Recomiendo:
0

Cinco décadas de estupidez, y todavía sigue

Fuentes: Progreso Semanal

En 1991 la Unión Soviética desapareció. Washington cambió su retórica anticubana de la Guerra Fría a la de los derechos humanos. Pero un tema permanece: una colonia económica norteamericana que se liberó en 1959 aún se niega a rendirse. La política de «castigar a Cuba», que ya tiene 53 años, está llena de canas y […]

En 1991 la Unión Soviética desapareció. Washington cambió su retórica anticubana de la Guerra Fría a la de los derechos humanos. Pero un tema permanece: una colonia económica norteamericana que se liberó en 1959 aún se niega a rendirse.

La política de «castigar a Cuba», que ya tiene 53 años, está llena de canas y se convirtió en una verdadera estupidez en la década de 1980, cuando Reagan transfirió la política diria hacia Cuba a los cubano-americanos derechistas de Miami -excepto, por supuesto, cuando hacían erupción las crisis periódicas. Pero debajo de esta aparente idiotez hay una absurdidad perniciosa.

En mayo, por ejemplo, el Departamento de Estado rechazó solicitudes de visa de once académicos cubanos que también defienden el mejoramiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Decenas de otros cubanos obtuvieron visas para asistir a la reunión en San Francisco de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA)

Simultáneamente, Mariela Castro, directora del Centro de Educación Sexual de Cuba (CENESEX), e hija de Raúl Castro, recibió su visa para gran beneplácito de los líderes de las comunidades gay, lesbiana, bisexual y transexual de San Francisco y Nueva York, las cuales ella visitó. Ellos admiran su heroico trabajo en pro de los derechos de los LBGT.

Ese extraño mensaje mezclado produjo rumores de que la negativa de las visas era la demostración de un acuerdo entre senadores cubano-americanos y un frustrado -y mediocre- Departamento de Estado. Marco Rubio (republicano por la Florida) y Bob Menéndez (demócrata por Nueva Jersey) habían retenido la aprobación de Roberta Jackson como secretaria asistente del Departamento de Estado para Asuntos Interamericanos. Al negar algunas visas y hacer más estrictas las reglas de viajes a Cuba, el Departamento de Estado calmó (un poco) a los dos cubano-americanos émulos de Solón. ¿Tiene esperanzas la Casa Blanca de que la visita de Mariela fortalecerá el apoyo gay (votos y dinero) para Obama?

Mientras tanto, los adversarios de Washington y La Habana no han desarrollado ni siquiera un mínimo plan de «remiendo de las relaciones». Es más, el Departamento de Estado ha rechazado o no ha respondido a las propuestas de Cuba acerca del tema migratorio -pero solo durante dos años. La Casa Blanca no tiene tiempo para Cuba mientras busca la reelección del presidente.

En mayo, la política EE.UU.-Cuba encontró su camino hacia el programa «The Situation Room», de CNN. Wolf Blitzer entrevistó a Alan Gross (norteamericano condenado a prisión en Cuba) y a Josefina Vidal (jefa del buró de Estados Unidos en el Ministerio cubano de Relaciones Exteriores). Esa semana, la secretaria de prensa del Departamento de Estado Victoria Nuland aseguró a los periodistas y la secretaria de Estado Hillary Clinton insistió que Alan es inocente, a pesar de la declaración de la esposa, Judith Gross: «Sabemos ahora que [Alan] violó las leyes cubanas».

Hilary también ignoró el despacho de Desmond Butler, de la Associated Press, acerca de las fechorías de Gross. En Cuba, Gross desempeñó su papel en una política de «cambio de régimen» apoyada por el gobierno. Gross estaba a sueldo de Development Alternatives Incorporated, que tenía un contrato con USAID.

Al igual que Clinton y Nuland. Blitzer reflejó su ignorancia -o no aceptación- del reporte de Butler acerca de los «informes de viaje» a Cuba de Gross en 2009. Butler describe a partir del propio informe escrito por Gross la manera en que Alan pasó de contrabando materiales ilícitos y montó una impenetrable red de comunicaciones en Cuba.

Blitzer también reintrodujo el tema de los Cinco de Cuba. En la década de 1990, Cuba envió a agentes de inteligencia a Miami para penetrar a grupos del exilio que preparaban acciones violentas contra instalaciones turísticas cubanas. Cuba recicló para el FBI los descubrimientos de los agentes acerca de alijos de explosivos y armas en la zona. En 1998, después de usar la información de los agentes para ocupar los alijos de explosivos en Miami, el FBI arrestó a los agentes cubanos -sus propios informantes. En un  juicio del 2001 un intimidado jurado los declaró culpables de graves delitos y una jueza los condenó a sentencias draconianas.

¿Podría el presidente Obama ponerlos en libertad -después de las elecciones, por supuesto-, a cambio de Alan Gross? «De ninguna manera», dijo el Departamento de Estado. Gross es inocente. Los Cinco fueron condenados por graves delitos. Este tipo de pobre mendacidad ha llegado a niveles vergonzosos. Gross admitió que violó leyes cubanas y la noticia de la AP confirma su culpabilidad.

Luego ocurrió otro extraño hecho. Carlos García-Pérez, director de la Oficina de Transmisiones Cubanas financiada por el gobierno (Radio y TV Martí), «calificó al arzobispo de La Habana de lacayo que está en colusión con un régimen opresor» (William Booth, Washington Post, 5 de mayo).

¿Cree el presidente Obama que el cardenal, el cual favorece un diálogo, se sencillamente un mensajero del presidente cubano Raúl Castro?  ¿O es que esa estupidez surge de raíces estúpidas más profundas?

Hace cincuenta y dos años, cuando mi primer viaje a Cuba, presencié los cambios sociales, la felicidad emanaba de los pobres, la indignación de los que habían perdido riqueza, privilegio, status y prestigio. También fui testigo de la violencia cuando los exiliados apoyados por la CIA bombardeaban la isla desde Miami.

Durante más de cinco décadas EE.UU. ha realizado un embargo contra Cuba. La CIA apoyó una invasión de exiliados por Bahía de Cochinos en 1961 y patrocinó miles de ataques armados a la isla -terrorismo.

Después de más de medio siglo, Cuba ha exportado a más de un millón de cubanos a la Florida, y ellos han hecho cambios en ese estado -y en el destino de EE.UU. En el 2000 ayudaron a George W. Bush convertirse en presidente de EE.UU. La contrarrevolución de Cuba actuó para alterar el destino de EE.UU., no el cubano.

Aunque los embriagadores días revolucionarios de Cuba han pasado, Latinoamérica ha seguido su camino de independencia.

En marzo, la ignorancia imperial y la arrogancia caracterizaron el papel de Obama en la Cumbre de las Américas de Abril en Cartagena, Washington continuó negándose a que Cuba participe en futuras discusiones hemisféricas. Hasta el gobierno títere de Honduras votó junto con 30 otros estados a favor de incluir a Cuba en reuniones futuras. Solamente Canadá votó con la línea de EE.UU. Cincuenta y tres años de rencor acumulado.

¿La respuesta de Obama a sus críticos aquí y en Cuba? «Ellos saben que podemos hacerlo mejor».