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Crónica de una muerte anunciada… la LOMCE

Fuentes: Rebelión

Sin pretender hacer un entierro prematuro, podemos afirmar que la LOMCE nace muerta. En su contra, ha conseguido el mayor consenso jamás visto en una Ley educativa de nuestra reciente historia. Incluso en las propias filas del PP, está generando rechazos. Basta recordar las declaraciones de Eugenio Nasarre, Vicepresidente de la comisión de Educación en […]


Sin pretender hacer un entierro prematuro, podemos afirmar que la LOMCE nace muerta. En su contra, ha conseguido el mayor consenso jamás visto en una Ley educativa de nuestra reciente historia. Incluso en las propias filas del PP, está generando rechazos. Basta recordar las declaraciones de Eugenio Nasarre, Vicepresidente de la comisión de Educación en el Congreso, en lo que concierne a la desaparición de la Filosofía en el Bachillerato. Un rechazo que abarca todo el espectro sindical del profesorado de la pública y buena parte de la privada, así como las organizaciones de padres y madres y del mundo estudiantil. Parece que sólo se ha quedado con el apoyo de la jerarquía eclesiástica que lejos de sintonizar con el nuevo discurso papal, abraza la negra historia de la tradición reaccionaria. Ni siquiera las consejerías de educación gobernadas por el PP disimulan su malestar, sobre todo cuando se trata de echar los números para su puesta en marcha . En su soledad ha despreciado hasta de los dictámenes del Consejo de Estado.

Una ley educativa que nos retrotrae a los tiempos de las reválidas, eleminadas en su día por la Ley General de Educación del año 70 por suponer un cuello de botella al desarrollismo del momento. Una norma que nos devuelve el rancio sabor de la segregación social y para colmo vuelve a sufragar desde lo público enseñanza separada por sexos. Centraliza los contenidos y la capacidad de evaluarlos y convierte la enseñanza en una carrera de obstáculos, en la que los más ricos salen con muchos metros de ventaja. Le da la puntilla a la participación democrática de la comunidad educativa y sobre todo reduce el derecho a la educación a un mero factor del sistema productivo al servicio única y exclusivamente del modelo económico, osea a los intereses del mercado. En definitiva es una Ley elaborada en contra de la gran mayoría de la sociedad.

Tanto consenso o malestar en contra augura un futuro más bien corto a esta Ley. El autismo político en un tema tan sensible anuncia una muerte eminente por fallo multiorgánico. Una crónica que habrá que empujar para que así sea. Nace muerta , pero nos queda rematarla.

La pregunta inmediata es como podemos acabar efectivamente con su puesta en funcionamiento. Las respuestas son tan variadas como posibles. En primer lugar recordar el compromiso de derogarla si se produce una correlación de fuerzas diferente en el Congreso de los diputados. En segundo lugar agotar todas las vías jurídicas en aspectos que vulneran los principios constitucionales sobre las competencias de las administraciones educativas autonómicas, del bilingüismo o de la discriminación por razones de sexo…y por último en el cortejo fúnebre tienen que estar presente todo lo que se ha movido en su contra: Las organizaciones de padres y madres, los estudiantes el profesorado , las diversas voces de matemáticos, filósofos y la ciudadanía en general que no puede ver con buenos ojos esta involución ideológica y clasista. Ofrecer una resistencia democrática a todas y cada unas de las aplicaciones de esta norma será sin duda la puntilla. Las distintas movilizaciones, el éxito de la participación ciudadana en la consulta, tienen que continuar con la insumisión continuada, contumaz y generalizada a la aplicación de los aspectos LOMCE susceptibles de ser puestos en cuestión. Estas acciones deberían partir desde los lugares unitarios de encuentros, tanto de las plataformas en defensa de la enseñanza pública, como las mareas verdes. 

Este entierro participado no puede quedarse en la morbosa alegría de haberse desecho de una norma que nunca tuvo que ver la luz. Tampoco a la vuelta sin más de la normativa anterior. La educación necesita consensos. Consensos para que el sistema educativo llegue a sacar lo mejor de cada alumno. Para sea más eficaz en la consecución de personas con cabezas bien amuebladas, responsables, solidarias, capaces….Un consenso que empuje a las decisiones políticas y a los políticos. Un consenso social que debe nuclearse en torno a las principales preguntas que nos hacemos cuando tratamos el tema educativo. ¿Qué queremos obtener del sistema educativo¿, ¿cómo queremos conseguir estos objetivos?, ¿con que financiación?…sin dejar de lado cuestiones más concretas como la formación inicial del profesorado, la presencia de la religión en las aulas, la vertebración de la participación democrática de toda la comunidad, la comprensividad del sistema educativo, la obligatoriedad de la enseñanza…Un proceso de debate y participación desde cada centro educativo, en cada barrio, en cada pueblo.

Debemos sacar las enseñanzas de lo que ha supuesto el despropósito de la LEY Wert y reflexionar sobre el camino que nos ha traído hasta aquí. Se han ido colocando alfombras a las concepciones neoliberales de la enseñanza: La educación ha gravitado en torno a las leyes del mercado, como sistema de formación y selección de sus necesidades. La alternativa pasa por cambiar el eje de gravedad, y hacerlo pivotar alrededor de un derecho inequívoco: el de dotarse de las herramientas para ser persona y ciudadano.

En este debate constructivo y necesario desde una fuerza política que defiende un sistema alternativo, vamos a defender en primer lugar la legitimación del proceso de discusión y toma de decisión de la ciudadanía. En este debate partiremos de nuestro modelo educativo. Una escuela pública que sea gratuita, democrática, participativa que tenga los recursos suficientes para atender a toda la población, que se base en principios pedagógicos emancipadores, que sea científica, respetuosa con las distintas maneras de entender el mundo y por supuesto laica.

A Ley muerta Ley puesta. Siempre hay posibilidad de crear alternativas, si somos capaces de articular el debate social que las genere.

Silvio Navalón Mañalich. Coordinador del área de educación de IU Extremadura.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.