentro del ANC desató a la vez protestas de las distintas clases enfrentadas, pues el partido no podía complacer a todos para siempre. Las bases del ANC, que provienen de los desempleados y las personas afectadas por la pobreza, se habían rebelado en muchos municipios. Al mismo tiempo, los representantes locales del partido se llevaban la peor parte del descontento de las comunidades provocado por el programa de Mbeki, mientras que este culpó a los representantes locales de la falta de cambio. Las aspiraciones a convertirse en clase media no fueron satisfechas con el limitado «empoderamiento económico negro», y los sindicatos, que habían resultado cada vez más importantes en las campañas electorales del ANC, se sentían excluidos.

COSATU se mantuvo en una alianza con el partido gobernante y el partido comunista. Afirmaban que esta alianza les permitía influir en la política del gobierno en favor del trabajo. Pero en 2007 nadie podía ocultar el hecho de que la alianza se había convertido en una forma de disciplinar la mano de obra, mientras el gobierno impulsaba políticas pro-empresariales. En lugar de romper la alianza de la que COSATU debía ser independiente, sus líderes buscaron la forma de permanecer dentro.

La huelga de 2007 no terminó en derrota, pero tampoco en clara victoria. Para entonces, los huelguistas, al igual que muchas personas que trabajaban y los desempleados sudafricanos, habían trasladado sus esperanzas al reino político y concretamente a la persona de Zuma, que fue elegido presidente del partido en el poder en la conferencia de diciembre de 2008.

La huelga de 2010 comenzó con grandes expectativas. Zuma rápidamente mostró sus intenciones, diciendo públicamente que el gobierno estaba en su derecho de detener a los huelguistas. COSATU amenazó con una huelga de un día en solidaridad con los sindicatos de educación y sanidad. Zwelinzima Vavi, de COSATU, se dirigía así a los huelguistas: «No vamos a ser derrotados». Tras estas palabras, la alianza con el gobierno resultaba «disfuncional». Sin embargo, la estrategia general de los líderes de COSATU no había cambiado. Las demandas de los huelguistas, al parecer, iban a seguir siendo subordinadas a la alianza, y la propia huelga a la negociación.

Cuando el gobierno accedió a reabrir las negociaciones, Vavi puso fin a la huelga general antes de aclarar lo que había sobre la mesa. La nueva oferta del gobierno apenas mejoraba la anterior, y fue rechazada con desprecio por la mayoría de los huelguistas.

Pero los líderes sindicales estaban jugando un juego de equilibrio. Las demandas inmediatas se aplazaron, en lugar de unirse a las exigencias políticas más amplias, y la huelga fue suspendida.

Muchos huelguistas dicen que no han sido más que peones en un juego político de posiciones. Por desgracia, los huelguistas carecían de la confianza y la estrategia necesarias para haber ido más allá que sus líderes. Por ejemplo, no ha habido una campaña para extender la solidaridad, y ahora el gobierno continúa su campaña de represión contra los huelguistas.

La huelga deja muchas lecciones para la clase trabajadora sudafricana, sobre todo acerca de la necesidad de una organización independiente y una política que pretenda refutar, y no considerar, las reformas del capitalismo. Todavía queda la tarea de construir una organización en torno a esas ideas.

Claire Ceruti es miembro de Keep Left, la organización hermana de En lucha de la IST en Sudáfrica.

http://www.enlucha.org/?q=node/2354