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Daunte Wright y George Floyd: un capítulo más de una tragedia recurrente

Fuentes: The Guardian / Correspondencia de Prensa

Es jueves, poco después del mediodía. Delante de la iglesia bautista misionera de New Salem en Mineápolis, frente a la imponente fachada de piedra, Katie Wright [la madre de Daunte Wright] habla, aplastada casi por el pupitre de plexiglás y por el montón de micrófonos que tiene delante de ella. Tiembla de dolor, sus familiares la acompañan.

Cinco días antes, su hijo, Daunte Wright, de 20 años, padre de un niño, fue asesinado por una sola bala disparada por una agente de policía blanca [Kimberly Potter] en el suburbio de Brooklyn Center. Luego, cuatro noches de disturbios en las que cientos de manifestantes se enfrentaron a una policía equipada con material antidisturbios y que les disparó gases lacrimógenos y balas de goma.

El disparo se produjo en un momento crucial de la historia de la ciudad, cuando otro agente de policía blanco, Derek Chauvin, estaba siendo juzgado por la muerte de otro hombre negro, George Floyd, en un tribunal situado a pocos kilómetros del lugar. Una ciudad. Dos muertes. Un capítulo más de una tragedia estadounidense recurrente.

Katie Wright le dijo a la prensa allí reunida que su familia y la de George Floyd no sólo estaban unidas por el dolor y el trauma. En una sorprendente revelación, dijo que Daunte tenía como profesora en el instituto Edison a la compañera de George Floyd, Courteney Ross, la que apenas dos semanas antes había declarado como testigo de la acusación en el juicio por el asesinato cometido por el policía Derek Chauvin. «Fue muy emotivo», dijo sobre su primer encuentro con la familia de Floyd. «Ella [Ross] se acordaba de él [Wright], lo recordaba jugando al baloncesto. Y lo recordaba como un niño sonriente y muy divertido. Es muy triste que tengamos que conocernos de esta manera y que nuestras familias estén relacionadas por esta causa».

La ciudad de Mineápolis estaba ya tensa antes del asesinato de Daunte Wright, con tropas de la Guardia Nacional apostadas en el centro y con el juzgado del condado rodeado de vallas de hormigón y alambre de púas. Y la muerte de Daunte Wright exacerbó las tensiones. «Esto es echar más leña al fuego», dijo Quinn Redeemed, una manifestante de 46 años, de pie frente al departamento de Policía de Brooklyn Center el lunes, después de la primera noche de disturbios. Su bandera de Black Lives Matter ondeaba con el viento, castigada por una lluvia helada. «Estamos cansados y a punto de estallar».

Ahora, con los alegatos finales del juicio por asesinato contra Derek Chauvin previstos para el lunes 19 de abril, quizá el juicio por asesinato más importante de la historia de la policía de Estados Unidos debería llegar a su fin en cuestión de días, mientras que el caso contra otro agente de esa misma policía acaba de empezar. El destino de Derek Chauvin estará pronto en manos de 12 jurados, y su decisión tendrá repercusiones no sólo en esta ciudad del Medio Oeste estadounidense, sino en el mundo entero.

«Un asesinato, fue un asesinato»

Eran las 12 y cuarto del lunes cuando la policía de Brooklyn Center hizo públicas las imágenes de la cámara embarcada, imágenes que muestran el momento en que Daunte Wright fue asesinado. La agente Kimberly Potter, con una antigüedad de 26 años en la policía, participaba en un control de tráfico debido, según la policía, a que la matrícula del coche de Daunte Wright estaba vencida.

Las imágenes borrosas muestran una breve disputa entre Wright y dos agentes. Kimberly Potter sacó su pistola Glock (9mm) y gritó «Taser» tres veces, antes de disparar la bala. «Oh, mierda, lo maté», dijo mientras el coche se alejaba. En una conferencia de prensa en la sede del departamento de policía, organizada para comentar la difusión de las imágenes, el jefe de policía Tim Gannon sostuvo que fue «un disparo accidental», ya que la agente Kimberly Potter confundió su arma con un Taser [pistola de electrochoque].

Pero en una sala de espera contigua, donde se había reunido un pequeño grupo de militantes que seguía la escena en sus teléfonos móviles y donde estaban presentes los periodistas de The Guardian, la reacción fue más visceral. «Un asesinato, fue un asesinato», gritó varias veces Jonathan Mason, un dirigente comunitario, después de haber visto el disparo mortal y sin poder creer que un oficial de policía con experiencia sea capaz de confundir una pistola eléctrica Taser, de color amarillo vivo, con una pistola de color negro.

Dos horas más tarde, a unos 14 km de distancia, en el juzgado del condado de Hennepin, Philonise Floyd, el hermano menor de George Floyd, declaraba en el juicio por la muerte de su hermano. Fue uno de los últimos de los 38 testigos que declararon en la acusación contra Derek Chauvin. Entre lágrimas, contó al jurado cómo su hermano, de pequeño, había ayudado a llevar adelante la casa, cuánto había querido a su madre y cuánto lo echaba de menos. «Era una persona a la que todo el mundo quería en la comunidad. Sencillamente, sabía cómo hacer que la gente se sintiera mejor», dijo Philonise Floyd en la sala de audiencia desinfectada, un testimonio transmitido en directo al mundo entero. Por la tarde, terminó la acusación y muchos observadores dijeron que era el caso más contundente contra un ex policía.

Varios oficiales superiores de la policía de Mineápolis, incluido el jefe de policía, declararon en contra de su ex colega, muchos expertos médicos declararon que el uso por parte de Derek Chauvin de una sujeción con la rodilla en el cuello durante nueve minutos y 29 segundos fue la causa principal de la muerte de Floyd y numerosos testigos presenciales hablaron del trauma permanente provocado por el hecho de ver directamente la muerte de George Floyd. Sin embargo, mientras que el caso Chauvin será juzgado este lunes 19 de abril, la situación de la agente Kinberly Potter no está clara aún.

Los policías no tienen por qué pelear limpiamente

La policía mata a unas 1.100 personas al año en Estados Unidos y sólo una pequeña parte de esos casos termina con un proceso penal contra los agentes implicados. Entre 2005 y 2019, según una investigación realizada por la Universidad Estatal de Bowling Green, en Ohio, 104 policías fueron detenidos por asesinato u homicidio involuntario pero sólo 35 fueron condenados.

Estas estadísticas dan cuenta de la dificultad a la que se enfrentan los fiscales a la hora de condenar a los agentes de policía en Estados Unidos, que por lo general cuentan con una amplia protección sindical, con diferentes normas jurídicas relativas al uso de la fuerza letal y con los prejuicios implícitos derivados de los conflictos de intereses dentro del sistema de justicia penal estadounidense.

La preocupación por conseguir que Derek Chauvin sea condenado era evidente cuando el fiscal general de Minnesota, Keith Ellison, anunció la acusación de los cuatro agentes implicados en la muerte de George Floyd. Advirtió que se tardaría meses en llevar el caso a juicio. «La minuciosidad es importante porque cada eslabón de la cadena de procesamiento debe ser fuerte. El juicio de este caso no será nada fácil. Conseguir la condena será difícil», dijo en junio del año pasado.

El alegato de la defensa de Derek Chauvin comenzó al día siguiente de otra noche agitada en las calles de Mineápolis. Una falange de policías protegidos con sus escudos antidisturbios disparó salvas de gas lacrimógeno contra los manifestantes que coreaban el nombre de Daunte Wright. El propio Keith Ellison apareció en la calle cuando la policía había desalojado a la mayoría de los manifestantes poco antes de la medianoche. Se dirigió directamente a los que estaban aún presentes. «No vamos a dejar que escondan este asunto [la muerte de Wright] bajo la alfombra. Vamos a ocuparnos del tema de forma concreta», aseguró.

El martes por la mañana, poco después de las 9, la defensa comenzó a llamar a sus primeros testigos. El principal argumento de la defensa fue el de afirmar que la muerte de Floyd se debió a sus propios problemas cardíacos y al consumo de drogas y sugerir luego que la inmovilización prolongada de George Floyd por parte de Chauvin fue un uso justificado de la fuerza. Basta con que un solo miembro del jurado se ponga de parte de la defensa para que se anule el juicio, ya que las sentencias deben ser dictadas por unanimidad.

La defensa convocó a un experto en el uso de la fuerza, Barry Brodd, un ex oficial de California con un pasado tristemente célebre: Barry Brodd testificó anteriormente en defensa del policía blanco, Jason Van Dyke, que disparó y mató al adolescente negro Laquan McDonald en 2014. Van Dyke disparó 16 veces y Barry Brodd le dijo al jurado, sobre este punto, que cada disparo fue realizado en uso justificado de la fuerza. Hubo varios disparos mientras Laquan McDonald agonizaba en el suelo.

El martes 13 de abril, Barry Brodd argumentó que el uso de la inmovilizaciónprolongada por parte de Derek Chauvin fue proporcional a la amenaza que ese hombre –desarmado- representaba para los agentes, aunque llevara ya más de cuatro minutos inconsciente. «Yo pienso que la acción de Derek Chauvin estaba justificada y que actuó de manera objetivamente razonable», dijo a los miembros del jurado. «Los agentes de policía no están obligados a pelear limpiamente. Están autorizados a superar la resistencia de los demás, a pasar a un nivel superior».

Durante una pausa en la declaración de Barry Brodd, en medio de una tormenta de nieve que azotaba el tribunal, las familias Floyd y Wright se reunieron por primera vez, abrazándose hasta las lágrimas. Naisha Wright, tía de Daunte, coreó el nombre de su sobrino, llevaba una camiseta con la imagen de George Floyd. «En sus manos hay sangre de mi sobrino…», dijo, con el cuerpo temblando. «Que sea declarada responsable [Kimberly Potter]. Es más que responsable». En ese momento llegó la noticia de que Kimberly Potter y el jefe de policía Tim Gannon habían presentado renuncia.

«¿Puede haber condena?»

La muerte de George Floyd motivó esfuerzos importantes de reforma en la policía de la ciudad de Mineápolis. El municipio votó un recorte en el presupuesto de la policía y afectó importantes fondos, 8 millones de dólares, para crear nuevos equipos de salud mental con la finalidad de responder a las llamadas al 911. La ciudad también aprobó un acuerdo histórico de 27 millones de dólares con la familia Floyd.

Interrogado sobre si la muerte de Daunte Wright había hecho retroceder esos esfuerzos de reforma en la policía, el alcalde de Mineápolis, Jacob Frey, fue categórico: «Es imposible corregir 400 años de opresión sistémica con una sola política o un único esfuerzo», dijo a The Guardian. A media mañana del miércoles 14 de abril de 2021, los fiscales anunciaron que Kimberly Potter sería acusada de homicidio involuntario por la muerte de Daunte Wright, menos de cuatro días después de su muerte.

La defensa de Chauvin había llamado a su último testigo: el médico forense David Fowler. Fowler le dijo al jurado que la muerte de George Floyd se debió a problemas cardíacos, al consumo de drogas y posiblemente, al envenenamiento debido al monóxido de carbono que salía del caño de escape de un coche patrulla. David Fowler, que se formó en la Sudáfrica del apartheid, fue demandado por la familia de un adolescente negro, Anton Black, en Maryland, el que murió después de que tres policías lo sujetaran boca abajo en 2018. David Fowler dictaminó que Anton Black había muerto por «causas naturales», lo que llevó a la American Civil Liberties Union [Unión Americana de Libertades Civiles] a acusarlo de ser «cómplice de la creación de relatos falsos sobre lo que mata a los negros en los enfrentamientos con la policía». En el juicio, el forense puso en dudas la autopsia oficial de Floyd -en la cual se establece que se trató de un homicidio- diciendo que en realidad, la autopsia había determinado que la muerte era «indeterminada».

El jueves 15 de abril, la defensa de Derek Chauvin anunció que no tenía intenciones de llamar a más testigos, con lo que el juicio entró en su fase final.

Unas horas después de que el tribunal entrara en receso, la familia de Daunte Wright salió de nuevo a la palestra, su periplo judicial recién empieza. El abogado de la familia, Benjamin Crump, que también representa a la familia Floyd, expresó su frustración por el hecho de que los fiscales no hayan acusado a Kimberly Potter de asesinato en tercer grado. Pero enumeró una lista de otros hombres y jóvenes negros desarmados que fueron asesinados por la policía en los últimos años sin que los policías fueran inculpados. «Este es un largo camino hacia la justicia», dijo Benjamin Crump. «Tenemos que recordar que no hace mucho tiempo, ningún policía era procesado por matar a un hombre negro. Así que estamos progresando en Estados Unidos. ¿Se trata acaso de un punto en el que podemos hablar de igualdad? No, todavía estamos muy lejos de eso».

Naisha Wright no pudo contener su indignación. «¿Justicia? ¿Qué es la justicia? ¿Volveremos a ver de nuevo la sonrisa de Daunte? No, no la volveremos a ver», dijo. «¿Rendir cuentas allá arriba? Sé que los responsables serán juzgados por dios. Pero, ¿lograremos obtener una condena?» Ambas familias tendrán que esperar aún. (Artículo publicado en The Guardian 18-4-2021:  https://www.theguardian.com/)   

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa