En Estados Unidos reina la cultura de las armas. Varios datos: el poder económico de la industria que las fabrica ascendió el año pasado a 51.3 billones de dólares. Los negocios que las venden facturaron 13.5 billones de dólares y pagaron al fisco 6.5 billones. Es una actividad que emplea directamente a más de 140 […]
En Estados Unidos reina la cultura de las armas. Varios datos: el poder económico de la industria que las fabrica ascendió el año pasado a 51.3 billones de dólares. Los negocios que las venden facturaron 13.5 billones de dólares y pagaron al fisco 6.5 billones. Es una actividad que emplea directamente a más de 140 mil trabajadores e indirectamente a otros 160 mil. Y algo no menos importante: está en pleno auge.
Pero esa industria tiene ahora severos cuestionamientos por las matanzas que en meses recientes han llenado de luto a decenas de hogares: 26 muertos por balas en una pequeña iglesia en Texas, el 6 de noviembre. Un mes antes, 59 por la misma causa en Las Vegas; 50 en Orlando, el año pasado. Y en éste, suman cerca de 58 mil los incidentes con armas de fuego, han muerto 13 mil 600 personas y resultado heridas casi 28 mil. En suma, en los pasados cuatro años han habido matanzas que dejaron más de 200 víctimas. En un país de 300 millones de habitantes, 37 por ciento de los hogares poseen entre dos y cuatro armas de fuego de diferente calibre. Y 29 por ciento más de cinco.
El tema de si la población tiene todo el derecho a comprar y almacenar cuanta arma quiera, amparada en la segunda enmienda de la Constitución, aprobada en 1791, está más que antes en el centro de la polémica y divide a la población. Los fabricantes de armas y las agrupaciones afines, como la del rifle, se oponen a modificar esa enmienda y tienen en el Congreso aliados gracias a los más de 15 millones de dólares con los que apoyan las tareas de los legisladores republicanos para que eviten cualquier cambio. También, aunque con menos dinero, financian a varios demócratas.
Han fracasado todos los intentos por reglamentar la venta y posesión de armas. Lo único que existe ahora es que los que las adquieren deben esperar a que el vendedor obtenga la revisión de antecedentes criminales de comprador ante la FBI. Pero como se demostró con quien causó la masacre en la iglesia de Texas (ex integrante de la fuerza aérea que escapó de un hospital siquiátrico) esa información nunca fue pedida a la FBI.
Ahora un grupo bipartidista de seis legisladores republicanos y demócratas presentaron un proyecto de ley para regular el uso de armas de fuego, con la finalidad de fortalecer el sistema de revisión de antecedentes criminales para los posibles compradores. También para combatir el mercado negro. Mas no tocan lo básico: impedir que la gente adquiera una pistola, una granada o una bazuca.
Un asunto que tiene enorme importancia para México, pues Estados Unidos es el mayor proveedor del sofisticado armamento que utilizan los grupos criminales que causaron durante el sexenio anterior miles de muertos y en el actual mucho más.
Sólo una sociedad enferma permite que reine la cultura de las armas. Esa enfermedad es contagiosa.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/11/24/opinion/a08o1cul