Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
El pasado lunes 25 de junio de 2018 Mozambique celebraba 43 años de independencia. Al amanecer del 25 de junio de 1975 Samora Machel (1933-1986) anunciaba a todos los mozambiqueños la proclamación de la independencia «total y completa» del país.
Mientras el régimen portugués bajaba la bandera colonial, el Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO) izaba vigorosamente la bandera de la República Popular de Mozambique.
Se anunció el nacimiento de un «Estado de democracia popular» en el que «bajo el liderazgo de la alianza de trabajadores y campesinos todos los estratos patrióticos de la sociedad emprenderán la lucha por la destrucción de las secuelas del colonialismo y de la dependencia del imperialismo, por la aniquilación del sistema de destrucción del hombre por el hombre, por la construcción de la base material, ideológica, político-cultural, social y administrativa de la nueva sociedad», como anunció Machel en su discurso de independencia.
Hoy, 43 años después, ¿cuál es la situación de Mozambique?
Uno de los cambios más significativos ocurridos en la política mozambiqueña fue el «abandono» del proyecto socialista. La guerra civil que irrumpió tras la independencia y la introducción posterior del Programa de Ajuste Económico impuesto por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial provocaron en gran medida ese abandono.
El establecimiento del neoliberalismo como marco político y económico dominante interrumpió el proceso de industrialización del país. El auge de los recursos naturales, sobre todo carbón mineral, gas, tierra de cultivo y diferentes minerales, atrajo la ansia de los inversores extranjeros por la extracción de las materias primas. Emergió una élite oligárquica «indígena» que se alió con el capital internacional, lo que permitió una nueva configuración del equilibrio de fuerzas entre el Estado, la sociedad y el capital.
En este contexto es en el que la empresa minera Vale y otras corporaciones transnacionales llegaron al país. Algunas personas lo califican de nueva colonización silenciosa de África.
En las dos últimas décadas el país ha experimentado rápidos cambios en los ámbitos político, social y económico. Aunque parecía que su actualmente estancada economía crecía a buen ritmo durante dos años, el funcionamiento básico de las instituciones del Estado y el mantenimiento de los servicios esenciales nunca dejó de depender de la «buena voluntad» de la comunidad de donantes internacional a través de la ayuda internacional.
Desde 2016 esta ayuda se volvió condicional cuando el FMI y otros donantes descubrieron una deuda oculta de más de 2.000 millones de dólares contraída en los últimos meses de gobierno del expresidente Armando Guebuza, conocido por inclinación a los negocios. Se cree que esta deuda se contrajo con fines militares, para proteger al gobierno de una oposición política militarizada que presionaba a favor de cambios institucionales profundos.
Aunque fue muy discutido, el gobierno mozambiqueño logró que esta deuda fuera soberana a pesar de que el Parlamento no había aprobado que se contrajera. Los analistas coinciden en que las deudas ocultas han sido perjudiciales para el país, pero el poder judicial no ha podido procesar a los agentes implicados.
Actualmente Mozambique padece una grave crisis económica. Esto ha puesto al país en una situación de vulnerabilidad que ha permitido al FMI y a la comunidad de donantes internacional aprovecharse de esta situación para imponer medidas al Estado mozambiqueño, lo que algunas personas consideran una «interferencia e intromisión en la soberanía nacional».
Participación política
Los partidos políticos y otras formaciones menores luchan por registrarse o mantenerse. La arena política está dominada sobre todo por el FRELIMO, el partido gobernante, por la Resistencia Nacional Mozambiqueña (RENAMO), el mayor partido de la oposición, todavía militarizada, y en menor medida por el Movimiento Democrático Mozambiqueño (MDM), formado en su mayor parte por personas descontentas y disidentes tanto de RENAMO como de FRELIMO. Actualmente el MDM está sumido en una peligrosa crisis que puede suponerle un enorme coste en las próximas elecciones de 2018 y 2019.
En el Parlamento mozambiqueño se está llevando a cabo un debate para enmendar la Constitución. La situación apunta a un «bipartidismo» de la política dada la mayor ventaja de FRELIMO y RENAMO, especialmente en los ámbitos municipal y regional.
El campesinado sigue siendo la mayor estructura social del país y su mayor fuerza de trabajo. Aunque no está totalmente organizada es la única categoría social que ha insistido durante más de tres década en una articulación funcional en el ámbito nacional y ha llevado a cabo acciones directas de protesta, ha desarrollado organizaciones e influido en las políticas públicas, además de contar con importantes elementos de izquierda. Un ejemplo de ello es la Unión Nacional de Campesinos.
Violencia
Los índices de acceso a la información y la libertad de expresión han disminuido significativamente en los últimos años. El país ha descendido 26 puestos en el Índice Mundial de Libertad de Prensa. Human Rights Watch describe un «entorno de miedo» entre los activistas críticos del gobierno, mientras que Periodistas sin Fronteras señala que en los medios de comunicación hay una autocensura generalizada.
Las personas críticas con el gobierno están expuestas a amenazas e intimidación, y en algunos casos al asesinato. Por medio de sus portavoces y propagandistas el gobierno ha movilizado a la opinión pública acerca de la existencia de una supuesta mano negra detrás del protagonismo y el trabajo de las organizaciones de la sociedad civil, con lo que el gobierno controla y reduce el espacio público de la sociedad civil.
El norte del país está sufriendo una serie de ataques violentos de proporciones preocupantes atribuidos a un denominado «Al shabaab of Mozambique». Aunque el gobierno insiste en minimizar el impacto de estas incursiones, estos acontecimientos denuncian que las autoridades de la seguridad nacional son incapaces de controlar la situación. No se descarta que se trate de un conflicto por los recursos, la maldición de la abundancia.
Desafíos
Está indudable que desde que el país es independiente ha progresado prácticamente en todos los ámbitos. Hay más universidades, las infraestructuras han mejorado, hay más oportunidades, pero sigue habiendo enormes desafíos. Uno de ellos es la ausencia de una alternativa política que movilice a los elementos de izquierda que existen en varios sectores, aunque dispersos. Puede que sea necesario un movimiento social y político que movilice todos estos elementos (el movimiento popular, el sector académico, los sindicatos y el activismo no vinculado a las organizaciones) para crear un proyecto popular que considere alternativas para salvar al país del neoliberalismo y lo defienda del saqueo que está padeciendo.
Hasta entonces, FRELIMO sigue utilizando su prerrogativa contextual para perpetuarse en el poder aprovechándose de la debilidad de la oposición y de una sociedad civil que cada vez «desea menos participar en el debate político».
Boaventura Monjane es un periodista y activista mozambiqueño. Es doctorando en el Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra, Portugal. Se puede contactar con él en esta dirección [[email protected]].
Este artículo se publicó originalmente en portugués en Brasil de Fato el 25 de junio 2018. El autor desea a agradecer a Miguel De Brito y Cri Essencia el haber corregido y traducido [al inglés] el artículo.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.