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Libia

Crónica de un Califato anunciado

Fuentes: Rebelión

Como habíamos previsto, la facción de Estado Islámico, que desde mediados del año pasado se ha instalado en Libia, avanza en varias direcciones para hacerse fuertes en el país y luego drenar hacia las múltiples fronteras que Libia comparte con naciones de importante actividad salafistas. Desde la ciudad de Derna, ubicada en el ángulo noreste […]


Como habíamos previsto, la facción de Estado Islámico, que desde mediados del año pasado se ha instalado en Libia, avanza en varias direcciones para hacerse fuertes en el país y luego drenar hacia las múltiples fronteras que Libia comparte con naciones de importante actividad salafistas.

Desde la ciudad de Derna, ubicada en el ángulo noreste del país, sobre el Mediterráneo, y a escasos kilómetros de la frontera egipcia, no ha dejado de avanzar por la línea costera hacia el oeste, con la decidida intensión de alcanzar Túnez y Argelia.

Encabezados por miembros del grupo Ansar al-Sharia, (Defensores de la Ley Islámica), que en noviembre último abjuraron de al-Qaeda para el Magreb Islámico (aQMI) y juraron obediencia al Califa Ibrahim, (Abu Bakr al-Baghdadi) líder y fundador del Estado Islámico. Los califados se aproximan a la inerme Trípoli, la que podrían tomar en pocas horas. Lo que les permitía, tras la reciente conquista de Misurata, la creación de un corredor junto al Mediterráneo que prácticamente se convertiría en una autopista hacia la anhelada frontera de Túnez y Argelia.

Según nuevos informes de la inteligencia occidental la situación Libia esta a punto del colapso. Las fuerzas militares laicas del general Khafila Hufter, el sector armado más claramente pronorteamericano de los centenares que actúan en Libia, ha sufrido importantes derrotas en estas últimas semanas a manos de sus antiguos aliados en la lucha contra el Coronel Mohamed Gaddafi.

La batalla más devastadora se registró en la ciudad de Sirte, el último quince de febrero, esta ciudad de importante valor simbólico, ya que fue el lugar de nacimiento y martirio del Coronel, y gran valor práctico porque es además uno de los mayores puertos petroleros del Mediterráneo.

El atentado perpetrado por Estado Islámico, en la ciudad de Quba, al este del país, el diecinueve de febrero, fue el más mortífero en los últimos cuatro meses. La combinación de tres coches bomba que explotaron en simultaneó junto a cuartel de policía de la ciudad, una estación de servicio, donde había largas colas de autos esperando para cargar combustible y otra en una avenida de la ciudad dejaron casi cincuenta muertos y sesenta heridos.

Al este de Sirte, se encuentra la segunda ciudad de Libia, Benghazi, ya en manos de los rebeldes salafistas de Ansar al-Sharia y hacia el oeste Misurata, el último frenó de los salafistas en camino hacia Trípoli, desde donde llegar a la frontera con Túnez y Argelia sería prácticamente un desfile.

Desde la brutal caída del Coronel Gaddafi Libia vive en un estado ya casi natural de guerra civil, son muchas las facciones que combaten entre si en múltiples alianzas que se arman y desarman según necesidades que pasan mucho más por intereses económicos, fundamentalmente contrabando, narcotráfico y tráfico de personas, que por cuestiones ideológicas o religiosas. Esa guerra civil de múltiples frentes y un sin número de organizaciones armadas que participan ha alcanzó un estado de indefinición y un extraño equilibrio que podría haberse prolongado hasta el fin de los tiempos, de no ser por la nueva impronta que ha tomado el grupo Ansar al-Sharia, tras su incorporación desde noviembre último a Estado Islámico lo que desequilibró a su favor la guerra.

Hoy, Estado Islámico intenta capturar las refinerías de Az-Zawiya y Mellita, lo que facilitaría su financiación, tal cuál lo hacen sus hermanos de Irak y Siria con los campos petroleros y las refinerías de la región de Mosul. El grupo también adscripto a Estado Islámico Brigada al-Mulathameen (Enmascarados) también conocidos como al-Mua’qi’oon Biddam, (Los firmantes con sangre) se han estacionado a ambos lados de las fronteras en Túnez y Argelia. En Túnez el ejército no se repone desde los remesones seudo revolucionarios de 2011, por lo que no ha podido combatir a muchos de los salafistas que ingresaron a su territorio huidos de Mali en 2012. En las cercanías de la frontera con Argelia es donde Libia cuenta con importantes instalaciones petrolíferas administradas por empresas europeas. al-Mulathameen está liderado por Mokhtar Belmokhtar, responsable del asalto a la planta argelina de gas de In-Amenas en 2013. Belmokhtar que había abandonado aQMI tras el fracaso de Mali, conformó su propia organización y su golpe de presentación fue la toma de la planta de gas con ochocientos rehenes en enero de 2013. Para recuperarla el ejército argelino necesitó la ayuda de fuerzas especiales británicas, francesas y estadounidenses. El despliegue finalmente pudo liberal a cientos de rehenes matando una treintena de takfiristas, que ya habían ejecutado cerca de cuarenta de sus prisioneros. En ese momento no lograron matar, ni detener Belmokhtar.

En marzo de 2013, la televisión estatal chadiana anunció que el Ejército había conseguido eliminar a Belmokhtar en Malí, la noticia nunca fue oficialmente confirmada, y menos, luego de que se haya responsabilizado a Belmokhtar de los ataques en el norte de Níger en mayo de ese mismo año, contra instalaciones militares nigerinas y un yacimiento de uranio del grupo nuclear francés Areva, los dos fueron reivindicados por el grupo salafistas maliense Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África del Oeste (MUYAO), ligado por entonces a al-Qaeda y que dejaron veintitrés muertos, la mayoría de ellos militares.

Hermanos del sur, hermanos del norte. Es justamente Mokhtar Belmokhtar quién podría convertirse en el hombre clave para afianzar los lazos entre el Estado Islámico que desde Libia intenta expandirse y asociarse con otras organizaciones salafistas del resto del África musulmana y particularmente con el grupo nigeriano Boko Haram, quienes desde principio de año ha tenido gran actividad en Níger, el Chad y Camerún, además de su país de origen, como si intentara extender su influencia hacia el norte.

Abu Bakr Shekau, el líder de Boko Haram, ha anunció el sábado siete haber jurado lealtad al Califa Ibrahim, y como parte de los «festejos» también reconoció que su organización fue la responsable de las tres explosiones que dejaron casi sesenta muertos y ciento cincuenta heridos, en Maiduguri, noreste de Nigeria, antiguo santuario de Boko Haram.

Esta alianza entre Shekau y el Califa Ibrahim se preveía desde hace meses, no solo porque el líder bokohariano se refería con frecuencia a Ibrahim, ya en junio de 2014, tras la toma de Gwoza, en el Estado nigeriano de Borno (noreste), Shekau amenazó con la creación de un Califato, marcando así una diferenciación sustancial con al-Qaeda en el posicionamiento territorial, que si ha pretendido desde siempre Ibrahim a diferencia de Aymán al-Zawahirí, el heredero de bin Laden, y actual líder de al-Qaeda Global.

La creciente crueldad en las acciones de Boko Haram y la implementación de las decapitaciones fue otra señal del acercamiento «filosófico» a Estado Islámico.

Es de esperar que según se acerque la postergada elección presidencial, junto a las legislativas del veintiocho de marzo, Abu Back Shekau tenga pensado más golpes contra el pueblo nigeriano intentado una nueva postergación de las elecciones y acrecentar el malestar y desconcierto de los nigerianos que ven a su presidente Goodluck Jonathan, como parte fundamental de la crisis con los salafistas.

Si bien el atentado perpetrado en un restaurante La terrasse frecuentado por occidentales en Bamako, capital de Mali, por el grupo al-Mulathameen del argelino Belmokhtar que reivindicó el último sábado y que dejó «apenas» cinco muertos, dos franceses y tres malineses, no es una señal contundente, de que el salafismo abre una vez más un frente en Mali, mucho menos desmiente la posibilidad de un conflicto de proporciones como en 2012, esta vez contado con la ayuda de Estado Islámico que pueda llegar desde el norte vía Argelia y desde el sur vía Níger, de parte de Boko Haram.

De abrirse un nuevo frente en Mali, podrían articularse infinidad de conflictos y mudar, por fin, la ingobernabilidad de Libia a la siempre compleja franja del Sahel, para preocupación de los intereses económicos y estratégicos chinos, que no son pocos en la región.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. Colabora con diferentes medios escritos y radiales de América Latina. Dirige en Facebook: Línea Internacional.

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