Ciento quince presos hacinados comparten un baño en el pabellón C del complejo carcelario MACA, la mayor prisión del sur de Costa de Marfil ubicada en Abidján, la capital financiera del país. MACA son las siglas en francés de Prisión y Correccional de Abidján, establecimiento que alberga a 4.000 presos. Construida hace 26 años, su […]
Ciento quince presos hacinados comparten un baño en el pabellón C del complejo carcelario MACA, la mayor prisión del sur de Costa de Marfil ubicada en Abidján, la capital financiera del país.
En el pabellón C pueden verse dos o hasta tres detenidos compartiendo una mazorca de maíz hervido o un plato de ñame cocido, cuyo precio es de apenas 24 centavos de dólar. Ése el costo del alimento diario por cada preso en las cárceles marfileñas, reveló un guardia de MACA.
«A los que tienen suerte sus familiares o amigos les traen buena comida todos los días», dijo a IPS el funcionario. Pero algunos presos alegan que parte de ese alimento adicional, en especial la carne vacuna o pescado, suele ser confiscado por los guardias para su propio consumo.
Uno de los detenidos, Abou Sanogo, ya pasó cinco años en MACA por homicidio. Mientras camina por el patio, lucha por levantar la cabeza.
«No hay luz en la celda. A veces pasamos tres meses sin salir y, cuando nos toca, el sol nos lastima los ojos», relató a IPS.
La organización no gubernamental Amor en Acción, con sede en Abidján, advirtió que las quejas elevadas a las autoridades por el estado de las cárceles no obtuvieron respuesta.
La organización Médicos sin Fronteras, con sede en Paris, también calificó las condiciones en las cárceles de inhumanas, al igual que la Operación de las Naciones Unidas en Costa de Marfil (Onuci), en un informe publicado el mes pasado.
Entre junio de 2004 y julio de 2005 se registraron 475 muertes en las prisiones marfileñas. En MACA ocurrieron 64 decesos, según Onuci.
La mayoría de las muertes se debieron a la desnutrición. Otras despiertan sospechas de homicidio o tortura. Los tratos degradantes, como encadenar a dos o tres presos juntos por los tobillos, son comunes, indica el informe.
Las fuerzas de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) patrullan una zona de contención entre el norte, dominado por los rebeldes, y el sur, controlado por el gobierno.
Costa de Marfil quedó dividida en dos, hace cuatro años, cuando los insurgentes iniciaron la lucha armada para luchar contra la discriminación sufrida por los habitantes del norte del país.
De las 11 cárceles que funcionaban en esa zona antes del conflicto, 10 siguen operativas, según Onuci.
Pero el conflicto dañó seriamente las instalaciones, incluidas las del establecimiento de la ciudad de Bouaké, la mayor prisión del país, que alberga a presos con sentencias largas y jefes pandilleros.
Bouaké, en el centro del país, también es el bastión de la organización insurgente Fuerzas Nuevas.
«A falta de un sistema judicial, las autoridades de Fuerzas Nuevas juzgan a los presos. Pueden quedar detenidos todo el tiempo que esta gente quiera», revela Françoise Simard, coautora del informe de Onuci, que reveló la existencia de 295 reclusos en las cárceles del norte y oeste del país.
También se dijo que los rebeldes habían liberado a algunos presos para incorporarlos a sus filas.
La situación es apenas si es mejor en las 22 prisiones de la región controlada por el gobierno, donde también predomina el hacinamiento: hay 9.300 detenidos en prisiones previstas para 3.371, indica Ouattara.
Las estimaciones del Ministerio de Justicia revelan que 30 por ciento de los reclusos (casi 3.000 presos) esperan un juicio.
La gran mayoría no debería estar en prisión, sostuvo John Rose, de la Unidad de Prisiones de Onuci. Pero, «la lentitud de los procedimiento judiciales» obstaculizan las liberaciones. A veces, advirtió, la realización de una audiencia en la justicia penal tarda años.
Onuci señaló que los recursos de las cárceles volvió a disminuir el año pasado. «El presupuesto debe aumentar lo antes posible para mejorar la situación de los detenidos y las condiciones de trabajo de los guardias, sin lo cual el sistema judicial podría desmoronarse», alertó Simard.
Pero no todo está perdido. El Ministerio de Justicia considera aumentar las raciones diarias de alimentación de los reclusos y reparar algunas cárceles.
También comenzó a implementarse un sistema informático para el control de los presos, auspiciado por la organización no gubernamental Presos sin Fronteras, con sede en París, y financiado por el Fondo de Desarrollo Europeo.
Pero los desafíos aún son enormes como lo revela la situación de un guardia entrevistado por IPS en el pabellón B de MACA.
Vistiendo un sucio uniforme y zapatos gastados, el guardia sostenía una vieja ametralladora mientras dormitaba. «No somos muchos como para tomar turnos», explicó. La prisión no era segura, según él: «Siempre tenemos problemas para evitar que los presos se escapen.»
Las cárceles necesitan 1.370 funcionarios más, pero actualmente hay sólo 700 policías, según el informe de Onuci. Entre junio de 2005 y abril de 2006 se escaparon 3.660 reclusos, añade.