Si pudiera diseccionar su portátil, su pantalla de plasma o su teléfono móvil, y acceder a su corazón, encontraría coltan, un mineral que se produce a partir de la columbita y la tantalita. Se trata de dos óxidos escasos en el mundo que, desde hace unos veinte años, se han convertido en materia prima estratégica. […]
Si pudiera diseccionar su portátil, su pantalla de plasma o su teléfono móvil, y acceder a su corazón, encontraría coltan, un mineral que se produce a partir de la columbita y la tantalita. Se trata de dos óxidos escasos en el mundo que, desde hace unos veinte años, se han convertido en materia prima estratégica. Australia, Brasil, Tailandia y Canadá son los grandes productores, pero es la República Democrática del Congo la que tiene el 80% de las reservas mundiales. Tras la explotación de esta amalgama de piedras color azul mortecino está la financiación de guerras y la explotación infantil. Se estima que por cada kilo del mineral extraído mueren de dos a tres niños.
Lo que hace que el coltan sea tan preciado es sus propiedades de resistencia al calor, de conducción y de almacenaje de energía. Por estas razones, el «oro gris» está presente en el desarrollo de la nueva tecnología, desde un DVD a un satélite, desde una nave espacial a armas teledirigidas.
«Las guerras del Congo con más 4 millones de muertes no han sido guerras tribales sino guerras para apoderarse del tantalio», afirma Alberto Vázquez Figueroa, autor del libro Coltan. Ruanda y Uganda han robado al Congo el preciado mineral y lo han vendido a países como Estados Unidos. Con ello han podido financiar las guerras.
África se convierte en despensa de los países desarrollados, mientras en sus sociedades sólo quedan muerte y miseria. El salario de niños que trabajan en las explotaciones de entre 6 y 10 años es de 0’25 euros diarios, cuando consiguen cobrar. Muchos mueren enterrados en los desprendimientos de tierra que se les vienen encima; otros, intoxicados de respirar el polvo de los terregales. Cuanto más pequeños, mejor llegan a lugares de difícil acceso, más cerca de la mala hora.
Pero el coltan no sólo trae muertes accidentales. La guerra, disfrazada de rivalidades tribales, origina desplazamientos -más de 1 millón, según la ONU-, huidas desesperadas donde las familias se desmoronan en la confusión de los ataques y donde se comenten violaciones y todo tipo de atrocidades con total impunidad. Joseph Kony es el líder de La Resistencia del Señor, un ejército ugandés que se ha financiado con el robo de minas y el asalto de camiones de coltan. El terror que creó fue tal que en Uganda surgieron Los caminantes de la noche, niños que huían de sus hogares para no ser raptados y ser utilizados como soldados o, en el caso de las niñas, violadas por los mandos militares.