Coherencia y eficacia. Son dos cualidades que he descubierto entre los nuevos nombramientos de ministros de Rodríguez Zapatero. Se trata de dos virtudes que, según parece, les hacen merecedores de su honorable cargo gubernamental. La coherencia es para el nuevo ministro de Trabajo, Valeriano Gómez. Será el encargado de aplicar la reciente reforma laboral y […]
Coherencia y eficacia. Son dos cualidades que he descubierto entre los nuevos nombramientos de ministros de Rodríguez Zapatero. Se trata de dos virtudes que, según parece, les hacen merecedores de su honorable cargo gubernamental. La coherencia es para el nuevo ministro de Trabajo, Valeriano Gómez. Será el encargado de aplicar la reciente reforma laboral y días antes (El País, 21-10-2010) participaba en la manifestación de los sindicatos contra ella el día de la huelga general. Todo un ejemplo de personalidad multifacética y dúctil.
La eficacia es para la nueva ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez. Uno de los argumentos para su elección (El País, 21-10-2010) es haber «afrontado crisis como la de la gripe A» mientras fue ministra de Sanidad. Menudo éxito: no hubo ninguna epidemia de gripe A y compramos 13 millones de dosis de vacunas de las que sólo se usaron tres. Eso sí, la ministra, como muestra de su talento eficaz, una vez pasada la epidemia que nunca existió se deshizo de las vacunas mediante un loable gesto de generosidad: «España dona a Latinoamérica cuatro millones de vacunas de la gripe A» titulaba El País el 5 de marzo. «Nuestro país sigue actuando siguiendo el principio de cooperación activa», declaró entonces la ministra de Sanidad española.
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