Durante dos años, los adultos de la casa frenaron a Trump. Logró librarse de todos ellos: un fiscal general en la persona de Jeff Sessions que no estaba dispuesto a hacer todo lo que Trump le pidiera, algunos jefes de gabinete de la Casa Blanca, como Reince Priebus, que actuaban para protegerlo de él mismo, […]
Durante dos años, los adultos de la casa frenaron a Trump. Logró librarse de todos ellos: un fiscal general en la persona de Jeff Sessions que no estaba dispuesto a hacer todo lo que Trump le pidiera, algunos jefes de gabinete de la Casa Blanca, como Reince Priebus, que actuaban para protegerlo de él mismo, los tradicionales generales que prestaban sus servicios como secretario de Seguridad Interior y consejero de Seguridad Nacional y secretario de Defensa.
Trump consiguió deshacerse de todos. Ahora tiene en Bill Barr, Mike Pompeo, y John Bolton altos asesores que son todavía más temerarios que él. Además de Mick Mulvaney, como jefe de gabinete de la Casa Blanca, y Steve Miller como chiflado a todos los efectos.
De modo que la semana pasada se nos ofreció el espectáculo de Trump sofrenando a sus asesores. Y comportándose casi como un presidente normal, que consulta diversas opiniones antes de apretar el gatillo que lleve a la guerra contra Irán.
A Dios gracias, Trump estuvo viendo a Tucker Carlson en la Fox [cadena de televisión ultraconservadora], que le avisaba de que una guerra en Irán sería fatal para su campaña de reelección, en lugar de sintonizar con Sean Hannity que le espoleaba. En la era de Trump, esto pasa por ser moderación.
Fuente: The American Prospect, 26 de junio de 2019
Traducción: Lucas Antón