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Centenario del ANC

De Bloemfontein a la Historia (y III)

Fuentes: Prensa Latina

Los procesos políticos en Africa austral, relacionados con Suráfrica y el fin del apartheid, fueron acompañados con un paquete de sanciones económicas favorables éticamente al ANC y a sus objetivos estratégicos Lo anterior ocurría aunque algunos politólogos consideran que Occidente manipuló un tanto la aplicación de esas restricciones. En una reflexión al respecto se afirmó […]

Los procesos políticos en Africa austral, relacionados con Suráfrica y el fin del apartheid, fueron acompañados con un paquete de sanciones económicas favorables éticamente al ANC y a sus objetivos estratégicos

Lo anterior ocurría aunque algunos politólogos consideran que Occidente manipuló un tanto la aplicación de esas restricciones.

En una reflexión al respecto se afirmó que las medidas de castigo «comenzaron a hacerse sentir políticamente cuando la clase empresarial empezó a presionar al gobierno para que fuera introduciendo los cambios necesarios para que fueran levantadas la sanciones económicas», el lamento del bolsillo resonaba en los pasillos del poder.

Desde entonces, el gobierno de Botha «debía tratar de contentar a dos fuerzas antagónicas presentes en el Parlamento: la de los intereses empresariales y la de los partidarios a ultranza del mantenimiento del apartheid, esta última, su principal apoyo electoral», es decir que se removían las partes más sólidas del proyecto del PN.

A la vez la rebelión de la población negra era cada vez de mayores dimensiones, más generalizada y violenta, frente a una política exclusivamente represiva, cada vez más brutal sumida en la lógica demencial de salvar al sistema.

Los problemas de salud de Botha le hicieron dimitir el 2 de febrero de 1989, cuando fue sucedido por su ministro de Educación, Frederik Wilheim de Klerk, quien pertenecía al núcleo duro del régimen, pero dio pasos que condujeron al desmontaje del apartheid, la aspiración del ANC, luego de más de medio siglo en busca del impacto necesario.

El 13 de diciembre de 1989, De Klerk se entrevista por primera vez con el líder del aún ilegal Congreso Nacional Africano, Nelson Mandela, para acordar los actos del gobierno y del ANC para la puesta en libertad del líder que llevaba ya 28 años preso.

Así el 2 de febrero de 1990 se llegó a la legalización de la organización, del Partido Comunista de Suráfrica y de otras 30 formaciones, y el 11 de febrero, Mandela fue excarcelado sin condiciones. Esa acción es calificada como uno de los momentos más sobresaliente de la historia del país austral.

Con la salida de las cárceles de los presos políticos comenzó a materializarse la transición hacia la Suráfrica democrática -por consiguiente no racial-, proceso que se perfilaba muy complejo por los múltiples intereses enfrentados.

Para avanzar se requería contar con el consenso de lo que se identificaba con un modelo político de tipo arcoiris, donde ninguna corriente se sintiera marginada, es decir, dar fuerza a la unidad respetando la diversidad, pese a la sangre corrida.

Las conversaciones del ANC y el gobierno avanzaron y en noviembre de 1991 ambos firmaron la Convención para la Democratización de Suráfrica (Codesa) que sentó los pilares institucionales para la transformación de la estructura estatal, a la vez que originó un foro que fue el responsable de la redacción de una nueva Constitución.

Para la consulta pública de marzo de 1992, De Klerk llamó a un referendo a la población blanca y alrededor de tres millones de electores aprobaron mayoritariamente la abolición del apartheid, vigente en el país desde 1948 y que institucionalizó la segregación racial y la discriminación de la mayoría negra y de las minorías.

En el proceso de cambios institucionales, en cuyo centro estaba el ANC, en noviembre de 1993 se había llegado a un conjunto de acuerdos que concluyeron como siete proyectos de leyes dirigidos a regir en el período de transición que se avecinaba .Esas propuestas resultaron aprobadas por el Parlamento en septiembre y en diciembre de ese año.

Así se llegó a la celebración el 17 de abril de 1994 de un referéndum donde la cuestión clave fue continuar o no el proceso de paz. El resultado fue 68 por ciento Sí y 31 No.

El hecho que el NP animó al público a votar afirmativamente fue un símbolo del cambio en el partido que aún detentaba el poder político, pero cuyas acciones e ideales se hundían en la obsolescencia. La transformación avanzaba pese a protestas de disidentes en las filas del Partido Nacional.

Todas las gestiones se orientaron a hacia establecer un sistema institucional equivalente a una persona, un voto, pero en un ambiente sin venganzas y ajustes de cuentas a posteriori. Esa decisión requerida para la construcción de la distensión social exigía una solución sabia y esa fue la creación de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación (CVR).

El sistema duró hasta 1994, cuando se llevaron a cabo las primeras elecciones democráticas, cuyos grandes vencedores fueron el Congreso Nacional Africano y su líder, Nelson Mandela, pero aún faltaba el ingrediente que enaltecería la justicia , y eso fue la presencia activa de la CVR, órgano que posibilitaría saldar deudas con la historia reciente. «Sin perdón no hay futuro, pero sin confesión no puede haber perdón», fue el lema de la Comisión presidida por el arzobispo Desmond Tutu, hasta conclusión de sus labores cinco años después, en 1999.

Las labores del primer período de gobierno del Congreso Nacional Africano, cumplido por el presidente Nelson Mandela demostró la capacidad de desempeño en la construcción de la equidad entre los seres humanos, una meta moral comprometida por la organización el 8 de enero de 1912 y sólo cumplida con perseverancia casi un siglo después.

En 1997 Nelson Mandela pasó la dirigencia del Congreso a Thabo Mbeki, quien triunfó en los comicios de 1999.

Mbeki probó ser un político capaz y en 2003 logró una mayoría de las dos terceras partes en el parlamento, lo cual le permitió hacer cambios a la Constitución y continuó al frente del país tras vencer en los comicios del 2004.

Es actual líder del ANC y jefe de Estado, Jacob Zuma asumió la presidencia de Suráfrica en 2009, con el compromiso de «trabajar con firmeza y entusiasmo para mejorar la vida de todos los sudafricanos, en especial los más desfavorecidos», sintetizó el diario El País respecto a las palabras del gobernante en la ceremonia de toma de posesión.

En su juramento, Zuma señaló asumir el cargo «para mantener la Ley y la Constitución y defender y promover los derechos de todos los surafricanos».

Prioridades del ANC hoy son trabajar en la creación de millones de empleos, disminuir la brecha económica en lo relativo al poder adquisitivo a nivel de toda la sociedad, aumentar los beneficios públicos como los servicios de salud, la educación, laborar en el desarrollo integral del individuo para garantizarle su amplia inserción en la nueva Africa.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=465652&Itemid=1