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Convergència i Unió contra el dret (derecho) a decidir

Fuentes: Rebelión

Xavier Trias es médico. La diferencia de esperanza de vida entre los barrios más ricos de Barcelona (Pedralbes por ejemplo, donde viven o vivían la pareja Nóos-Aizoon-malversación) y los barrios más empobrecidos de la ciudad de Salvat-Papasseit y Durruti es de unos 10 años. No es esta la preocupación del alcalde de Barcelona [1]. Lo […]

Xavier Trias es médico. La diferencia de esperanza de vida entre los barrios más ricos de Barcelona (Pedralbes por ejemplo, donde viven o vivían la pareja Nóos-Aizoon-malversación) y los barrios más empobrecidos de la ciudad de Salvat-Papasseit y Durruti es de unos 10 años.

No es esta la preocupación del alcalde de Barcelona [1]. Lo que ahora le importa es el Port Vell y su transformación para las élites en una marina de lujo, un proyecto promovido por Salamanca Investments. Son los suyos, a ellos representa. En resumen del tema.

«Trias rectifica y limita los referendos a ‘criterios’ pero no a proyectos», informaban Camilo S. Baquero y Blanca Cia en la edición catalana del pasado viernes del diario del ERE, los despidos y de los supersueldos de ejecutivos [2]. ¿Rectificación? En toda regla.

Xavier Trias, uno de los dirigentes de CiU de toda la vida, se comprometió a «mejorar los mecanismos de participación y la convocatoria de consultas para proyectos de ciudad». Lo recoge también la hoja de ruta del mandato -PAM por sus siglas- aprobada en el pleno de la primera semana de octubre.

Con toda razón, Baquero y Cia señalan que la decisión municipal contradice el programa electoral de CiU, ¡es marca de la casa!, en el que se afirma que las consultas ciudadanas se utilizarían «en las grandes decisiones que afecten a los barrios». Esta, sin duda, lo es ¡y en qué grado! Pero don Trias no quieren arriesgarse a someter al veredicto de la ciudadanía de un barrio popular «la transformación del Port Vell -para embarcaciones de pequeña y mediana eslora- en una marina de lujo con 140 amarres para megayates, con un spa para los tripulantes». ¿Y si pierden? ¿Y si sala rana? ¿Y los negocios?

Tres partidos defendieron la consulta. ICV-EUiA, que la planteó en términos de sí o no, apuntó a través de su portavoz Ricard Gomà (de lo mejorcito de la coalición) al rovell de l’ou, el núcleo esencial del asunto: CiU y PP pretenden convertir «un espacio público en un negocio privado, con muros en forma de superyates».

Antoni Vives, otro convergente destacado, se lució en la respuesta, estuvo a la altura de su sabiduría política y de sus circunstancias. Acusó a Gomà de poner la democracia al servicio de la demagogia. ¿Les suena? Efectivamente: es una estrategia-falacia rancio-convergente. Para redondear la faena apuntó que preguntar sobre proyectos en marcha era «engañar al ciudadano» y, sacándose un sofisticado conejo de la chistera antidemocrática, «circunscribió las consultas para preguntar sobre criterios y modelos».

El pepero Alberto Fernández Díaz, el hermano del opusdeísta Ministro del Interior represivo, uno de los políticos de derecha más extrema y más incompetentes del país, argumentó su no con la infamia de siempre: a los inversores no se les puede dar un mensaje de inestabilidad. Los señores, los amos del mundo, necesitan invertir sobre seguro; los ciudadanos y las opiniones populares les molestan y les importan un higo. Punto y cierre.

El día del pleno, en la tribuna de la sala municipal, un grupo de vecinos y vecinas mostraba una pancarta que decía algo tan central como lo siguiente: «Por un Port Vell ciudadano». Ni caso. Los peperos-convergentes-unionistas tienen otras finalidades y no escuchan las músicas populares.

Así, pues, no hay consulta, no es posible que la ciudadanía decida, no se puede ejercer en este caso el derecho a decidir. ¿Cómo entender entonces la defensa, la vindicación convergente del derecho a decidir por parte de la comunidad catalana? ¿Puede ser entendida la demanda como una plasmación de un principio político, como asunto de filosofía política sentida y asumida?

En absoluto, no lo parece. Si fuera así, si realmente importara la opinión ciudadana, su ejercicio, la praxis política que le acompaña, valdría para el caso A y también para el B.

¿Por qué entonces su vindicación para el caso de las relaciones Catalunya-España? Porque aquí, por ahora, los cálculos son otros; las inseguridades por el momento importan menos y porque detrás -y también delante- de lo que se habla no es de un derecho ciudadano o de determinados (y sentidos) principios políticos, sino de una estrategia alimentada por el poder y sus alrededores para orientar a la opinión pública, desviar el foco de atención de asuntos de enorme gravedad (el desmantelamiento constante y programado del muy demediado estado de bienestar catalán) y que las «estructuras de estado» doten a las élites de catalán aún de mayor poder y, desde luego, de mayores beneficios. Sus cuentas nunca son saciadas.

El dinero non olet pero todo el diseño convergente-unionista apesta.

PS: Y mientras tanto, eso sí, CiU parece querer tapar sus escándalos de corrupción con el proyecto soberanista-estructuras de Estado- independentista. El pasado martes, 2 de octubre, el juez -¡bendito juez!- que instruye el caso Palau-Millet imputaba al ex secretario de comunicación del Govern catalán, el dirigente convergente Marc Puig, por desvío de fondos hacia el partido del president Artur Mas, el mismo que se reía hace unos meses en sede parlamentaria del acento castellano de los niños andaluces y gallegos. ¿Y quién es ese tal Marc Puig? Alguien que, mira por dónde, presta sus servicios en el ayuntamiento Trias-Marina de lujo, «uno de los hombres del núcleo más cercano a Mas».

Pero hay más. Sigan, sigan leyendo [3], vale la pena. Pero tenga paciencia: la lista es larga, como el catálogo de Don Giovanni.

Notas:

[1] En la edición del diario global-imperial del pasado sábado 6 de octubre, Manuel Cruz llamaba la atención sobre la muy sensible piel convergente ante supuestas o reales desigualdades fiscales -y, especialmente, sobre el denominado «expolio fiscal»- y la ausencia de signos, de átomos de sensibilidad incluso, antes las abyectas desigualdades crecientes de la sociedad catalana, impropias de cualquier concepto por demediado que ésta sea de sociedad justa..

[2] http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/10/05/catalunya/1349464189_234370.html

[3] http://maspublico.com/2012/10/06/ciu-tapa-sus-escandalos-de-corrupcion-con-el-proyecto-independentista/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.